| La vi. sentada aquella noche, como todas las noches. Ella con su cara gris, sus cabellos largos, de oscura sonrisa, un poco delgada y  alta, algo perfecta para ser confundida entre las piedras.
 Yo viajaba  en el bus. Pero ella allí, ya tenía yo cinco, diez,  veinte, joder! no lo sé, mucho tiempo viéndola sentada en el muro frío que se encontraba justo en la parada del transporte público.
 Cada vez que yo me  bajaba en esa parada,  de tal o cual bus, ella me miraba  fijamente, llegué a pensar que me esperaba.  A veces parecía un espectro, yo la sentía, sentía su alma, era  fría.
 Una noche en que solo podía fumar para calmar mis miedos, decidí abrir la ventana cuando mi ángulo visual tomo por la izquierda, y  la mire de tal manera que no sospechara, me escondí y  la observe  inmóvil,  inútil, como pálida y en mi muro,  y dijo mi muro porque desde hacía tiempo ya,  se había convertido en lo que suelen llamar el  baúl de los recuerdos. En él me destaqué como trepador, como músico, hasta como hombre,  es que allí  durante  una   profunda embriaguez concilié mis líquidos etílicos con sus  formas frías y pesadas.
 Ya se volvía cotidiano verla, hasta  ajustaban  sus colores y  su silencio con  las piedras de mi muro. Fue cuando decidí mientras viajaba en el bus preguntarle su nombre, tal vez su teléfono, seguro algunas cosas mas.
 Planeaba yo el momento,  recuerdo que inventaba su voz,  su aliento, la sutileza de su cuerpo y  el olor de sus cabellos, sentía sus pechos en mi pecho, sentía como se  desprendía el hielo de su alma,  mientras yo me olvidaba de los miedos.
 Repentinamente  el frío del muro se activo en mi cuerpo, y dije:
 - claro he llegado, ha llegado el momento.
 Entonces sentí como el tiempo se hizo lento, casi eterno antes de poner un pie en el escalón y más lento se hizo aún  antes de poner el otro pie en el pavimento.
 Cuando el tiempo dejó de ser  lento y  baje al fin, el frío gris me atrapó,  ya no quería dejarme  ir, y es que ella estaba allí,  la observaba yo,  un poco distante,  un poco valiente y gris.
 Pues bien, no dude más, me acerque y una extraña mirada broto de sus ojos, pude verme en ellos, palidecí, golpee mis manos toque la imagen, perdí mi sueño y  finalmente comprendí que sólo era una nueva valla, le di la espalde y me marche.
 
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