Recuerdo nuestro primer encuentro, volvía caminando a mi casa cuando al pasar por al lado del cerco me sentí observando “muy atentamente” por alguien; fue al mirar que la vi por primera vez. Ella estaba sentada en uno de los pilares, erguida, con sus ojos amarillos tan perfectamente redondos como clavados en mi, fue cuando hice lo que suelo hacer ante cualquier animal y en particular cualquier gato con el que tenga contacto visual, me acerqué y extendí mi mano para acariciarle la cabeza. Para cuando mi cerebro recibió la sensación de ardor y dolor, ella ya me había arañado y vuelto a guardar su garra como si realmente nada hubiera sucedido.
Pasaron unos días y esta vez la volví a ver caminando por la pared medianera del patio de mi casa, ahora con más cautela me moví lentamente para acariciarla cuidándome de no repetir la anterior experiencia. Como estaba muy mimosa le pregunté como se llamaba y ella me respondió… desde ese día ella es para mí la gata “Miau”. Esta gorda angora, de pelo gris, no sé que edad tiene pero muy joven no debe ser a juzgar por su carácter de pocas pulgas. Se la puede acariciar con mucho cuidado, pero no traten de alzarla porque entre sus uñas y sus dientes no tendrán escapatoria!. Siempre viene a visitarnos, y generalmente respeta esta rutina: entra por alguna ventana, va derecho a la cocina a donde están los platos de comida de nuestros gatos, Se pelea/juega un rato con ellos, con el hocico destapa alguna caja de cartón y se tira adentro para que le “juguemos”. Ella anda como una más entre todos los gatos y perros que vagan sin dueño ni destino por las calles, aunque estoy casi seguro que ella tiene casa.
Imaginemos ahora que estas últimas líneas las hubiera escrito “Miau”.
¡¡¡A quién se le ocurre llamar a un gato con el nombre de “Miau”, es como si uno le preguntara a un humano como se llama y si éste tosiera, entonces uno lo llamara “Cof, cof” !!!. Va a hacer un año que los visito y no probé ningún alimento como la gente (¡bueno, como los gatos!) en esa casa, ¡no entiendo como sus gatos pueden comer esa comida que no tiene gusto a nada!. Por último, no me confundan con los otros gatos andrajosos que andan por ahí, he conocido gatos que de estar tan sucios la cola les quedó dura y ya no la pueden bajar!. ¡Yo tengo casa y estoy siempre limpia y alimentada, solamente salgo a pasear y aunque me gusta “dar que hablar”… no soy una gata cualquiera!.