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Nezahualcóyotl
(1402-1472)



“No os dejéis engañar
con que la vida es poco.
Bebedla a grandes tragos
porque no os bastará
cuando hayáis de perderla.

No os dejéis consolar.
Vuestro tiempo no es mucho.
El lodo, a los podridos.
La vida es lo más grande:
Perderla es perderlo todo”.

Bertolt Brecht



Acolmiztli Nezahualcóyotl –nombres que significaban “brazo o fuerza de león” y “coyote hambriento o ayunado”–, apodado también Yoyontzin como poeta, nació en Tezcoco al amanecer del 28 de abril de 1402, año que entonces se llamaba Ce tochtli o 1-Conejo. Fue hijo de Ixtlilxóchitl el Viejo, sexto señor de Tezcoco, y de Matlalcihuatzin, hija de Huitzilíhuitl y hermana de Chimalpopoca, señores sucesivos de México-Tenochtitlan.

Entre los seis y los ocho años fue enviado al celmécac, la severa escuela para la formación de nobles y sacerdotes; su educación fue guiada, además, por el sabio Huitzilihuitzin que le trasmitió el conocimiento del antiguo pensamiento tolteca y despertó, posiblemente, su sensibilidad poética.

Entre los 16 y los 26 años, Nezahualcóyotl fue un príncipe perseguido y acosado. Los tepanecas de Azcapotzalco, que trataban de sojuzgar los señoríos del altiplano, mataron a su padre Ixtlixóchitl en su presencia y, acaudillados por Tezozómoc y luego por su hijo y sucesor Maxtla, persiguieron encarnizadamente a Nezahualcóyotl para evitar que recibiese el señorío de Tezcoco.

Tras de vencer innumerables acechanzas de sus enemigos –relatadas en los códices Xólotl y Tepechpan y en las relaciones históricas de Alva Ixtlixóchitl– Nezahualcóyotl, gracias a la disposición de los aztecas y de otros pueblos del altiplano, logra vencer y destruir el poderío de Azcapotzalco hacia 1428. Se constituye, entonces, la Triple Alianza, formada por México, Tezcoco y Tlacopan (Tacuba) en que se apoyará la supremacía que alcanzará, en lo miliar, el imperio azteca de México-Tenochtitlan y, en lo cultural, el reino de Tezcoco.

Nezahualcóyotl, quizá la más notable de las realizaciones humanas del mundo indígena, muere en la capital de su reino en el año 1472, 6-Pedernal, y lo sucedió su hijo Nezahualpilli que continuará su obra hasta poco antes de la llegada de los conquistadores.

Sus poemas y cantos son, principalmente, disquisiciones poéticas, reflexiones filosóficas y “cantos de orfandad y angustia” (iconocuícatl). Dominaba, pues, en él, el pensador sobre el imaginativo, o el filósofo sobre el poeta. Creó algunos poemas memorables por su lirismo y su invención imaginativa, pero lo característico en él era su capacidad para concertar en poesía sus meditaciones acerca de los tres grandes temas que cultivó: la divinidad –o la búsqueda del dios desconocido–, el destino del hombre y la poesía misma:

COMO UNA PINTURA NOS IREMOS BORRANDO

¡Oh, tú con flores
pintas las cosas,
Dador de la Vida:
con cantos tú
las metes en tinte
las matizas de colores:
a todo lo que ha de vivir en la tierra!
Luego queda rota
la orden de Águilas y Tigres:
¡Sólo en tu pintura
hemos vivido aquí en la tierra!

En esta forma tachas e invalidas
la sociedad de poetas, la hermandad,
la confederación de príncipes.
Metes en tinta
matizas de colores
a todo lo que ha de vivir en la tierra.

Luego queda rota
la orden de Águilas y Tigres:
¡Sólo en tu pintura
hemos venido a vivir aquí en la tierra!

Aun en estrado precioso,
en caja de jades
pueden hallarse ocultos los príncipes:
de modo igual somos, somos mortales,
los hombres, cuatro a cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos en la tierra.

Percibo su secreto,
oh vosotros, príncipes:
De modo igual somos, somos mortales,
los hombres, cuatro, cuatro a cuatro,
todos nos iremos,
todos moriremos en la tierra.

Nadie esmeralda,
nadie oro se volverá,
ni será en la tierra algo que se guarda:
todos nos iremos
hacia allá igualmente:
nadie quedará, todos han de desaparecer:
de modo igual iremos a su casa.

Como una pintura
nos iremos borrando.
Como una flor
hemos de secarnos
sobre la tierra.
Cual ropaje de plumas
del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo,
iremos a su casa.

Llegó hasta acá,
anda ondulando la tristeza
de los que viven ya en el interior de ella…
No se les llore en vano
a Águilas y Tigres…
¡Aquí iremos desapareciendo:
nadie ha de quedar!

Príncipes, pensadlo,
oh Águilas y Tigres:
pudiera ser jade,
pudiera ser oro,
también allá irán
donde están los descorporizados.
¡Iremos desapareciendo:
nadie ha de quedar!

[Poema de Nezahualcóyotl en “Romances de los señores de la Nueva España”, f. 35 r-36 r. Traducción: Ángel María Garibay K. En América antigua de José Luis Martínez.]

• • •

José Revueltas, en su libro El luto humano, dice que “este país era un país de muertos caminando, hondo país en busca del ancla, del sostén secreto”. Bien podría situarse esta frase en los tiempos de Nezahualcóyotl, en nuestros tiempos y aún en los tiempos futuros; México ha sido siempre, y seguirá siendo, un país de muertos.

La muerte es el “sostén secreto” del pueblo Nahuatl, a ella se debe y por ella vive. En ninguna cultura de cualquier sociedad, la muerte ha echado raíces como lo ha hecho en la cultura mesoamericana.

La angustia del hombre del altiplano es una angustia que determinará la forma de existir, el tipo de vida que se ha dispuesto seguir.

Nezahualcóyotl, en el poema citado, de tipo iconocuícatl, refleja la desesperación de no poder extender una existencia que se encuentra predeterminada a morir, tarde o temprano.

Todos los dioses son dioses que, de una u otra forma, tienen contacto con la muerte, incluso el propio “Dador de la Vida” tiene el poder de exterminar, como una pintura se borra a través del tiempo.

La existencia del hombre es tan efímera que debemos aprovechar lo que se nos ha dado de la mejor manera y en el mayor tiempo posible…

Nezahualcóyotl puede ser comparado, por su afán de comprender el mundo, por su afán de conocimientos, con los filósofos chinos del período de Primavera y Otoño; puesto que ellos, al igual que Nezahualcóyotl, visualizaron un tipo de vida distinto a las generaciones anteriores; es decir, trataron de fundir su religión politeísta –aunque, tal vez, inconscientemente–, en una religión monoteísta. Quisieron hacer entender a los hombres que no debían preocuparse por las cosas materiales y mezquinas.

Sin embargo, Nezahualcóyotl fue un hombre contradictorio, y dentro de su propia contradicción, el rey de Tezcoco, envolvió su figura para protegerla contra la pátina del tiempo. El jade se ha quebrado y el oro se ha gastado, pero el pensamiento de Nezahualcóyotl –aunque no se ha estudiado todavía plenamente– aún tiene vigencia, vigencia en un mundo quebrantado, olvidado y humillado.

Los dioses viejos han desaparecido y han sido sustituidos por nuevos dioses, el tiempo ha borrado viejos ideales y ha impuesto otros nuevos; pero el problema fundamental del hombre no ha sido resuelto.

La muerte aún sigue imperando como lo hacía en el viejo Imperio Mexicano. Por algo Mictlantecuhtli posee una sonrisa eterna.

En fin, para delimitar este pequeño monólogo coloco estos últimos versos de un poema de José Emilio Pacheco dedicados a Juan Rulfo, porque, tal como en aquellos tiempos, quizá hoy exista alguien que pueda quitarnos esta angustia de siempre, este miedo de dar el último paso…

Digan si ven la tierra que merecemos.
Si contra nuestras penas
hay esperanza.

Texto agregado el 23-10-2006, y leído por 4922 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
26-10-2006 El rey poeta, venerado por su pueblo, tuvo la suerte de morir antes de la llegada de Cortés y su gente. Su canto vive, su figura permanece. Suscribo tu homenaje y me adhiero a su recuerdo... aukisa
 
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