¡Oh! ¡Gracia divina de los misericordiosos santos celestiales!
Cumplid con un favor estas alabanzas a la beatitud de su grandeza
Y concededme el amor de la creación más tierna del perfecto universo inmaculado del señor.

¡Oh! ¡Sublime escepticismo de los doctos con probeta!
Tentados por mis cuicas largas, motívense para formular
reacciones que favorezcan la unión de mis drogas fuertes,
feromonas del amor, en las vías renales del rojo corazón
de aquel perfecto organismo que respira bajo el sol.

¡Oh! ¡Excelsa sabiduría milenaria de razonadores sin fondo!
Recétenme sus odas más hermosas capaces de conmover
el alma más seca que vaga en las imperfectas y áridas carreteras del amor.