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		| Vivía con esa sensación eterna de que existía la posibilidad de que me lo encuentre en la calle, y si así hubiera sido, hubiera besado las manos del destino. Pero nunca lo vi, y me sentía tan patética al avanzar cada paso buscando su rostro entre las rejas de una cerca.Peor aún era cuando íbamos a la reunión general cada mes, pues ese día no ayudaba a nada más que ha hacer el resto de los 27,28,29 o 30 días sean llenados por mi ansiedad y que mis ojos repasaran hasta el rincón más recóndito. ¡Ni siquiera lo amaba! Era simplemente su presencia ese único día, su manera de referirse a los demás, su forma de ser descontraída, que me contagiaba la sangre de ganas, manía y fobia.
 Mi estómago se contraía al escuchar su nombre, y sentía el vacío al escuchar otro apellido. Para mí ya no quedaba más que aguantar. Hasta que llegó ese día en que no fue nunca más a la reunión, y el antídoto se me fue otorgado.
 Gracias a otra mujer que nunca conocí, que decidió darle fin al que nos había condenado a ambas.
 
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Texto agregado el 08-10-2006, y leído por 168 
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					| ![]() | 08-11-2006 | ![]() | huuuyy... ese es un final muy bueno. mariosegoy | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  
					| ![]() | 14-10-2006 | ![]() | Que delicadesa en tus palabras, pobre de ese que se fue sin decir nada. saludos niña. emilianodeluxe | ![]() |  | ![]() |  | ![]() |  |  | ![]() |  |  |  | ![]() |  | ![]() |  |  |  
   
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