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EL CASO
DE LA SERPIENTE ENGAÑADORA
Provincia de Corrientes- Argentina.
Rosaura Villalba es una señora de pueblo, con algunas carencias básicas para llevar adelante a su familia que está compuesta por cinco hijos: tres varones y dos mujeres; ella es madre soltera y actualmente cuenta con sesenta años de edad.
La condición de ser madre soltera, no fue ni será nunca un impedimento, para que esta mujer sencilla, habilidosa y muy laboriosa, que ha trabajado de sol a sol para que no le faltara nunca a sus hijos el sustento diario.
Cuando Rosaura quedó embarazada de su primer hijo, tenía apenas dieciocho años de edad, vivía con sus padres y con tres hermanos en una precaria vivienda de adobe, en la tercera sección de un pueblo llamado Mantilla, (residir en la tercera sección sería como vivir en pleno “campo adentro”), donde se pueden divisar una casa cada treinta cuadras de distancia una de la otra más o menos; o sea residir allí, sería como vivir en el medio de la nada.
Rosaura se había enamorado perdidamente de un tal Eulogio Gómez, lo había conocido una noche en la que se había realizado una fiesta campera en celebración del cumpleaños de la madre de Rosaura. A pesar de vivir sobre la nada, esa noche a la precaria casa, habían concurrido alrededor de cincuenta invitados; éstos habían llegado desde otros parajes, algunos de ellos eran familiares y otros solamente grandes amigos de los padres de Rosaura.
Después de cenar, comenzaron a sonar el acordeón, el bandoneón y las guitarras, entonando un chamamé, la música típica que simboliza a aquella hermosa Provincia, invitando a los concurrentes a bailar. Rosaura se encontraba sentada en una precaria silla de madera fabricada por su padre, llevaba puesto esa noche un precioso vestido blanco con pintitas rojas y detalles de tul, también se había puesto unas medias blancas que le llegaban a la altura de las rodillas y un par de zapatos negros muy bonitos que hacía muchos años atrás su padre con mucho esmero se los había comprado. Como nunca los usaba solamente los tenía reservados para alguna ocasión especial como lo fue ésta, parecían recién comprados, Rosaura muy minuciosamente los había lustrado, brillaban como una estrella refulgente.
En un momento del baile, se acercó hacia donde se encontraba Rosaura, Eulogio Gómez, un joven muy buen mozo un poco mayor que ella, que era amigo del padre, la invitó a bailar con mucho respeto.
-¿Me concedería usted el placer de bailar una pieza conmigo Rosaura?- le preguntó acercándose.
-¡Ay Eulogio, no sé, no sé si mi padre me va a dejar!- le contestó tímidamente mirando a su padre.
El papá de Rosaura al observarla movió la cabeza en señal de aprobación, entonces Rosaura aceptó bailar con aquel hombre.
Mientras danzaban Eulogio le dijo:
-Está muy linda esta noche, Rosaura.
-¡Ay Eulogio, gracias!- le respondió sonrojándose.
-Dígame Rosaura, ¿usted tiene novio?
-¡Ay Eulogio lo que me pregunta!- le contestó tímidamente.
-Perdone, no es mi intención incomodarla, Rosaura.
-No, no me incomoda, lo que sucede es que me da mucha vergüenza Eulogio la pregunta que me hizo.
-No tiene que tener vergüenza, sólo le pregunté si tenía novio.
-No, no tengo novio.- le contestó sin mirarlo a los ojos.
-Y dígame... ¿usted no querría ser mi novia?
-¡Ay lo que me dice, mire si se entera mi padre de lo que me está proponiendo!
-Su padre es muy amigo mío, me conoce muy bien, sabe como soy, creo que no le molestaría que usted sea mi novia, a mi me gusta mucho usted Rosaura, ¿sabe?
-Usted también me gusta Eulogio, pero no sé si mi padre me va a dejar ser su novia.
-Yo hablaré con él.
-Como usted diga, Eulogio.
