-¡Cuidado hijo! Se puede hacer daño.

-¡Noooooooooooooooooooooooo! ¡No por favoooooooor!

-¡Tengo mujer e hijos!

-¡Lléveselo todo! ¡Todo! ¡Pero no me mate!

-¿Qué locura piensa cometer?

-¡La policía viene en camino!

-Apunte bien por favor. No quiero sufrir.

-¡¡Tengo mucho dinero en el banco!!

-Antes de matarme, cuénteme por qué desea hacerlo?

-Que Dios se apiade de tu alma.

-No, tú no eres un asesino.

-Quiero escuchar la voz de mi hijo por última vez.

-Déjeme mirar la calle por última vez.

-No lo haga. Después se va a arrepentir.

-Esto es una broma ¿No?

-Al rostro no, por favor.

-¿Está usted seguro que le puso balas?

-¡Así que acá se acaba todo para mí!

-No por favor, me arrepiento de todo. Porque tú eres el gordo Molina, el muchacho al que te hicimos una encerrona en el curso, hace cuarenta años ¿No?

-La conciencia no lo dejará a usted dormir.

-No tengo mujer ni hijos, pero, no deseo morir todavía.

-Prométame que me cubrirá el rostro cuando fallezca.

-No me diga nada. Esto es para una cámara oculta ¿No?

-Hijo mío, yo puedo salvar tu alma.

-Lo mandó mi mujer ¿No es cierto?

¡Por Dios! ¿Qué se propone hacer?
¡Permita, por lo menos, que me confiese!

-Juro que no hice nada!

-Pagaré hasta el último centavo ¡Lo juro!

-Nunca más escribiré sobre los gays ¿Ya?

-Número equivocado. Yo no soy el que usted busca.

-Y yo que pensaba ver la final esta tarde.

-Puedo explicarlo todo. ¡Ella fue la que me coqueteó!


¿Cuál de todas estas frases elegiría usted, ante la eventualidad que apareciera, de improviso, un tipo y lo encañonara con su revólver?