| Y el ángel leyó el libro de los sellos y destripó uno de los arcanos, sus ojos se hicieron negros y fue separado del todo para ser él, diciendo: 
 -Singularidad del Uno, duplicidad del Dos, trinidad del Tres, cardinalidad del Cuatro, ésta es la cuantividad corresponsal numérica; que está ligada a nosotros, somos la esencia de lo funcible y lo utible, ordenadores del “qué”, nos llaman Utilitas.....
 
 Entonces tomó forma como nunca habría podido comprender antes, podía verse, estuvo más bello que nunca, al pronunciar las palabras:
 
 -Espontaneidad del Fuego, sensibilidad del Agua, comunicidad del Aire, estabilidad de la Tierra, ésta es la morfidad corresponsal elemental; que está ligada a nosotros, somos la esencia de lo estetible y lo formible,
 ordenadores del “cómo”, nos llaman Venustas....
 
 Cuando terminó lo siguiente, podía sentir sus fluidos corriendo por las venas y lloraba sin consuelo al poder tocar su piel inmaculada:
 
 -Madera del Basto, vidrio de la Copa, hierro de la Espada, oro del Pentáculo, ésta es la cualitatividad corresponsal material, que está ligada a nosotros, somos la esencia de lo tactible y lo fisible, ordenadores del “para qué”, nos llaman Firmitas...
 
 Su deseo de “ser más”, lo llevó a cometer un error, no debía leer las letras doradas, sólo las de plata y cobre:
 
 -Tres de uno y uno de tres, nada se nos escapa y si así es, es por que así lo queremos, todo pasa por nosotros y no conocemos el soslayo.
 Si quiere existir nosotros lo designamos, si quiere morir nosotros lo reciclamos y nos encargamos de lo vital. Somos la corte de Vitruvio, todo el que quiera salir, entrar, subir, bajar o no es nuestra responsabilidad y decisión.
 Y compartimos lo complejo, las normas, con nosotros; “lo completo” y “lo polar” son las tareas, Artemio, es como se lo nomina.
 
 -Es un arcano de poca verdad..
 
 Entonces la criatura fue escupida a la existencia, designada a la tierra y desprovista de alas, concebida en soledad y desnuda, frágil y sin memoria alguna, llanto es lo que se escucha arrepentida por el infortunio de su imprudencia; pero El Padre y La Madre siempre reconoce a sus hijos, éste es de sangre violeta, éste es uno de ellos, éste es él.
 
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