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Inicio / Cuenteros Locales / Pilef / 43.-Dignidad. ©

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El hastío llenaba mi alma; malamente y con desgano, ordené un poco mi cabello y salí en busca de un lugar barato para almorzar.
Caminé sólo unas pocas cuadras y frente a la altura del 3300 de la avenida Irarrázabal, encontré un restaurante que rezaba en una pizarra de la puerta: “Colaciones”… entré sin pensarlo mucho y me senté en una mesita pequeña cerca del ventanal.
El garzón tomó la orden y mientras esperaba veía a la gente pasar, algunos presurosos, ensimismados en sus asuntos, otros lentamente, casi paseando, en forma despreocupada, dejando pasar las horas y sin prestar atención, al tráfico que llenaba de ruidos aquel lugar.
Noté que algunos se inclinaban a dejar alguna moneda en una caja pequeña que tenía una viejecita sentada en el suelo, que se cubría con un paraguas negro, a modo de quitasol; vestía sucias ropas también negras y parecía inválida pues no se movía, sólo sus manos lo hacían al sonido de las monedas que tomaba y guardaba celosamente en otra caja escondida entre sus harapos.
Algunos pasaban sin verla y otros parecían no mirar, pero lo hacían y seguían su camino. Otros pasaban, para luego volver y dejar su moneda a la viejita, a quien no le veía la cara, pero podía imaginar su incomodidad, allí sentada en el suelo.
Por algunos minutos, pensé en ella, en su pasado, en su vida… ¿tendría hijos?... ¿dónde estarían?... mis pensamientos fueron interrumpidos por el garzón que traía mi pedido y me dispuse a tomar el alimento que se me presentaba y que poco disfruté pensando en la señora de la calle.
Seguía viéndola y a los transeúntes que pasaban a su lado, sus rostros me hablaban, la señora con los niños que pasó y se tuvo que devolver a instancias de uno de sus hijos que insistió en dejar algo a la viejita. La carita de aquel niño, al dejar su donación, reflejaba en pleno un corazón no contaminado por la vida, su ternura y su alegría de dar. Algunos al agacharse, le decían algo, yo sólo veía su mano, tomando la moneda para guardarla en la otra caja. Otros al pasar, mostraban una mirada airosa y crítica antes de seguir su camino que me hacía pensar en la frialdad de aquellos ojos y el hielo de su corazón.
Al salir, dudé un poco, pero me acerqué y agachándome, dejé un billete en la caja, lo que me permitió ver el rostro de aquella mujer; me encontré con su dura e impávida mirada que ni siquiera respondió a mi pregunta si necesitaba algo más.
Me puse de pié y lentamente, sin dejar de mirarla, comencé a caminar… mi mente en blanco, por la impresión de aquel rostro casi sin expresión, sólo la dureza de esa mirada, su ajada y sucia piel y esas ropas que parecía llevar puestas desde hace mucho tiempo.
En ese momento, fui interrumpida por un joven de aproximádamente unos 30 años que me dijo: “No sienta lástima, seguro gana más que usted y yo juntos”. No supe qué responder en ese instante y él siguió… viene cada día, con sol o con lluvia y he sumado las monedas en alguna oportunidad, he sacado cuentas, creo que vive mejor que cualquiera de los que le regalan su dinero, se aprovecha de los sentimientos de las personas… la expresión del joven era fría y denotaba un cierto grado de molestia.
Sin pensar mucho, le respondí: “pero a ella, le falta algo, y ni con mi jubilación miserable, ni usted con su sueldo pequeño, hemos perdido… LA DIGNIDAD”.
El joven, me miró, entre interrogante y sorprendido, la expresión de su rostro cambió y por algunos segundos, me pareció ver en él un dejo de tristeza, luego asombro y determinación, puso su mano en el bolsillo, me dio las gracias varias veces y deseándome un buen día, retrocedió hasta donde estaba la viejecita para poner una moneda en la caja.
Lo vi seguir su camino, muy erguido, mirando al frente y caminando con paso firme.

Pilef ©
30-09-06

Texto agregado el 01-10-2006, y leído por 365 visitantes. (19 votos)


