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Fue Stephani, adolescente pecosa y feucha que ayudaba a sus padres en unas plantaciones de maíz biológico de Arkansas, la primera persona que lo detectó. Pero fue J. H. Stewart, director de equipo del observatorio de Illinois, la persona que lo registró en primer lugar en cuanto recibió la llamada de los orgullosos padres de Stephani.

La estructura era de doble ramificación triderivada. La simetría de sus ramas era casi perfecta y de un gran desarrollo. En la primera medición, caía a una velocidad de 0,35 millas por hora (poco más de medio kilómetro por hora), lo cual es una velocidad extraordinariamente baja.

– ¡Oh, Dios, Tim!, – dijo J. H. Stewart a su colaborador– estamos ante un estupendo ejemplar, fuerte, sano y decidido.
– Ya lo creo, oh, sí, cielo santo... Su densidad es menor que el del 2197, ¡debe tener el triple de diámetro!
– "White Christmas"... ese no era nada frente a lo que tenemos ante las putas narices. Debe ser obra del mismísimo diablo porque Dios hace tiempo que no nos da estas alegrías. De parte al cómite inmediatamente. ¿No acaba de ser padre, Tim?
– Sí... una niña que de mayor va a ser jugadora de noise broken. Pesó más de cuatro kilos en la extracción.
– ¿No se llamaba Melissa o Meg o algo así?
– Melannie.
– ¿Cuando pase el informe le parece bien llamar a esta criatura "Big Melannie"?
– Eso acomplejaría a mi pequeña si se pone gordita de mayor. ¿Por qué no "Cold Melannie"?
– Los chicos se burlarán de ella, parece mentira que sea usted hombre.
– ¿Y "Melannie", a secas?
– Perfecto, perfecto. Mande el puto informe antes de que nos pase por encima la Señorita Agujero Negro.
– Pero, ¿Y los iconoclass?
– A estas alturas ya estarán todos muertos físicamente o del aburrimiento. ¿Hace cuanto que no oyes hablar de ellos?
– Pero... no han desaparecido.
– ¡Envíe ya el puto informe!

El informe de Tim, firmado por el señor Stewart, llegó a su destino, fue aprobado y el hallazgo fue difundido a la comunidad científica y a las agencias de información. Desde ese momento, a 24.000 kilómetros de altura, el lento descenso de Melannie fue seguido por todos los aparatos capaz de enfocarlo y retransmitido a todos los terminales de de cada habitante del planeta en varios canales creados precipitadamente.

"Imagine que miles de aficionados pudieran impulsar un gol, que millones de creyentes pudieran interceder por un milagro. Imagine que miles de millones de seres humanos pudieran mantener intacta una estrella de hielo.

Desde 74 observatorios en todo el planeta.

Conéctese a MelannieStar. "

– ¡Abuela!
– Estoy en el baño, Kim, espera que ahora salgo.
– Un hielo, han visto un hielo que cae. Y es muy grande.
– ¿Un hielo de arriba del todo?. ¡Oh, Dios mío!. ¿Kim, es una broma?
– Te lo juro que es de verdad, abuela. ¡Conéctate!
– ¿En qué canal?
– ¡En cualquiera!, ¡Está en todos!
La abuela de Kim no se manejaba muy bien con esos modelos de terminal ya que exigían movimientos oculares muy precisos.
– ¡Oh, Dios mío!
– ¡Abuela, sal!
– No puede ser... santo Dios...
– Abuela, ¿Qué pasa?, ¿Porqué lloras?
– No pasa nada mi niño, es que... creía que...
– ¿Hay Bach y Picasso en ese hielo?
– Roguemos a Dios para que así sea, mi niño. Dicen que seguramente sí.
– ¡Hala...! ¿Y Platón, y Dante?
– No lo sé...
– Abuela, ¡No llores!, ¿Estás bien?
– Sí, Kim, ahora salgo, déjame tranquila un momento, anda...

La trayectoria de Melannie no era perpendicular a la tierra, sino ligeramente parabólica, a una velocidad que hacía pensar que era uno de los cristales que viajaban a bordo de la lanzadera del proyecto KTC en 2195 y que se suponían fundidos y recongelados, orbitando a unos 87.000 kilómetros de altura desde el "BANG cultural". Lo que ya parecía imposible es que quedara alguno casi intacto. En veinte años de observación concienzuda, sólo fueron detectados tres. De ellos, solo "White Christmas" pudo ser recogido y analizado.

El software más sofisticado fue incapaz de leer la información inscrita en las moléculas de "White Christmas", ya que su estructura cristalina había recuperado su forma natural casi completamente. