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CARTA AL QUERIDO PROFESOR UN POTITO TABLÓN

Tómese el lector esta carta con gusto, no tiro piedras contra mi propio tejado. Que nadie se sienta ofendido, esta reflexión va dirigida al profesor (peligro de extinción) que se molesta en explicarnos y discutir con sus alumnos su criterio de corrección, su papel en nuestra educación y demuestra empeño en ayudarnos a mejorar. Me dirijo a esos adultos que ante un aula llena de sillas dicen “y yo también aprendo de vosotros, no sólo al revés” y a aquellos que ocupan las sillas a diario, que os den a los que no.

Querido profesor,
Hace tiempo que deseo escribirte, pero no conseguía encontrar un hueco en mi apretada agenda: el lunes no pude, tenía que preparar un examen sobre Aristocles (su teoría abarca más que su espalda), el martes me vino peor aún, resulta que los musulmanes estuvieron de 756 a 1492 en la Península y no me había enterado, el miércoles tuve que dormir lo que no pude dormir en las noches anteriores… y día sí, día también tengo que dedicarle un rato a aprender a pensar, ya que no me han enseñado.

En primer lugar, aprovechando que ya he hablado del tiempo que nos abarca el estudio, querría resaltar que los países en los que mejor va la educación, es en los que menos trabajo llevan los estudiantes para casa. Aunque, como dijo Homer Simpson “la gente se inventa estadísticas para demostrar algo que han decidido con antelación, y esto lo sabe un 14 por ciento de la gente”. Es fácil demostrar que las estadísticas son erróneas, ¿en verdad es la educación estadounidense peor que la española? No dicen eso los Premios Nobel. Lo que me temo que no podemos demostrar es que las estadísticas estén equivocadas en cuanto a la deficiencia de la educación en España.

Y es que hay aspectos muy curiosos en nuestro sistema, detallo algunos a continuación:
1. A menudo el profesor dice “El libro que os damos no sirve para nada, así que funcionaremos por apuntes”. ¿No hay acaso algún libro que venga bien? Pues compramos ése que sirva en lugar de una patraña de SM. Pero hay casos peores: se dan profesores que opinan que no hay libros buenos de su asignatura, de modo que ellos mismos preparan sus propios libros de texto. Se explica fácilmente “Nadie es capaz de elaborar un buen libro de esta asignatura, pero yo, que ni si quiera he sacado unas oposiciones, soy superior a todos ellos”.
2. La importancia del factor tiempo y el “como tenéis una hora para hacer un examen, os pongo un examen de una hora”. Genial idea que cae en tres fallos imperdonables:
1. A quien se le ocurra pararse a pensar durante el examen suspende.
2. Si el alumno no es muy rápido escribiendo (¡nos están evaluando las condiciones físicas en clase de historia!) no tiene tiempo para escribir todo lo que sabe.
3. Este es pecado capital. Nos están engañando. En la vida real, no sólo tendremos más tiempo para resolver los problemas que nos plantean los exámenes, sino que hacerlos rápido y sin un repaso intensivo, sería una irresponsabilidad.
3. No se aprovechan las clases, nos explican todo aquello que no se comprende leyendo los libros que no recomiendan y que otros libros explican tan bien. El aprendizaje se lleva a cabo en casa.

Que sí, que no importa la nota con tal de que aprendamos, que nos sentiremos mejor con un 5 merecido que con un 8 copiando, que no importa que nos puntúen de menos con tal de que hayamos aprendido. Lo que importa es que si un profesor dice algo de esto, está contradiciendo al sistema de enseñanza español, esta fábrica de eruditos a la violeta, este proceso de alienación en el que hacer las cosas bien se confunde con hacer las cosas como al profesor le gustan.
Para evitar el que alguien piense que estoy exagerando, a todo aquel que desconfíe, le invito a llevar a cabo la siguiente investigación. Tranquilo, es todo muy simple, incluso una víctima de los políticos (fuera de mi educación, joder), como tú, podrás llevarla a cabo; se trata de ir buscando a personas por el colegio (¡Ojo! Este es uno de los mejores colegios! Aunque esa lista que dijo Chema en www.magisterio.es no exista). Para defender mi posición desde la posición más radical, te invito a que preguntes a personas con buenas notas (en un mal sistema de educación sacar buenas notas no implica ser buen estudiante), aún así, verás que tengo razón.
1. Busca a una persona de 1º Bachillerato y dile qué te acote una figura plana o tridimensional, el plano de tu casa, de tu habitación, lo que quieras. Después compara su criterio de acotación con los de la UNE (Norma Española), con las Normas DIN (extendidas por Europa) y con las del profesor de dibujo del centro (extendida por algunos alumnos de los últimos cursos del centro).
2. Busca a una persona de 3º ESO y pídele amablemente que te diga que son las combinaciones, las permutaciones y las variaciones. Después, incluso te puedes atrever a preguntarle para qué sirven.
3. Busca a cualquier persona de Bachillerato y exígele que te aclare de las siguientes asignaturas, cuáles son ciencia y porqué. Matemáticas, Historia, Geografía, Filosofía, Psicología, Economía, Lengua.
4. Pregúntale a cualquier estudiante de 2º Bachillerato si se ha parado a pensar en porqué las matrices no cumplen la propiedad distributiva de la multiplicación, a continuación, anímale a razonarlo. Ten la definición de matriz a mano, quizá tengas que explicárselo todo desde el principio.
5. Haz que cualquier alumno de Bachillerato te explique lo que es filosofía.
6. Mi preferida: ahora que has hablado con tantos alumnos, busca a un discente y pregúntale lo mismo.

Y por último, el aspecto más importante, el más olvidado: el salario del estudiante.
Las notas son nuestro salario y cuando, después de una evaluación de duro trabajo, recibimos unas notas que no corresponden a nuestro esfuerzo, o venga, para no entrar en eso del esfuerzo, que no corresponden con nuestro conocimiento, nos cabrea. El profesor que ponga una nota por debajo de la merecida y sea consciente es un hijo de puta y el que califique por lo bajo buscando un aumento de esfuerzo en el alumno también. Porque nadie sabe cómo va a reaccionar cada alumno, pocos profesores entienden de psicología, coño, que no se metan. Para que quede mejor explicado, ¿cuál sería la reacción de un profesor que cobra un poco menos determinado mes? ¿Acaso se esforzaría más? ¿Cómo volvería a trabajar al día siguiente, muerto de ganas o con ganas de estar muerto?

Texto agregado el 18-11-2006, y leído por 315 visitantes. (0 votos)


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