En cuanto empezaste a flotar
tuve que amarrarte a un árbol,
para que no te esfumaras
en la hidrogalaxia.

Cuando hacia jugo de papaya,
No pensaba en ti.

Cuando cambiaba las ampolletas,
Tampoco me acordaba de ti.

Pero cuando salía a regar las plantas,
Me acordaba que estabas ahí,
A un paso del infinito
Y yo a un paso de recordar la manera de desatarte.

Y entonces llovió,
Llovió tanto que no fue necesario salir a regar,
No fue necesario recordar la manera de bajarte,
Porque no quería que se me quemaran las sopaipillas
que estaban en el horno.