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Las Gotas Rebeldes

Desde mi ventana veo una gota de agua rodando por un tejado hasta que logra desprenderse del hilo invisible que la mantiene atada a él y consigue despegar hacia el suelo. A los pocos segundos el ciclo se repite. Luego de muchas y muchas gotas rompiendo sus hilos y despegando hacia el suelo te das cuenta que no todas las gotas de agua son iguales, tienen diferente tamaño, se mueven a diferentes velocidades, tienen su propio ritmo y hasta parecieran tener su propia personalidad. ¿Quién fue el primero en mentirnos y decir que dos gotas de agua son iguales? No sé quién habrá sido, sólo sé que por su culpa ni siquiera intentamos buscar las diferencias en las gotas de agua. ¿Qué culpa tienen las gotas? Ninguna, sólo el observador imperfecto es culpable del error. ¡Pero no importa! Afortunadamente las gotas nunca se percataron del error, sino sólo imaginen cómo se hubieran sentido sabiendo que les estábamos quitando su individualidad.

Llegué a ser el publicista más reconocido de mis tiempos, las grandes compañías me buscaban y se peleaban por tenerme como el genio creativo de sus campañas. Como todos ustedes saben, las grandes compañías invierten cifras millonarias en campañas publicitarias para el lanzamiento de sus nuevos productos. En nuestros tiempos los nuevos productos están cada vez más dirigidos a grupos de consumidores, dividiéndolos por edades, por grupos sociales, por etnias, por geografía y por muchas otras cosas que ustedes ni se imaginan. La clave de mi éxito fue proponerle a las grandes compañías realizar campañas que permitieran abarcar varios de estos grupos a la vez. Sólo imaginen los ahorros que esto significaba para estas compañías multinacionales, la posibilidad de hacer un producto que abarcara muchos sectores de consumidores era un negocio sumamente atractivo para ellos.

¿Cómo lograba mi objetivo? Trabajando mucho, pero tenía un método infalible, usaba muchas encuestas para conocer las tendencias de los diferentes grupos de consumidores y luego creaba campañas que usaran los elementos comunes encontrados en ellos, o que mezclara elementos que apuntaran a diferentes grupos, pero que no se contradijeran. ¿Cómo sabía que no se contradecían? Nuevamente usando encuestas sobre estos grupos.

Mis problemas comenzaron un par de años atrás, cuando una gran compañía me encargó el desarrollo de una campaña para su nuevo producto estrella. En esos tiempos yo era ya dueño de la agencia publicitaria más grande de mi país. Mi empresa tenía sólo creativos, y subcontrataba todo el resto de los servicios, incluyendo la confección y ejecución de las encuestas. Tomé personalmente el trabajo para esa campaña y todo estaba preparado como siempre para predecir y dirigir el comportamiento de una gran masa consumidora. Aplicamos nuestro método en forma normal: encuestas a grupos para determinar elementos comunes y luego nuevas encuestas para determinar contradicciones entre elementos individuales. La fórmula estaba tan probada que no podía fallar. El tamaño de los grupos encuestados se fijaba de tal forma que asegurábamos un noventa y cinco por ciento de probabilidades de éxito.

Los gerentes de la compañía confiaban tanto en mis servicios (ya teníamos varias campañas exitosas con ellos) que daban todo por aprobado sin siquiera revisar los comerciales televisivos, afiches publicitarios ni comerciales en emisoras radiales. Ya estaba todo preparado para el lanzamiento. Aún después de todos los años de experiencia no podía evitar el nerviosismo y la ansiedad antes de iniciar cualquier campaña, sin importar el monto de la cuenta en juego. En este caso, la campaña era la más grande que nunca habíamos realizado.

El día esperado llegó y la campaña comenzó a bombardear a las masas usando todos los medios disponibles. Los gerentes estaban muy confiados por la fuerza con que la campaña comenzó, sólo restaba esperar resultados, los que nunca llegaron. Durante el primer mes de campaña las ventas del producto no alcanzaron a llegar al cinco por ciento de las proyecciones que todos teníamos. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Acaso las masas no se estaban comportando como lo habíamos pronosticado? Algo andaba mal y la imagen de mi agencia estaba resultando dañada. Me dediqué estudiar lo que pasaba y contraté los servicios de una empresa especializada en estudios de mercadeo. La campaña no estaba llegando a las masas, simplemente los elementos que encontramos gracias a las primeras encuestas no representaban ni al cinco por ciento de la masa objetivo. ¿Qué quedaba por hacer?

Decidí rehacer la campaña, corriendo con todos los gastos, pensando en recuperar la imagen de mi agencia. Comenzamos todo el método desde el principio, pero esta vez contratamos a dos empresas diferentes para realizar las encuestas a los grupos seleccionados, y contrastar sus resultados. Ambas empresas llegaron a las mismas conclusiones. Creamos la nueva campaña y la lanzamos con la misma fuerza que antes, sólo que esta vez todos los gastos corrían por cuenta de mi agencia. Todas las utilidades de ese año las invertí en ese proyecto, debía salvar la imagen de mi negocio.

Esta vez llegamos al seis por ciento de las ventas esperadas. ¡No podía creerlo! Algo estaba funcionando muy mal y debía averiguar lo que era, o mi negocio estaba perdido. Me endeudé al máximo de mis capacidades y comencé todo nuevamente. Esta vez debía eliminar todas las posibilidades de errores. Las encuestas a los grupos las haría yo mismo y la cantidad de personas encuestadas sería tal que me aseguraría que representara estadísticamente al noventa y ocho por ciento de la masa que nos interesaba. Trabajé día y noche durante semanas hasta que quedé totalmente conforme y seguro de mi trabajo y relancé una vez más la campaña con la misma fuerza de las veces anteriores. El esfuerzo me dejó económica y físicamente agotado, si esta vez fallábamos, estaba completamente arruinado.

Y falló. Las ventas alcanzadas repitieron el cinco por ciento de las proyecciones de la compañía. Ya no tenía nada más por hacer.

Mirando por la ventana de mi habitación en este hotel de mala muerte en el extranjero, sigo contando las gotas y analizando sus diferencias. Creo que las gotas se hartaron de ser parte de un flujo, de una masa de agua que fluye según se encauce y decidieron rebelarse. ¿Por qué tenía que se yo la víctima de esas gotas rebeldes?

Jota

Texto agregado el 31-10-2006, y leído por 281 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
12-12-2006 el dia en que las masas dejen de actuar como tales - sera el dia mas glorioso de mi vida! / Tu narrativa: fenomenal! besos.lau. aruald
02-11-2006 Me encanto... es lo que yo pienso aunque te dire que eso que has escrito me parece una utopia... yo creo que irremediablemente nos acercamos cada ves mas a ser parte de la corriente. Excelente cuento, te dejo ***. lord_useless
01-11-2006 Tu talento no sólo radica en el estilo, sino que de cosas sencillas, a aparente vista ,que no lo son, haces motivos, imágenes sublimes, que recrean la lectura, y nos obligan a pensar...... eneas
01-11-2006 Muy bien narrado. Hisotoria entretenida, sos muy versaltil como escritor, muy bien la metafora de las gotas de agua rebeladas... ***** sinopsis
 
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