| Y nosotros fuimos condenados,los culpables de todos estos males,
 los causantes de su muerte
 símbolos de lo incorrecto.
 
 Nos encerraron, enclaustraron
 y humillaron ante los niños y las mujeres,
 cuyas burlas e insultos
 derivaron en golpes y escupos:
 aquellos, verdugos de nuestra esperanza.
 
 Acá estamos, tratamos de estar,
 abandonados, podridos, tristes,
 olvidados por nuestras madres,
 rechazados por las hembras de antaño
 y traicionados por los viejos amigos.
 
 Ya no tenemos cómo pagar;
 no queda, de hecho, nada qué pagar:
 el castigo ha de compensar
 todas nuestras viles acciones,
 cada pedazo de pan que robamos
 y claro, la correspondiente indemnización moral a las víctimas.
 
 El umbral ya no es dolor:
 el dolor es la mañana agonizante,
 la noche sin sueño,
 la comida que no se traga.
 Lo que falta y alguna vez abundó.
 
 Mas a pesar de todo y tanto,
 cada fonema posible de estampar en la piel del árbol,
 en tu silueta - tu sangre,
 en las huellas de Los de Antes,
 habrá de metamorfosear:
 
 ¡Oh delicioso y refrescante brebaje
 para los sedientos comensales que aguardan, junto a mí,
 a la muerte borracha que aún no levanta y nos lleva con ella! .-
 
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