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Inicio / Cuenteros Locales / jonh / El Infiernillo - Cap. II - El Regreso al Infiernillo

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“Con tanto dolor el amor se vuelve un arma, la negra apariencia de amar esta llena de rencor”

Así pasó un año desde aquel incidente, no pude soportar seguir viviendo en la misma ciudad, con el incidente y todo lo demás no fue difícil convencer a mis padres de mudarnos, traté de olvidarlo todo más cada noche las pesadillas me asaltaban haciéndome revivir esos momentos, había veces que despertaba con la certeza de saberlo que pasaba y repentinamente lo olvidaba.
No se los había contado antes pero tengo un hermano mayor llamado Enrique, les cuento esto porque será de relevancia en la historia, Enrique es dos años mayor que yo pero aun así es muy vanidoso conmigo, en general no nos llevamos muy bien, terminó sus estudios después de mudarnos y en su fiesta de promoción conoció a una joven llamada Jana, no la conocía muy bien pero ella se mostraba muy gentil conmigo.

Todo ocurrió una noche que llegaba tarde a casa, mis padres no estaban y Enrique y Jana se hallaban conversando en la sala, saludé y me dispuse a retirarme a mi recamara, pero Jana insistió en que me quedase y le pidió a Enrique que fuera por unas bebidas.
Estaba sentado en el sofá sumergido en mi mundo y sin percatarme que todo a mí alrededor desaparecía, me encontré en una zona desértica completamente naranja y bajo el cielo del Infiernillo, primero pensé que era mi imaginación a pesar del porrazo que me di al caer del sofá, desconcertado vi que Jana estaba de pie frente a mí.
- Maldición – dije – ¿Cómo demonios? Llegué acá.
- Yo te traje – dijo Jana – Soy miembro de la secta que controló a Luz.
- Muy bien – me dolió volver a escuchar su nombre – que quieres.
- Voy a contarte una historia.
- No tengo tiempo para tus tonterías.
- Pues escucharas así lo quiere mi señor.
- Si no tengo otra opción.
- Todo esto de la Secta es un plan tal como Dios tiene un plan para ustedes, Lucifer tiene uno, todo para evitar el fin de la humanidad, dime que prefieres un mundo en caos o un mundo con rectitud inquebrantable, donde no tengas voluntad.
- Esto no es más que una estupidez para confundirme, ¿verdad? , no me importa lo que quiera uno o el otro, el mundo seguirá dando vueltas, lo que yo quiero, ahora que me has hecho volver este lugar es… – titubeé las palabras brotaron naturalmente, sin más entendí que debía detener a Lucifer, que él era él culpable de lo ocurrido – mi venganza.
- Lucifer se opone a Dios porque considera que su reinado no podrá derrotar a la tercera fuerza que se nos avecina.
- No me interesa el propósito de ese maldito, él se metió en mi camino y en mi sueño, no, no me importa quien gane, solo me importa que él muera.
- Parece que no voy a poder convencerte, mejor volvemos al mundo humano.
No sé porque pero el volver a ese lugar, el Infiernillo, me hizo tener una inmensa cólera y un deseo intenso de ir pelear con Lucifer, sentía que lo conocía desde antes de vivir, pero, ¿porqué no le temía?
Volvimos ha aparecer en la sala como si no hubiese ocurrido absolutamente nada, Enrique volvió con las bebidas, luego de ingerir el liquido me apuré a retirarme a mi habitación sin decir nada, de igual forma él no me creería es un completo escéptico.

Todo lo que había pasado no dejaba de no parecerme increíble, a pesar de la tristeza que había reflotado en mí no pude evitar encontrar un poco de alegría en mi interior, ¿Por qué la idea de vengarme me daba tanta felicidad?, necesitaba ayuda para llevar a cabo mi venganza y sabía quien me podría ayudar.
Oré cada noche, fui a misa cada día en un intento desesperado de que Dios me escuchara, sin éxito alguno estaba por rendirme, ya harto de orar me desplome en mi cama esa noche, pero alguien me despertó un sujeto de traje blanco que apareció de la nada en mi habitación.
- Buenas noches, Juan – saludo el ángel.
- Buenas noches, ¿Quién es usted? – pregunté.
- Yo soy el arcángel Gulliver, has estado invocando la ayuda de Dios hace un par de días.
- Eso es cierto – fue un mes no un par de días – necesito que me ayude a detener a Lucifer.
- Pero Juan, tú has nacido para detener a Lucifer; es tu destino o al menos eso es lo que deberías hacer.
- No me gusta no poder elegir mi destino, pero necesito ayuda.
- Para eso esta la espada dorada, la espada que llevaba Luz es la clave para vencer a Lucifer, solo si tu corazón es puro y honesto lograras purificar la espada.
- Sin embargo la espada está en el Infiernillo.
- Entonces, necesitas ir allá.
- ¿Cómo?
- Piensa, Jana te llevará, está tras tu hermano.
- Cuando ese día llegue Lucifer se arrepentirá de haber utilizado a Luz.
- Debes contener tu rabia, por que la espada si se llena de ira podría terminar controlándote como controló a Luz.
- Está bien, contendré mi rabia.
- Hasta luego – y desapareció en una gran ráfaga de luz.
Luego de unos minutos me di cuenta que no me sentía extrañado de lo que me había pasado, es verdad que soy un poco frío, pero esto es una exageración, era como si en realidad lo supiera. No recordaba nada sobre mi vida como no humano.
En estos momentos me hallaba sumamente furioso con Lucifer por la muerte de Luz, pero había algo más, creo que era sentido del deber, creo que recuerdo el sentimiento de orgullo al aceptar tal misión.

