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Inicio / Cuenteros Locales / divadelasflores / Desde mi niñez. El Principito (Adaptación)

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Sí de niña me gustaba dibujar, hacia dibujos de todo y para todos: corazones y margaritas para Teresa -mi madre-, soles tras inmensos montículos redondos, casas espaciosas con grandes ventanas y jardines fecundos.

Seguro hubiera sido pintora, pero un adulto frenó mi destino, mi vocación. Ese adulto era mi abuela paterna.

El día del cumpleaños de mi padre, me decidí a aventurar mi primer dibujo a manera de retrato, digamos que la pequeña Diva de las Flores se atrevía -por vez primera- a cerrar la etapa de flouvers y cuores para iniciar la etapa azul de retratos. Pero fracasé antes de iniciar.

Mi primer retrato se lo dediqué a la figura de mi padre tal como ha sido siempre: con traje impecable, zapatos bien lustrados, la mirada firme, las manos reposadas con gran seguridad sobre el descanso de un amplio sillón, aquél en el que yo tantas veces me senté y giré y giré y giré...

Se lo entregue como mi especial regalo de cumpleaños; los adultos alabaron el dibujo, mi padre lo festejó orgulloso, pero llegó el turno de mostrarlo a la matriarca de nuestra numerosa familia.

-¿Por qué dibujas a mi hijo plano?, éste no es mi hijo...

Yo, con 8 años quedé petrificada, la mítica medusa era real y estaba frente a mí con todas sus serpientes inquiriendo a mis pequeños ojos.

Me quedé inmóvil para siempre. Nunca más pude atreverme a dibujar a ninguna persona por el terrible miedo que me causaba que pudiera quedar atrapada en el inanimado mundo de la segunda dimensión, sin profundidad, hueco, lineal, vacío.

Entonces fue que crecí y me hice el propósito de de volverme una mujer formal. Hice algunos estudios profesionales y luego me convertí en una exitosa relacionista pública y negociadora.

Todo iba en aparente calma: éxito, dinero, estabilidad económica, hasta que un día tuve que abordar un vuelo por asunto de negocios a la Ciudad de Monterrey.

Quiero decir que temo a los aviones por miedo a que sus alas metálicas fallen y en esta ocasión, las alas de mi avión fallaron.

Sobreviví, el avión estaba a unos metros de mi completamente despedazado, pero extrañamente ningún cuerpo y ningún sobreviviente había en el interior o en las inmediaciones. Estaba sola.

A punto de llorar, a punto de maldecir mi soledad, recordé que traía mi carpeta de piel con algunas hojas en blanco. Tomé mi carpeta y comencé a escribir mi despedida. A mi hija principalmente, luego al hombre que más he amado en toda mi vida.

Moría de sed y comenzaba a delirar, entonces alguien me habló al oído:

-¿Has leído Rayuela?

-¿Qué? dije.

-¿Qué si has leído Rayuela?


Me levanté de un solo impulso, ahí estaba un pequeño a mi lado, de cabellos ensortijados y oscuros, mirada abismal, cuerpo como espiga.

-¿De qué me hablas?, ¿quién eres? Tú no venías en mi vuelo.

-Soy el Principito y estoy de visita en este planeta, yo provengo de un planeta más pequeño que este. ¿Puedes hacerme un favor? dibújame a la maga.


Aquella petición me dejó absolutamente asombrada, de inmediato vinieron a mi los recuerdos de medusa y la segunda dimensión...

-Oye niño, eso que me pides es imposible, yo no he leído Rayuela, solo la he jugado, y tampoco conozco a la Maga, además ¿Qué coño no te das cuenta de mi situación? ¡Estoy perdida!

-No te enojes que te ves más grande de lo que eres, si no puedes con la maga es que no tienes imaginación... entonces te la pondré fácil: dibújame un cordero, pero que sea joven como yo, no viejo y serio y con humor amargo como tú.


Tanta charla con el extraño ser me había deshidratado más de la cuenta. Fatigosa y fastidiadamente tomé mi carpeta y mi pluma y dibujé ¿qué más daba un cordero atrapado en la segunda dimensión?, una persona cautiva allí si era asunto importante, un cordero no.

-No, así no... date cuenta que está muy flaco y viejo, así no sobrevivirá en mi planeta.

Entonces hice otro trazo...

-Este tampoco, tiene los colmillos muy grandes y se comerá mi flor...

-¡Ah! ¿No te parece Cabrón? pues mira, ¡a mi me valen tú y tu flor y el jodido cordero!


Me levanté dispuesta a alejarme a cualquier parte, lejos de ese ser que me parecía monstruosamente incómodo.

Entonces le escuché decir:

-Siempre te amaré Diva de las Flores, aunque pierdas tu belleza, aunque envejezcas... aunque vos seas una pobre fracasada que haga dibujos planos, de cualquier manera sabes que eso no era lo tuyo, ya deja de echar culpas a la abuela, porque la abuela sabía -como yo sé- que lo tuyo no es dibujar sino escribir... entonces Divita, cambio la petición, no me dibujes a la maga, que a la maga ya la ha dibujado Julio Cortázar, tampoco me dibujes al cordero que al cordero lo ha dibujado ya para mí Saint Exupéry, mejor dibújame un antipoema.

Al escuchar al principito me giré sobre mí misma. Ahí estaba él, con su ropaje sin linaje, con su guitarra por cetro, y con un infierno rojo, ardiente de Callao en sus cabellos, abrió su mano y de ella apareció una cerveza.

Extendí mi mano, y yo que no tomo alcohol, en aquella ocasión bebí ávidamente.

Me senté a su lado y dibujé lo que me pedía: dibujé con palabras, se lo entregué y me dijo:

-Perfecto, éste si que me ha gustado.

Luego se alejó, conversó con el zorro, con las rosas, luego fue al encuentro de la serpiente que dulcemente lo mordió.

Yo corrí hasta donde el Principito y lo tomé en mis brazos, le di un beso en la frente y le murmuré:

-No temas Principito, te ofrezco que seremos inmortales.

Dos días después fui rescatada.

De vez en vez, miro al cielo y aún recuerdo a aquel hermoso ejemplar del Universo que se presentó ante mí bajo el nombre de Principito.

De vez en vez, cuando camino en la calles de mi centro olvidado, me pregunto cuándo podrá ser que lo pueda ver nuevamente.

Mientras tanto, yo sigo ideando la manera de hacerle antipoemas y rosas y corderos, para entregárselos el día en que volvamos a encontrarnos.

Pero sobre todo le dibujo un poema; un poema que hable de todo lo que yo lo quiero, un poema que nos haga inmortales y nos exilie del parnaso del olvido.

Texto agregado el 14-09-2006, y leído por 865 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
21-02-2008 ...he leído al "Principito" una infinidad de veces...(infinidad de veces que también lloré de conmoción) y ésta adaptación que has hecho no es la excepción...es ésa misma esencia...es realmente mágico Grale
30-11-2006 Claro que sí, pero ¿porqué al parnaso del olvido?... venicio
21-09-2006 No solo es hermoso...sino que me estremece... ...ya lo sabemos... cassiel
16-09-2006 Muy bueno!!! Una nueva versión a tu estilo del Principito. Un saludo***** josef
16-09-2006 ...lo indispensable es invisible a los ojos.... (Antoin de Saint Exupery) Más el retrato que nos brindas en este texto, ha logrado que vea aquello invisible que tuve siempre a mi alrrededor. Que mi vuelo te acompañe siempre... salgoud
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