Cada encuentro y desencuentro contigo
nos lleva al mismo lugar,
tu puerto aparenta ser lo prohibido
y sin embargo es mi destino final.

Tus besos son mi delirio
tus caricias lo adictivo y fatal,
lo imposible, el olvido;
mi castigo, quererte sin más.

A todas horas y deshoras
febril, absorta y evadida;
sumergiéndome en tu recuerdo,
haciendo de un desvelo
el más cálido y acogedor de los sueños...
Duermo en tu hombro cuando te pienso,
a pesar de tener los ojos abiertos.

Huyo de adulterar momentos,
No es mi estilo forzar ni sobreactuar...
Yo me quedo con lo nuestro
desbordado de cositas pequeñas como un granito de sal.