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Este trabajo no ofrece una teoría ni una metodología.

Comenzare diciendo que el poder considerado que exista universalmente de forma concentrada o difusa, no existe. El poder es en esencia una acción que se impone sobre otra posible acción, una estructura compuesta de acciones que sirven para alimentar posibles acciones. Su naturaleza real radica en la violencia que debió de haber en su forma primitiva, su secreto permanente y su último recurso. Existen múltiples y distintas formas de poder, de objetivos, de su institucionalidad o no, ya que las relaciones de poder están enraizadas en el sistema de las redes sociales existentes.

Desde el siglo XVI y hasta nuestros días una nueva forma de poder político se sigue desarrollando: El estado, una nueva forma de poder pastoral, que sustituyo la palabra “Salvación” por “Bienestar” cuando una serie de propósitos terrenales tomaron el lugar de los propósitos religiosos, poder que históricamente ha ignorado a los individuos y prevalecido los intereses de una clase o de un grupo de gentes. Su pasado es el cristianismo medieval de occidente. El ejercicio de esta nueva forma de poder consiste en guiar la posibilidad de conducta de los individuos y poner en orden sus efectos posibles.

Hoy en día básicamente el poder es una cuestión de gobierno, “gobernar” es actuar sobre las posibilidades de acción de los otros, ya sea por ley, por las tradiciones de status y los privilegios que existen en la forma de apropiación de riquezas y mercancías, en los procesos de producción, culturales y lingüísticos, en el saber hacer (Know How) la acumulación de beneficios etc. Este ejercicio de poder es elaborado, transformado, organizado y se asume con procesos que están más o menos ajustados a una situación, el gobierno elabora, racionaliza y centraliza en la forma de “instituciones del estado” las relaciones de poder. Se le puede llamar estrategia de poder a la totalidad de los medios puestos en funcionamiento para implementar o imponer el poder en forma efectiva, a través de tales medios se puede dirigir de forma “justa” y constante, y con una certeza razonable, la conducta de los demás. Este punto alcanza su término final tanto en el tipo de acción que reduce al otro a la impotencia total como en la confrontación con aquellos que no gobiernan y su transformación en adversarios, y son precisamente las disparidades entre las lecturas de un mismo hecho las que hacen visibles estos fenómenos de dominación

Desde el avance de la navegación, en el siglo XV, el mundo entero ha estado atravesando por una forzosa occidentalizacion (hoy llamada globalización) es decir, los europeos han impuesto por la fuerza o sutilmente (la fuerza no es el poder, es una herramienta del poder) a prácticamente todos los pueblos del orbe, su poder político, étnico, social y económico, provocando con esto el choque de civilizaciones, que nos han moldeado, a los europeos con ideas y costumbres exóticas, y a los pueblos conquistados, al ser nuestro entorno violentado, obligados a adoptar posiciones que pueden ser defensivas como el Arcaícismo, que es la resistencia a la conquista por el deseo generalizado de regreso idealizado al estado anterior a ser conquistados, tal como ocurrió con chinos y japoneses durante el siglo pasado, o entreguistas como el “Herodianismo” (llamado así por Herodes) o sea, cuando gobierna un palero al servicio de la potencia imperial, básicamente los países del “tercer mundo”. En la historia antigua hay otros ejemplos de reacciones de pueblos sometidos, como es el caso de los judíos, que al ser dominados por los romanos, construyeron una nueva religión unificadora, o la de los siríacos que después de mil años de dominación romana, abandonaron el cristianismo por el Islam, o de plano cuando la reacción no alcanza para sobrevivir, como en las masacres perpetradas por los europeos en América durante el siglo XVI, que fue el ocaso de las civilizaciones prehispánicas.

Voviendo a nuestros días, es el caso que en nuestros países llamados del “tercer mundo” es decir, en países dominados por potencias extranjeras, donde se ejerce el poder para beneficio de los intereses imperiales, las inequidades entre clases sociales, razas, género y regiones, sean mucho mayores que en los países llamados hoy “capitalistas avanzados” los servicios para la clase trabajadores sean deficientes, y nula o escasa la capacidad de respuesta de esta clase, ya que huelgas y protestas suelen ser inmediatamente aplastadas por una minoría que conforma la hegemonía burguesa, que se vale de muchas herramientas como los medios de comunicación, la educación, las instituciones culturales del estado, incluyendo el pensamiento de los intelectuales a sueldo que han asimilado en su análisis del mundo contemporáneo los conceptos claves de técnicos burgueses y publicistas de un sistema de poder que busca disfrazar y legitimar su dominio, personajes que sustituyen imperialismo por “globalización” ascendencia del poder financiero por “revolución de la información” explotación por “flexibilidad laboral” a cambio de “reconocimiento y prestigio” el aseguramiento de una posición en una institución, los mismos que desde luego despreciaran cualquier acción social concreta y adoptaran posturas serviles para complacer a jueces y superiores, legitimando los estándares y procesos de selección burguesa, que determinan el acceso a las “recompensas” mismos sujetos que eventualmente terminaran creyendo y se convertirán en lo que hacen, en beneficio de la preservación del dominio y hegemonía burguesa

Hoy vemos con tristeza que como nunca en la historia de la humanidad la relación entre racionalización y excesos de poder político es evidente, dicha racionalización proviene de una etapa importante de la historia del desarrollo de la tecnología política: La Ilustración (Aufklärung) Lo cuestionable de dicha racionalización es desde luego el modo en que el conocimiento circula y funciona, la deformación, el secreto y las representaciones mistificadas a la gente, con que el poder sojuzga y constituye al sujeto. El pensamiento no es la palabra de la palabra, la palabra es pública y todas las transformaciones políticas pasan por la palabra, el pensamiento como sostenía Heidegger es una acción (handlung) lo que no quiere decir que sea eficaz, ya que por la acción mayor de un poder, se puede reducir al pensamiento a una mera representación especulativa. El miedo también nos reduce al silencio.
Decía Foucault que una sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una abstracción, de ahí la importancia del análisis de las relaciones de poder, su formación histórica, sus condiciones, sus fuentes de fortaleza y fragilidades, para la transformación de algunas y la abolición de otras. El transito hacia las libertades, que son contrarias a las relaciones de poder, se lograra cuando estos temas estén necesariamente en la agenda diaria de la política y la vida de nuestras sociedades, en la búsqueda del mejoramiento de las condiciones de vida del hombre y por ende de nuestra civilización.

Texto agregado el 21-09-2006, y leído por 165 visitantes. (0 votos)


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