Lectores Opinan
09-12-2006 Hay una definición de dignidad.."es merecer el calificativo de persona"... "Ser persona es poseer signos de humanidad".Cuándo a uno la realidad le golpea la cara, las definiciones no sirven. Excelente. Mis 5* lesu
08-12-2006 Excelente relato amiga, esta es una realidad queha todos nos golpea en la cara tarde o temprano, está en nosotros dejarla pasar o no. Un abrazo. jackievidela
04-11-2006 Relato que a parte de su buena construcción literaria, da para muchas lecturas y ¿por qué no? controvertidos comentarios. La dignidad y el dinero son incompatibles. La dignidad pude ser un concepto ambigüo. La mendicidad, aún obviando su moralidad e individualidad, es una protesta antisistema. La mendicidad como cortafuegos de nuestra conciencia. Haz el bien y no mires a quien. C azulada
29-10-2006 A veces una noche al mes bajo de Las Condes al centro. Veo dos Chiles muy distintos... Esa noche iba por miraflores, la vi durmiendo, no se si sería tu misma viejita, pero se cobijaba con dos frazadas a la intemperie al lado de un cajero automatico lleno de dinero... pense también en la dignidad y sabes... me dio verguenza y pena... alejandro_fernandez
26-10-2006 Pones el dedo en la llaga. Dar o no dar ese es el dilema. Yo siempre hago lo que me dice el corazón... excelente tu texto... un beso y un abrazo ruben sendero
17-10-2006 Excelente relato... Es cierto, varias veces me han dicho lo mismo sobre algun mendigo. Y ademas de dignidad les falta cariño, tal vez siempre les faltó el cariño necesario para poder amarse ellos mismos..... NANAI
16-10-2006 Es un relato bastante reflexivo... En verdad fue toda una aventura, te imaginé tratando de almorzar, visualicé a la profesora que se preocupa por los demás y que ama al prójimo, lo cual me ayuda a corroborar esa bondad inherente a tu espíritu... El titulo no pudo ser más apropiado y en general todo el texto es Maravilloso. Hericuento
12-10-2006 es tan cierto eso...muchas veces se critica a la gente que toma como opcion pedir limosna, sin saber realmente los motivos que las han llevado a ello...muy buena narración es un placer volver a leerte, saludos Karol panthera
12-10-2006 uy, bárbaro+++++ La_Entidad
12-10-2006 Éxcelente y triste tambien. mis***** para esa limosna que se da para aliviar el alma besitossss nilda.... nilda
11-10-2006 Magnífica narración.Me llevaste al escenario y me pusiste caritativo.Así este mundo a unos les sobra y a otros les falta el pan y el amor. *****Un abrazo lengua_de_puma
08-10-2006 Ha sido una suerte que me hayas leído, así he podido conocer tus escritos, los seguiré leyendo. Este es de una humanidad notable. rferesin
07-10-2006 me encanto la parte del niño, siempre quise saber por que los niños quieren dar y aqui la explicaste magistralmente, como siempre es un placer poder leer las imagenes que siempre dibujas con tus manos hasta hacerlas letras... arcano20
06-10-2006 ¿Que puedo decir ante tan detallada observación y tan fina conclusión? ¿Tú crees que pierden la dignidad? ¿Es indigno o degradante pedir limosna? ¿Qué es la dignidad? Dignidad es grandeza, excelencia; es una calidad o bondad superior por la cual alguien goza de especial valor o autoestima. ¿Alguna vez la tuvieron? Fíjate Pilef, de sus sinónimos: decoro, decencia, recato, modestia, sobriedad, vergüenza ¿Qué hicimos nosotros para que nacieran mujeres y hombres dignos? ¿Qué hicimos para que nacieran dignos. ¿Alguno de ellos fueron dignos? No; no creo que se pierda algo que nunca se ha tenido. ¿Dónde está la respuesta justa? La limosna es el diezmo para tranquilizar nuestras conciencias y son ellos los extorsionadores profesionales de nuestra impronta de culpabilidad. +++++ Asi lo creo. BaronRojo
06-10-2006 Mi querida Pilef. Me ha emocionado profundamente tu relato. Mira, yo que soy minusválido (poliomelitis en la infancia) tuve la gran suerte de tener siempre trabajo, amigos, familia y por que no decirlo, incluso gané dinero y viví con sobras y decoro. ¿porqué digo que soy minusvalido y que para andar necesito el auxilio de bastones? Trataré de explicarme. A pesar de mi torpe andar anduve por las ciudades del medio mundo que tuve la suerte de conocer. Aquí y allá me encontré con vagabundos, con presuntos pobres, con paralíticos que con su mano estendida suplicaban una limosna. Siempre que me di cuenta y pude, allí estuvo mi moneda. Muchas veces pensaba: "está mejor que yo. Quizá debiera trabajar y no tirarse al suelo mendigando" No obstante, nunca esta reflexión me hizo esconder la mano. ¿Y si lo necesitaba? ¿y si no le ayudaba y esa noche no podía cenar, cuando yo en el hotel de turno tendría mesa repleta de condumio?. ¿Y si no tenía a nadie al lado suyo? Es por ello que quizá yo pueda entender mejor que nadie lo de la DIGNIDAD de la que hablas en tu cuento. Por las que preguntas que dejo más arriba, por si alguna fuera cierta, creo que estas personas. que son seres humanos se merecen nuestra ayuda. Un abrazo, campeona de las letras. Noguera
03-10-2006 excelente texto, un gusto leerlo india
