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EL REGALO

El vendedor, olfateando su primera venta del dìa, gesticulaba dramàticamente mientras explicaba a su cliente porquè debìa decidirse a comprar.
"¡Mire que lìneas!, no me va a decir que no son perfectas, ahora èchele una miradita a las molduras, vea el detalle....ahora si me lo permite vea el interior, sienta la tela...¡ahhhh! ¿¿ve??¡pura calidad!, ademàs cuenta con alarma; algo muy conveniente, usted ya sabe que las apariencias engañan y que hasta lo mas definitivo que hay en esta vida, puede no ser tan definitivo"
Justino Martìnez sonrìe satisfecho.
"Si, me lo llevo, envuèlvamelo para regalo"
El vendedor, conocedor de su oficio, esconde la sorpresa que le causa tal peticiòn y enseguida envìa al mandadero para que compre lo necesario. Tardan un poco en dejarlo listo, despuès de todo es la primera vez que les piden algo asì, muy pronto el color caoba del fèretro que acaba de comprar Justino, queda oculto detràs del papel de regalo, parece una barra de chocolate gigante con envoltorio de colores chillones: rosa, azul, anaranjado. Terminan colocando un gran moño a juego.

"Sùbanmelo a mi camioneta"

Y ahi va Justino, mientras maneja, va piense y piense: "¡Las cosas que me obligas a hacer Gloria!, a ver si con esto se te acaban los achaques. Desde que nos casamos hemos hecho mas visitas al hospital que a ningùn otro lado. Que si te duele aquì, que si te duele allà. Que si ya vas a estirar la pata,¡tanto dinero gastado en medicinas que no te curan!,....Primero pensè era mal de ojo; entonces te llevè con Doña Angustias para que te hiciera una buena limpia. Estuviste bien por un tiempo pero ya estas otra vez con tus dolencias. Creo mas bien que eres una mañosa. Con este regalito debes de reaccionar, ya veràs"

Cuando viò llegar la camioneta de su marido, Gloria se emocionò mucho. Mañana es su cumpleaños, seguro le comprò algo bueno, se ve que trae algo grande en la parte trasera, tal vez un mueble. Nunca imaginò la buena señora que su marido le llevara una caja de muerto, casi se muere de verdad cuando Justino le pidiò que quitara la envoltura y se encontrò con tan lùgubre regalo. "Mujer, tu siempre estàs dicièndo que ya te vas a morir y no se que tanto, por eso decidì traerte esto, no te puedes quejar, es de lo mejorcito que hay, estaràs muy a gusto aquì"

A la par que se recupera del disgusto, el inesperado regalo hace reaccionar a Gloria, la artritis se esfuma, ya no le da la migraña, la presiòn alta la deja en paz y su diabetes se controla de un dìa para otro. Tras la incomodidad inicial (no encontraban donde ponerlo) el fèretro se hace ùtil e indispensable a los pies de la cama matrimonial que Gloria y Justino comparten desde hace 20 años. Los calzones de Justino y los pijamas matapasiones de su mujer, encuentran un hogar dentro de èl. "Ay Gloria, el dìa que te mueras voy a extrañar tanto el mueblecito, mira que bueno nos ha salido"

Una noche en que no podìa conciliar el sueño, a Justino se le ocurriò intentar dormir dentro de la caja. Descartò la idea por descabellada y rara pero cuando en sus noches comenzò a abundar el insomnio, decidiò probar. Sacò toda la ropa que guardaban y se durmiò muy tranquilito a los pies de Gloria, quien estaba fùrica con el desorden y sorprendida con la actitud de su esposo. Aquella noche, Justino soñò que estaba enterrado dentro del fèretro, tres metros bajo tierra, no fue una pesadilla sino un sueño apacible y tranquilo, sentìa su cuerpo suavemente envuelto, como si estuviera dentro de un capullo de mariposa. Las preocupaciones y los afanes cotidianos se habìan quedado lejos, muy lejos. A la mañana siguiente despertò mas descansado que nunca y comenzò a preguntarse si el morir se parecerìa a su sueño.

Muy pronto Justino no puede dormir en otro lado que no sea su "cajita" como cariñosamente la llama. Siempre sueña que està plàcidamente muerto.Empieza a pensar que la muerte es como volver a una patria abandonada en el momento de nacer y olvidada con la brimera bocanada de oxìgeno que entra a los pulmones. Quizàs no hay nada que temer de la muerte. Primero duerme con la tapa del fèretro abierta, pero con el tiempo se acostumbra a dormir con la tapa cerrada. Gloria se queja: "pareces Dràcula, estoy harta, ya ni me haces caso, quiero el divorcio"

Cuando la muerte acabò por seducir completamente a Justino, el cafè negro que acostumbraba beber todas las mañanas quedò enfrìandose sobre la mesa de la cocina pues ya no lo pudieron despertar. En el velorio todos comentaban la felicidad pintada en el rostro del difunto. Gloria a su vez lamentò muchìsimo la pèrdida de su ropero.

tigrilla (necia con la muerte, sorry)

Texto agregado el 12-10-2006, y leído por 336 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
02-11-2006 Muy bueno, tigrilla, disfruté leyéndolo. margarita-zamudio
25-10-2006 sonrisa pelada... calavera adorada. muchos saludos antroponauta
17-10-2006 y la yapa... trotamundos
16-10-2006 buen remedio busco el marido, solo que le sirvio a él mas que a la regalada, muy bueno. ***** curiche
16-10-2006 Conduces al lector muy bien por tus letras (acostumbrado estoy). Frente a tu texto de irónico final, de trama fantastica y real, leerlo es suponer que esto nunca ocurrió, de ocurrir supongo que pocos sabrían la historia. Destacable tu preocupación por perseguir historias cuyo trasfondo sea la muerte (uno de los tres grandes temas en la literatura) Debo felicitarte el principio del cuento es muy bien logrado. El personaje (Justino) por poco y bien trabajado. La seducción de la muerte, los sueños suyos, interesantes. Hallé algunas palabras sin tildar, algo subsanable, por supuesto. Saludos. cvargas
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