Recuerdo la casa como la dejaste antes de marcharte
nuevamente
por última vez
por los senderos de tu propio pasado
Recuerdo tu cuarto
(donde de niño era compañero de la oscuridad y el tiempo)
donde tus cosas quedaron como las dejaste
Después
los descendientes las dispersaron por otros rumbos que no eran los tuyos

La ventana con marco de madera
pintado de blanco
en su base dos o tres macetas
floreciendo
y otras
pereciendo
Aquel gran cuadro dorado de Antonio con su aureola de Santo
que en sus manos guardaba un niño que con el tiempo se haría cruz
En un rincón un ropero que llegaba hasta el techo
y en él
entre otros
un cajón
donde guardaste por años tus gastados recuerdos
(una pluma sin tinta una lámpara muda un reloj sin manecillas ni correas barajas para jugar Canasta viejas canicas con lágrimas de cristal)
En el centro de la habitación una amplia cama
donde en las noches
al cerrar
ventanas y puertas
construías otra noche
más oscura y silenciosa
regresabas
(nunca me lo dijiste)
a tus pocas humedades
a tu amor sin raíces
a tu nido perdido
Al lado había un closet
donde encerrabas tu pequeña historia
y donde resguardabas tus cosas
protegiéndolas celosamente
de los ojos maliciosos del infructuoso olvido
(yo a escondidas abría tu closet
-nunca te lo dije-
donde me topaba de cara con un misterio
que se parecía a un Sol muerto de otros tiempos)

Y ahora en esta pieza nadie entra
el ropero cerrado
tu cajón sin abrir
la ventana con candado
sin macetas
sólo el marco de madera
pintado de blanco
Del closet se ha escapado tu pasado
ha seguido otro camino
Todos me han quedado vivos
sólo tú te marchaste
Alegrías y tristezas
las has abandonado
y no me has dejado nada
sólo hay algo que olvidaste
y son tus manos con que me guardaste
y es tu risa con que me ayudaste
y es tu presencia con que me heredaste.