Cuando la pieza musical había terminado, Rosaura se separó de Eulogio y se dirigió hacia la silla donde antes había estado sentada, él se había quedado parado en la improvisada pista de baile en el piso de tierra, después se dirigió hacia donde se encontraba el padre de Rosaura y comenzó a conversar con él; mientras ella desde su sitio lo observaba nerviosamente, en realidad había quedado deslumbrada por aquel hombre, ella quería ser su novia. En cierto momento de la charla, el padre de Rosaura se reincorporó de su asiento y se dirigió hacia donde se encontraba su esposa, mientras Eulogio sentándose la miró guiñándole un ojo. Después de tanto conversar con su esposa, el padre de Rosaura volvió a su lugar y llamó a su hija y a Eulogio.
El padre le pidió a los músicos que dejaran de tocar y después de haber quedado un gran silencio expectante... el padre de Rosaura mirándola le preguntó ante todos lo presentes:
-Rosaura, aquí Eulogio me pidió tu mano para ser tu novio, ¿lo aceptas, hija?
-¡Y si usted quiere, padre!
-Yo quiero Rosaura, tu madre también, ¿tú quieres ser la novia de Eulogio?
-Sí padre, sí, quiero.- respondió dando un eterno suspiro.
Entonces el padre de ella tomó la mano de ésta y la colocó sobre la mano de Eulogio diciendo:
-¡Bendigo a los novios y que sean muy felices!
Dicho esto Eulogio besó en la frente a Rosaura y los músicos comenzaron a entonar un chamamé “bien maceta” en honor de los novios. Ellos danzaron, danzaron toda la noche bajo la luz de la luna que se había iluminado aun más.
De aquella noche fueron pasando los días, Rosaura periódicamente veía a Eulogio, salían a caminar por el campo, o con el sulki de él iban a pasear por el pueblo.
Cierto día, en el que ellos en una siesta se habían encontrado, ella hizo el amor con el hombre del que estaba enamorada, hubiera querido llegar virgen al casamiento con aquel viril hombre, pero no pudo contener sus deseos pasionales y se entregó a él.
Una sola vez bastó para que un día ella notara que sentía unos extraños malestares, esos eran unos síntomas muy raros para ella que siempre había sido muy sana y fuerte.
La madre de Rosaura sospechaba que los malestares de su hija se podrían deber a que tal vez su hija había quedado embarazada. Rosaura rezaba todas las noches pidiéndole al Tata Dios para que no estuviese en ese estado, que lo que sentía su cuerpo fuera solamente un malestar pasajero nada más.
Una vez vino el doctor del pueblo a ver a Rosaura, pues los malestares iban aumentando. El doctor la revisó y diagnosticó que exactamente, Rosaura se encontraba embarazada de más o menos seis meses de gestación.
El padre y la madre pusieron un grito en el cielo, no podían creer lo que les estaba pasando.
Cuando el médico ya se había retirado, Rosaura no sabía qué hacer, no quería toparse con la mirada enfurecida de su padre que salió de la casa a toda prisa a caballo en busca de Eulogio.
Cuando lo encontró en un boliche del pueblo jugando a las cartas, tuvo un intercambio de palabras con él y después juntos se fueron para la casa de Rosaura. Al llegar allí, Eulogio se comprometió ante los padres de su novia a casarse con ella lo más pronto posible, en una semana contraerían matrimonio.
Y desde aquella vez fueron pasando los días, Rosaura vivía el acontecimiento con mucha alegría, se encontraba esperando a su primer hijo y pronto, muy pronto se casaría con el hombre que amaba.
Pero dos días antes de la boda, ella se enteró que su Eulogio se había ido del pueblo sin avisarle, le dijeron los amigos de él que les había dicho que ni loco se pensaba casar y que huía a Buenos Aires para que no lo pescaran la familia de ella.
Rosaura no podía creer lo que estaba escuchando, ella había confiado ciegamente en aquel hombre que tantas veces le había prometido amor eterno. Cuando su padre se enteró puso el grito en el cielo, pero a pesar de demostrar ser un hombre rudo, por dentro tenía un buen corazón y no dejaría nunca que su hija siguiera sola y abandonada con su embarazo; así que decidió que ella podría seguir viviendo con ellos y que ellos mismos se encargarían de ayudarla a ella y al hijo que llevaba en sus entrañas.