Ahora debía encontrar la manera de que Jana me lleve, cosa que resulto ser más fácil de lo pensado. Desde el día en que Jana me había llevado al Infiernillo había estado siguiendo a escondidas a mi hermano a ella cada vez que salían, fue un domingo por la mañana mientras caminaban, cuando ella sin ningún drama mientras caminaban ella lo jaló a un callejón y vi que no salían, me apresuré entonces a llegar al callejón pero dentro de este parecía haberse hecho de noche.
Titubee, no por miedo, si no por que sentía que tendría que abandonar el mundo humano, “No tienes nada aquí” me dije y convencido de ello ingresé en la oscuridad del callejón que se vio interrumpida bruscamente

El cielo y la tierra se me hacían familiares. El viejo cartel del Infiernillo me invocaba los recuerdos de Luz, pensando en como estará en el cielo, pensando y pensando hasta que llegue al mismo sitio donde murió Luz aun quedaban manchas de su sangre en la tierra era ya inevitable que mi corazón sintiera dolor y furia; Lucifer me las iba a pagar sea como sea.
Escuché unas voces alejadas de las ruinas de la ciudad, me guié del sonido para ubicarlos, ya suponiendo quienes estarían hablando, el sonido me llevó hasta un peñascoso muy alto y desde el cual pude ver muy bien a los miembros de la secta en uno de sus dichosos rituales
Todos rodeaban un altar cuadrado y en el cual estaba mi hermano amarrado a un tronco y frente a él se hallaba la espada de Luz, Debía obtener la espada y evitar que le pase a mi hermano lo que le pasó a Luz, más no hallaba la forma de hacerlo.
Mientras ellos hacían cánticos yo aproveché para bajar por una escalera que se hallaba labrada al lado del peñasco, en silencio logré evitar que me oyesen y al llegar a la parte baja me oculté tras una roca aliviado de que nadie hubiese volteado en ese momento, desde allí logre el discurso que Jana proclamaba.
- Compañeros – dijo – he aquí al nuevo portador de la espada dorada, ya que la antigua portadora no logro llenarla de odio, tal vez una traición amorosa lo logre, entréguenle la espada.
Enrique hacía todo lo que podía para zafarse, estaba desesperado por liberarse, cuando se le fue entregada la espada las cuerdas se rompieron y mi hermano pego el grito en el cielo empuñando la espada.
En ese momento pude sentir como la energía oscura de una tremenda fuerza era liberada, los ojos de mi hermano se tornaron rojos y enardecido comenzó a romper las rocas que habían, me aterré ya que se dirigía hacia donde yo estaba oculto, salté ha tiempo para ver a mi hermano destrozar la roca donde yo estaba, al verme comenzó a perseguirme sin descanso, yo ya comenzaba cansarme de correr mientras Enrique ni transpiraba, los miembros de la secta me seguían con la mirada, al verlos yo me decía ¿Por qué no tratarán de capturarme?
“¡Maldición! no vuelvo a decir nada” pensé, ya que sin previo aviso los miembros de la secta comenzaron a rodearme empujándome contra otro peñasco y dejándome arrinconado frente a mi hermano, él se lanzó al taque con la intención de atravesarme, apenas si logré esquivarlo lanzándome a un lado, mi hermano terminó incrustando la espada en la roca y dejándola atorada, mientras él trataba de sacarla sin éxito yo me incorporé y le di un empujón con el hombro haciéndolo chocar contra la pared de rocas en la cabeza y dejándolo inconsciente. Los miembros de la secta comenzaron a acercarse, yo solo atiné a tomar la espada.
Con tan solo empuñarla sentí las manos ardientes y un abundante poder negativo que quería brotar de mí, todos mis recuerdos se volvieron tortuosos, debía pensar en algo bueno a que no resistiría mucho más, pero ello no es tan fácil como decirlo, ya que siendo humano hay cierto placer en esos oscuros pensamientos. Sentía que iba a perder cuando apareció dentro de mi mente mi amada Luz hablándome:

