AMA DE CASA 
 
Había terminado las compras cuando pasó por delante de la  
Zapatería, y aquel día se le ocurrió mirar la vidriera. Y  los vio, unos  
Zapatos preciosos, color beige, con un tacón de aguja, como los de  
Antes, modernos. 
Suspiró y siguió caminando. Cuando  estaba por cruzar la calle se detuvo  
Por el semáforo, se quedó quieta con la mirada perdida preguntándose  
¿Porqué no?  
¿Por qué no se los podía comprar?  Eran caros, pero no más que las zapatillas de su hijo mayor...que las corbatas de su esposo...que la computadora de su hija, (que todos usaban menos ella, porque nadie le pregunto ni se ofreció para enseñarle.) 
Pero, pensó;  con el dinero que valían pagaba la factura del teléfono, y las expensas...u otros gastos...  
El ruido del transito la hizo reaccionar y volviendo sobre sus pasos se paro otra vez frente a la vidriera. 
Suspiro hondo y entro... 
Al abrir la puerta de su casa con las compras del día  en una mano y los  
Zapatos en la otra, no supo porqué, pero el silencio de la casa vacía la estremeció y un terror interior le lleno los ojos de lagrimas.  
. Era sábado. Cada uno de sus hijos tenía un  plan para salir, 
Su marido había salido en busca de sus amigos. Que según decía le ayudaban a despejar su mente de tanto trabajo. 
.Miró la hora, era tarde y tenía que hacer la comida. Dejó las bolsas con las compras en su sitio y fue a cambiarse de ropa. 
Puso la caja de zapatos encima de la cama, la abrió, los sacó,  
Los acarició y sintió el tacto suave y cálido. Se sintió feliz. 
La comida ya estaba preparada, la mesa puesta, el lavarropas encendido 
Lavando la ropa de la familia. Plancho la camisa de su hijo para esa noche, ordeno las  
Habitaciones. Se puso los zapato nuevos y salio. 
Iba bajando las escaleras despacio, sin prisas, la gente pasaba a su lado con los rostros crispados 
 Era la hora de cenar y era obvio las ganas que tenían  
de llegar cuanto antes a sus hogares. Ella, no. 
 Bajo los últimos peldaños y se dirigió con paso firme por el anden,  
Llegó hasta el final del mismo y suspiró, ¡ya estaba allí! y ahora...lo más fácil. Había mucha  
Gente pero nadie la miraba. 
Y sintió la llamada, como tantas veces, era  como si esos hierros tuvieran la fuerza  
De un imán que la atrajesen, que la hicieran ir hasta ellos. Y así lo hizo, no se resistió y se tiró.  
 
Cuando les dieron la noticia a su familia, todos negaron la  
Hipótesis del suicido. Debió caerse decían, últimamente andaba distraída, pero tirarse, no, 
¿Por qué? 
Su marido tenía trabajo...sus hijos eran buenos estudiantes... 
Ninguno era adicto a ninguna droga...no padecían ninguna  
Enfermedad inconfesable...la casa donde vivían era suya...tenían un buen  
Coche...nunca hubo broncas, ni peleas fuertes en su casa...su marido aún se acordaba del aniversario de boda... ¡No, no había razón alguna, fue un accidente nada mas! 
 
Al comprarse los zapatos y tenerlos entre sus manos  acariciándolos.  
Se dio cuenta de que estaba acariciando el único sueño que  
Se había permitido en veinte años. 
Y  sintió el vacío más profundo y angustiante que podía resistir. 
Una intensa punzada en el corazón  le hizo desear la muerte en ese mismo instante. 
No eran las ampollas ni los callos de sus manos, 
No era el abandono que poco a poco se había apoderado de ella 
Ni los útiles o herramientas  lo que más le dolía. Era el silencio de  
Esa casa, limpia, ordenada, con olor a lavanda, era ese vacío, que la hizo  
Pensar en su soledad. En esos veinte años, lavando, guisando, comprando para los  
Demás. Dejando escapar sus sueños de niña, ahogando sus fantasías. 
Y sus lágrimas, las únicas que la acompañaban durante los últimos tiempos.  
 
Y por primera  por vez fue egoísta, y en su último pensamiento 
 Fue...¡¡QUE LINDO ME QUEDAN MIS ZAPATOS NUEVOS!! 
 
  
 
Viernes, 09 de febrero de 2001 
 
 
 
 
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