El significado de la metáfora es tan misterioso como las cosas que puedes llegar a encontrar en los túneles por donde pasan los trenes. “Los dientes de marfil” decía un libro en su primer ejemplo, refiriéndose a: ¿la blancura? Por qué comparar los dientes de alguien con los colmillos de un elefante, únicamente para decirle que tiene los dientes blancos; por qué no mejor comentarle: “oye, tienes los dientes muy blancos” ¿o eso -a lo mejor- también sería una metáfora?

Dime lo que quieras decirme sin rodeos, que la incertidumbre me está matando las neuronas, los recuerdos, estos segundos de vida, las uñas de los dedos, y un par de horas de sueño. Me dejas sin nada; desnudo, estúpido, merodeando por la casa al igual que una paloma que cambia de dirección cada cinco pasos y mueve el cuello como si fuese su único pasatiempo-aturdido.
Esperanzado en que vuelvas me tienes vuelto un tonto imaginando el arco iris que dibuja tu sonrisa. Ya ni quiero mirar si no estás aquí conmigo que todo se ve tan bien cuando estás en cualquiera de mis parpadeos. Si de sacarte fotos con mis ojos, serían las que guardaría con mayor cuidado, e incluso de haber un concurso de fotografía ganaríamos! Mi amor, vuelve.

Despertar y saber que estás ahí sin siquiera abrir un ojo.
Queda de tu olor.

Lo único que quería contarte es que te hecho de menos, aunque no existas, aunque seamos una metáfora.