- Juan – dijo – busca en tu corazón, olvida el odio por Lucifer y concéntrate en algo positivo.
- Luz – respondí – no puedo perdonarlo por lo que te hizo.
- No he dicho que lo perdones pero debes olvidarte de eso por ahora, piensa en todo lo bueno que has pasado.
- Luz yo te amo es lo único que me hace feliz, dime si también me amas Luz.
- Juan claro que sí, sino no estaría aquí ayudándote.
Se despidió con una sonrisa y volví al Infiernillo, “me ama” me decía un frase dentro de mí que comenzó a mermar el poder negativo que se apoderaba de mí hasta que el dolor se había ido solo quedaba una gran fuerza y una libertad que no había sentido nunca, creo que fue la primera vez que me sentí así de feliz por algo que no tenga que ver con luz ¡Estaba feliz de tener tanto poder!
La espada resplandecía de una luz blanca y la gema se había vuelto de un color turquesa. Lo primero que atiné a hacer fue cargar a mi hermano inconsciente en uno de mis hombros, los miembros de la secta trataron de cerrarme el paso pero ante la apariencia de la espada retrocedían con ávido temor. Al lograr atravesar su defensa reaccionaron y comenzaron a perseguirme liderados por Jana.
Aún pese a la tensión el momento seguía sintiendo gozo, más aún cuando volteé a ver a los miembros de la secta y parecían puntos lejanos, para mi buena fortuna encontré un portal en el camino, me detuve y e asomé a ver a donde conducía, era un parque conocido. En el momento en que me disponía a salir Jana y su escuadra me bloquearon el paso.
- Juan – dijo – no tienes a donde ir.
- Eso es lo que tú crees – respondí, mientras arremetía contra ellos.
Traté de no usar la espada, entenderán que no deseaba matar a ningún humano. A base de golpes y patadas arremetía contra los sectarios, la ancha hoja de la espada la empleaba de escudo ante sus golpes. Me abrumaba el hecho de que cada vez que caían volvían a levantarse casi inmediatamente aun si estuviesen sangrando o magullados.
Llegó un momento en el que todos se abalanzaron contra mí al mismo tiempo, logré contenerlos y lanzarlos por el aire, todos cayeron al suelo y me dirigí a toda prisa hacia el portal, que comenzaba a cerrarse. Ya frente al portal siento que mi tobillo izquierdo queda entrampado, Jana me había detenido y el portal se hacía cada vez más pequeño. Muy a mi pesar lancé a mi hermano a través de aquel portal cuando este terminaba de cerrarse.

- Ahora ya no puedes regresar, Juan – dijo Jana.
- Sí, pero por lo menos no voy a perder la mano – exclamé al mismo momento que enterraba la espada detrás de mi tobillo, Jana gritó y yo corrí con su mano aun sujetando mi tobillo, mientras corría mire hacia atrás y vi Jana sujetando un muñón de sangre donde estaba su mano retorcijándose de dolor, un hilo de sangre que iba desde ella hasta una mano tirada en la tierra, cuando perdí de vista a Jana oí un grito.
- Juan, te encontraré y te mataré, si maldito yo te mataré ya verás, te mataré...

