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COLECCIONISTA DE ALMAS


La noche era fría y aunque él creía que todo estaba predeterminado a ser cíclico quizás ella le iba a enseñar que las palabras se tragan, a veces sin ni siquiera un trago amargo, pero se tragan.

Ella es una persona difícil de definir, es algo que solo podes decir que lo ves y no mas, es un conjunto de pistas que te hacen recordarla cada vez que escuchas su nombre y nada más. Por ejemplo recuerda que tenia unos ojos alusivos a uno de sus apodos, “la gata”, parecía que en ocasiones su iris no fuera para nada circular, sino tan sólo una pequeña línea vertical de un tenue pero brillante café; Sus labios, quizá solo ahora que lleva mas tiempo de maniobrar con las palabras, puede definirlos con mas claridad, sostenido en esa expresión “parecía que tuviese pequeños cristales de azúcar” inmersos en unos delgados pedazos de carne rosada y tierna, que le hacia recordar que brillaban y se veían dulces. Parecía que no le hubiese interesado nunca su imagen, su cabello nunca estaba peinado con simetría, ni obedecía a ninguna dirección, no mostraba pequeños caminos trazados por el cepillo y parecía no estar quebrado por consecuencia de fuertes amarrones. El hecho de que fuera conocida en toda la ciudad como “llavero” era algo que corroboraba una silueta de 1.50 que ella representaba. Eso era lo que mas le inquietaba de ella y por lo que consideraba agradable mirarla.

Las palabras esa noche fueron quizá menos que el alcohol en sus cuerpos y las oportunidades de besar esos labios con cristales de azúcar también fueron menos que los temores aumentados por la adrenalina que segregaba su glándula suprarrenal, quería que esa situación acabara, y al tiempo deseaba que nunca terminara, el tiempo transcurría entre monosílabas palabras transportadas por el aire que hablaban de sueños, música, cine, literatura... en fin de tantas cosas. En ocasiones se le hacia necesario cerrar los ojos para descansar de tan exuberante belleza, hasta que fueron doblegados por el absoluto cansancio de la carne.

La noche ha llegado a su fin, el alba ya repunta sobre las empinadas montañas cargadas de asfixiante olor a damas de media noche, a savia y a roble húmedo, en ese preciso momento, al acto que precede la despedida, sobre la superficie acústica del lugar quedan plasmadas sólo 2 frases pronunciadas de lado y lado, antes de la despedida.

Ella, ella dice:
-Una oportunidad como la de anoche, no la volverás a tener nunca jamás.

Como escudo de defensa y a manera de reto, el sólo alcanza a decirle
-No como la de ayer, será mejor.

Entonces en ese momento, justo en ese momento, se da cuenta que se ha tragado las palabras que llevaba la noche anterior cuando se movilizaba a la casita del encuentro, cuando decía que ya nadie podía sorprenderlo, que ya nada podía sacarlo de ese inmenso letargo cargado de noches sin pasión, de voces sin labios, de caricias sin calor, de amores sin dueños, sintió como si le hirviera la sangre y prefirió marcharse.

Una llamada hizo que se despertara ese mismo día en la tarde después de reponer el tiempo nocturno que había mantenido sus ojos desvelando en mirar la belleza sin procedencia explicable de aquella musa; y era ella quien al otro lado del auricular aguardaba para escuchar unas cuantas palabras, ideas inconclusas, sentimientos sin pies ni cabeza, como los estaba sintiendo ella en ese momento. La conversación se prolongo durante varias horas, días y semanas, quizá unas 3 o 4 que anunciaron un nuevo encuentro, pero no anunciado, porque ninguno de esos 2 cuerpos estaba preparado para tal cosa, fue sólo un encuentro casual.

Él caminaba ese día por uno de los oscuros pasillos del bloque que le enseñaba acerca de ecuaciones de matemáticas y problemas de física, entonces la vio, parecía que sus ojos al mirarla se quisieran salir de su orbita, sintió como su corazón parecía que fuera a abandonar su caja toráxica, las rodillas parecían pequeñas castañuelas azotadas por el miedo, la atmósfera se le tornó dulce y las palabras le empezaron a quemar bruscamente la garganta, ella se encontraba allí como perdida en un inmenso mar de imágenes que no podía comprender, en ese momento empezó a caminar mas lento y a restregarse los ojos pensando que de pronto estaba soñando; La miró fijamente a los ojos y comenzaron a hablar sorprendidos por lo pequeño del mundo, lentamente el se dio cuenta que no estaba equivocado siendo ingeniero, comprendió que en un intervalo de tiempo (t + Dt) pasan cosas importantes.