03-10-2006 Me sumo a todos los comentarios entregados, poco mas ya se puede agregar a lo dicho, salvo reforzar la esplendidez de tu reflexión, el sentimiento que le agregas a ella es un plus que pocos sabemos hacer. Mis felicitaciones y mis 5 * para ti. Palom_a
03-10-2006 Existe tanta mendicidad como la sociedad lo permita, mientras la cesantía y la falta de oportunidades sea inadvertida, seguirán los mendigos pidiendo limosna. Es muy probable que en innumerables oportunidades alguien tenga que olvidarse de su dignidad, quizás una familia que espera las monedas, una enfermedad, escasez de trabajo, impedimento físico y tantas otras razones. Hay mendigos como la viejecita de tu reflexión, que además de lástima provocan un rechazo, la mirada fría, como pensando que lo lógico es que le pases un billete o una moneda, hay mendigos agradecidos que te bendicen y te desean un buen día, otros, como el del comentario de curiche, no le trabajan un segundo a nadie y sin embargo viven mucho mejor que tú. Hay mujeres que arriendan niños y otros como el que personalmente conocí. Siempre parado en la esquina de Latadía con Américo Vespucio, todos los días yo le pasaba mi moneda, era anciano, pero limpio y bien vestido. Hubo un reportaje en T.V. y él fue uno de los entrevistados, ganaba en unas pocas horas, cuatro veces más que lo que yo ganaba trabajando jornada completa, nunca más le pasé una moneda y nunca más en esa esquina recibió limosna, a la semana del programa, ya se había cambiado de esquina. Ese mendigo había perdido la dignidad, su forma de vida era esa, probablemente el joven que se te acercó, decía la verdad, cuando se pierde la dignidad, se ha perdido la esencia del ser, no todos los limosneros la pierden, en la viejita de tu narración había soberbia, en otros se puede captar la gran necesidad de ayuda, es en donde podemos ver la humildad en su mirada. Una buena reflexión, muy bien escrita, el tema da para mucho, por mientras te dejo mis cinco estrellas. Ignacia
02-10-2006 Un texto muy profundo un placer leerte besos****** lagunita
02-10-2006 Un relato aleccionador y a la vez hermoso, por lo sencillo, humano y bien llevado. Me quedé pensando (las reflexiones son buenas si hacen pensar, ¿verdad?) que aunque la mujer fuera, en el fondo, una simple aranera, de todos modos estaba haciendo algo bueno, seguramente de manera inadvertida: porque el valor que tuvo la emoción de dar para el niño no puede quedar contaminada por nada. Iwan-al-Tarsh
02-10-2006 Muy bueno, Pilef. Uno se apena y deja la moneda no? martinpescador
01-10-2006 Hay Pilef, la DIGNIDAD, un tema para la época que vivimos, esta no se compra ni se vende, se tiene o no se tiene, uno con el transcurrir de los años se va volviendo algo incomodo o insensible a lo que ven los ojos y no el corazón, para muchos la actitud del joven es justa y correcta, para otros falta de conciencia ante la pobreza del mundo. ¿Cual es la parte justa o centro del tema? imposible establecerlo. Conozco gente que ante la imposibilidad de encontrar trabajo con salario digno se ven en la necesidad de mendigar, con el tiempo se hace menos pesado pedir que trabajar, y no es que vayana encontrar trabajo asi por así. Otros/as hacen de la mendicidad y la compasion del ser humano una fuente inacabable de dinero, se convierten en profesionales del pedir ¿Y por que no? si este pais es el pais de las colectas. Tuve en una antigua familia a la que pertenecí por algunos años, un cuasi primo, casado, que nunca trabajó, su mujer todos los dias parada en las puertas del Banco del Estado. En pocos años compraron una casa mejor que la que con mi pareja habiamos logrado trabajando ambos. Curioso, el tema de la reflexión, para conversarlo un dia o mas enteritos. la forma del relato, impecable, muy buena, bien estructurado, si alguien ha decidido no subir tema alguno ante la magistralidad de tu forma. ***** mi respeto, en la prosa tambien eres buena. curiche
01-10-2006 Profundo y real, me gustó rferesin
01-10-2006 Magnifica reflexión que poco mas o menos a todos nos ocurre en nuestro callejear en algún momento, pero creo que nadie pierde la dignidad cuando hace de la mendicidad su medio de vida... y créeme aquí también ocurre con muchísima frecuencia que lo que salta a la vista es solo pura apariencia o uniforme de trabajo... llámese así. Un Beso y estrellitas joan-bosch
01-10-2006 Que texto tan profundo cada dia me sorprendes mas Cada publicacion diferente pero con los sentimientos marcando el territorio en que te mueves Siempre los sentimientos No sabes como admiro tus escritos tanto que ya no me atrevo a publicar mas nada 5* mi gran admiración y mis mas fuertes deseos de conocerte Alberto45
01-10-2006 Texto profundo, bien escrito, crítico y a la vez solidario. Me gustó leerte. 5* zepol
01-10-2006 Un texto que ara mi mente de impotencia y me deja con una clara carencia de humanidad y compasión, de mis congeneres Que no se pasea frecuentemente en las veredas del hombre.*5 terref
01-10-2006 Es un bello texto con un final polemico. En tu Santiago, habra mucha gente que prioriza la dignidad. En el resto del mundo ya no. tio_coco
 
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