El tiempo fue pasando, Rosaura no volvió a ver a Eulogio nunca más, su embarazo ya estaba llegando a término y el día tan ansiado por todos, especialmente por Rosaura, al fin llegó, ella dio a luz a su primer hijo, un varoncito. Ella se encontraba muy feliz por el acontecimiento y su familia también.
Aquel niño trajo a la vida de la familia de Rosaura mucha más vida, todos estaban pendientes de él, a pesar de las carencias materiales trataban de que no le faltara nada, todo había vuelto a ser como antes pero con un nuevo integrante más en la familia.
Una noche cuando todos dormían, el bebé que ya tenía cinco meses de vida despertó con su llanto a Rosaura, ella se levantó de su precario catre muy sigilosamente para no despertar a los demás, tomó al niño en sus brazos y salieron juntos al patio pues hacía demasiado calor adentro de la casa. Rosaura pensó que si lo sacaba a la brisa fresca que corría afuera el bebé se calmaría pues no tenía hambre, cuando llegó al patio se sentó en una silla y mientras acunaba al bebé en sus brazos para que se durmiera cantándole una canción de cuna en guaraní, éste dejó de llorar calmándose y durmiéndose, después depositó al niño sobre un gran banco a su lado, observó que estuviera cómodo y cerró los ojos para descansar disfrutando de la brisa fresca que rozaba su mejilla.
De pronto... cuando ella se quedó dormida junto a su pequeño hijo, una pequeña serpiente de color negra arrastrándose se fue subiendo por las piernas de Rosaura, ella en ningún momento se despertó parecía que estaba sumergida en un pesado sueño, luego la serpiente fue subiendo por sobre el estómago hasta llegar a la altura de los pechos, cuando llegó a ellos y como Rosaura había dejado un pecho afuera del viejo camisón porque antes había tratado de darle de mamar a su hijo, la serpiente comenzó a mamar de su pecho. Rosaura continuaba durmiendo, en ningún momento se despertó, pero el que se había despertado era su bebé, cuando la serpiente instintivamente se dio cuenta de que el niño había despertado, colocó su cola en la boca del bebé para que no llorara y se entretuviera con ella como si fuera un chupete mientras la serpiente seguía mamando del pecho de Rosaura; así estuvo mamando la serpiente un largo tiempo hasta que la madre de Rosaura se despertó y al notar que su hija y el bebé no estaban dentro de la casa, salió al patio y vio el horrendo momento por el que estaba pasando su hija y su pequeño bebé; la madre dando un grito desgarrador tomó un hacha que se encontraba cerca de ella y asestó con mucha fuerza un hachazo sobre la serpiente, ésta se partió en dos por el golpe y por el filo del hacha cayendo muerta al piso de tierra. Justo en aquel momento, se despertó Rosaura sobresaltada, pensaba que le había ocurrido algo malo a su bebé, cuando su madre le contó a ella y a todos los demás integrantes de la familia que se habían levantado por el fuerte grito que había dado, lo que había visto cuando salió al patio, todos se quedaron muy asombrados ante lo escuchado; Rosaura lloraba por lo sucedido, no sabría ella qué hubiera hecho si a su hijo le pasaba algo malo.
El tiempo de esta horripilante historia fue transcurriendo, Rosaura Villalba nunca más volvió a pasar por esa tan espeluznante experiencia, volvió a creer en el amor pero a pesar de todo la vida no le brindó una familia bien constituida, tuvo que conformarse con seguir siendo una madre soltera de los otros cuatro hijos que tuvo.
A pesar de que el tiempo fue transcurriendo, ello no fue ningún impedimento para olvidar semejante experiencia, la fue contando a cada uno de sus hijos cuando éstos ya habían crecido y me la contó a mí. También me relató que es muy normal, ver en pleno campo a alguna que otra serpiente enredarse por las patas de una vaca, para que no se mueva y así de esa manera poder mamar de sus ubres.
FIN.

Texto agregado el 13-11-2006, y leído por 327 visitantes. (0 votos)


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