Todo iba perfecto hasta que él decidió decirle lo que estaba sintiendo, le dijo que quería estar con ella, que no sabia cuanto la había pensado, que escaparan de la realidad que los miraba con ojos de furia, que quería besarla, abrazarla, mirarla, sentirla, tocarla......
Pero ella pareció no haber escuchado, quiso no haber escuchado esas palabras.
Le dijo que era mala para tener amantes y pensó, tómame para ser un mal amante, para que cuando sienta miedo al despertar cada mañana tenga la certeza de que ese día también me amarás mal, pero me amarás un poco, lo suficiente para seguir viviendo. Le dijo que era mala para tener amantes, lo que no supo explicarle fue que a él no le gustan las buenas amantes; se marchó con la bruma y con las pequeñas luces navideñas que no tienen nada que hacer en las cotidianas noches de enero.

Creyó morir, pasó uno de los días más tristes de su vida sentado en su cama pensando cuales eran las razones que la habían hecho decir lo que dijo.
... ¿¿Miedo?? Pero ¿¿miedo de qué??

Parecía no tener respuesta para esa pregunta, caminaba por las calles en compañía de una inmensa soledad, aspiraba su cigarrillo e intentaba darle lucidez a su mente con las inexplicables figuras liberadas al soltar grandes bocanadas de humo, una tras otra se iban yendo sin poder resolver el acertijo de sus palabras, hasta que regresaba y caía sobre su cama nuevamente donde era vilmente doblegado por el cansancio.


La respuesta tardó en llegar como todas las cosas que uno cree que son buenas, todo indicaba que no podían soportar los días en esa soledad, tan alejados el uno del otro, ella decidió romper con ese martirio y decir todo cuanto podía decir que él no supiera para que no existieran mas secretos.

Sentados, tomando una calurosa taza de café, como le encantaban a ella, uno enfrente del otro, se encontraban ese día en un lugar iluminado por incandescentes velas, en los ojos de ella un hermoso brillo, al igual que en sus labios, en los labios de él una pequeña sonrisa se dibujaba, ¿¿significaba eso que todo iba a salir bien??, esas eran las intenciones y ella tenia la palabra:
“Hay una razón y sólo una razón para que el tiempo nos haya traído hasta aquí, quisiera contarte todo lo que no sabes y que me asfixia, hay un fantasma que viene todas las noches, me seduce, se humedece entre mis piernas, me hace el amor, me llena de pasión para luego irse con el rocío y volver la noche siguiente a hacerme suya nuevamente, siento miedo de perderlo, pero quiero estar contigo, porque menos quiero perderte a ti.”

Fueron palabras lo suficientemente densas como para poder comprenderlas en un nanosegundo, por eso el sólo acepto como quien no entiende lo complicado de esas palabras, era lo único que él había anhelado escuchar desde que la conoció y ya que lo había dicho, no había vuelta atrás; un beso y sólo un beso, selló el pacto bilateral.
Beso que pasó con los días de ser “gloria in excelsus” a convertirse en amarga hiel, cuando sus días de grandes alegrías se tornaron en tardes de grises cielos nublados por la tristeza que ella irradiaba.
¡No era gratis!
El pequeño fantasma se había marchado tal y como ella lo había temido siempre, esta vez para no volver nunca, y no había más culpables que él.
Sí, él era el único culpable e iba remediarlo.

Suena el teléfono,
Un pequeño intervalo de tiempo,
Una voz dulce responde al otro lado de la línea,
Un pequeño intervalo de tiempo,
4 palabras que preguntan por Él,
Un pequeño intervalo de tiempo,
Un llanto que arrecia sobre los oídos de ella que es sorprendida por la noticia del suicidio de quien busca.
Un pequeño intervalo de tiempo,
El tono constante del teléfono que indica que la conversación ha terminado,
Un pequeño intervalo de tiempo,
Una pequeña sonrisa que se dibuja en los pequeños labios con cristales de azúcar que comprenden que no ha perdido su amado,
Ha conseguido un nuevo fantasma.

Texto agregado el 25-01-2004, y leído por 265 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
04-12-2004 Hey me gusta la profundidad del texto, cabe decir que no solo hay que morir para que alguien se quede con tu alma. El alma del cuento, es de esas en la que te das cuenta, que muchas veces la percepción d los sentidos es poca para captar, los mensajes que lleva consigo. eufrates
 
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