Eché a correr para alejarme de los aullidos de intenso sufrimiento de Jana, no recuerdo cuanto tiempo corrí, es posible que hayan sido varias horas, cuando me di cuenta los aullidos se habían dejado de escuchar, encontré una pequeña cueva, lo suficientemente grande para que yo cupiese, me recosté en el frío sueño y entré en un profundo letargo. Allí para mi sorpresa estaba Luz
- Juan – dijo ella – esto es mi culpa.
- No Luz – dije – no fue tu culpa.
- Si Juan, yo sabia que esa espada era la clave para vencer a Lucifer.
- Pero, no pudiste decírmelo, no fue tu culpa.
- Si pude, yo ya sabia que tú eras el elegido para esto, tú y solo tú puedes usar esa espada, yo intenté controlarla y ya viste lo que pasó.
- No entiendo.
- Unos días antes que me vieras con la espada en la mochila un ángel se me había presentado y me había explicado tu misión y otras cosas que no te puedo contar, una de mis amigas era de la secta, yo la seguí al Infiernillo por voluntad propia pensando en llevarte la espada pero el poder era abrumador y pasó lo que pasó.
- ¿Quién era esa amiga? – pregunte.
- Jazmín.
- Demonios, ella estaba contigo, pensé que no sabía nada de esto.
- Juan; lo dejo todo en tus manos, adiós.
- No Luz, espera; todavía tengo muchas preguntas.
- Juan vete lo más rápido al norte hasta llegar a los escalones del Purgatorio, allí Gulliver te responderá lo que quieras, pero vete rápido, Jana te esta buscando. ¡DESPIERTA!
Al despertar me hallaba turbado y confuso, pero las voces que se acercaban me hicieron reaccionar y volvía a emprender la carrera, sin embargo al voltear para echar un vistazo pude ver cientos de figuras corriendo hacia mí y figuras aladas que comenzaban a igualar mi velocidad, ya comenzaba a cansarme pero la angustia por sobrevivir me permitió seguir corriendo hasta que divisé una figura amiga ya muy cerca, logré alcanzar a Gulliver al salir del Infiernillo, pero en ese momento no podía respirar, Gulliver me tomó de la mano y pude sentir mi cuerpo hecho pedazos y luego volví a sentirme uno, aparentemente estuve inconsciente, desperté en una habitación casi totalmente blanca.
- Juan – dijo Gulliver – este es el Purgatorio.
- ¿Puedo salir? – dije fríamente.
- Allá afuera no hay aire.
- Genial – dije que en tono sarcástico.
- Encontraras todo lo que necesitas aquí.
- Gulliver, Luz dijo que responderías mis preguntas.
- Si, ¿qué quieres preguntar?
- ¿Por qué me eligieron a mí para enfrentar a Lucifer?
- Es gracioso cuando uno se vuelve mortal y hace preguntas sin sentido – dijo riéndose – tú te ofreciste para esto, Dios nunca a elegido a nadie, todos se ofrecen, luego nacen y no se acuerdan de nada, eso siempre me hace reír.
- Oh..., si supongo que es gracioso – me di cuenta de que Gulliver era un poco ególatra.
- Vuelvo en un momento.
- Te espero.

Hace una nada de tiempo había sido perseguido por sectarios y demonios en el Infiernillo, tomé la espada y comencé a pulirla mientras veía un cielo blanco a través de la ventana y juraría que en ese momento Luz atravesó el cielo dejando una estela.
- ¿No tienes otra pregunta? Juan – me preguntó Gulliver luego de volver.
- Sí, ¿Cómo es que comenzó toda esta locura del Infiernillo?
- Bueno es una larga historia.
- Cuéntamela, tengo todo el tiempo del mundo…


Continúa… Capítulo 09

Texto agregado el 18-11-2006, y leído por 288 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-08-2007 de acuerdo con gatoazul y seifer en muchos puntos. Te falta tomarte el tiempo de desarrollar tu trama, como escritor me pasa muchas veces que lo que me toma mucho tiempo de hacer, no tarda en leerse porque al final queda corto. Ver más la psicología de tus personajes sería necesario para comenzar a conocerlos, tmbién las descripciones te han quedado algo escuetas, lo que quita mucho del compromiso del lector con la historia. De a momentos me parece que saltas de repente de un punto a otro, y tengo que releerte para entender mejor. Tiene mucho potencial el argumento, pero me parece que esos puntos no permiten que se desarrolle como debería. Te seguiré leyendo. NakaGahedros
04-08-2007 Uff.. ehmm hasta que se encontró con Luz, no tenía la más mínima idea de cómo se llamaba el personaje principal, y eso es porque no lo conozco, en el primer capítulo sólo habla y acá hay un poco de desarrollo pero es muy poco. Tienes que plantear sus dudas, pesares, explica un poco su rabia contra lucifer, su desamor por luz, hay tanto que puedes hacer para acercarnos a tu personaje. Ah! y no entedí por qué Gulliver era ególatra, a lo mejor era un poco insensible, o con "poco tacto" pero ególatra?. Como dice Gatoazul tómate un poco de tiempo para describir los espacios, tu mundo, el infernillo; hasta el momento sólo me imagino un montón de rocas.....harto rojo....un desierto..una cueva...pero no sé nada particular de nada. Puntuaciones! otra vez no encontré puntos seguidos o comas. El mundo tiene sustento pero necesitas abarcarlo mucho más, la historia sigue interesante. Saludos ^_^ Seifer
17-01-2007 Necesitas de urgente aprender a usar el punto y seguido. Sobre tu heroe la hace falta algo, hasta ahora podríamos describirlo como alguien intrépido y audaz, pero necesitas darle un poco de intimidad al lector con él. Algo de profundidad. Me recuerda un poco a Constantine la trama, pero deberías poner más enfásis en la ambientación. Tomate un poco de espacio para describir, introducir al lector a cierto mundo. Sigue adelante. Gatoazul
 
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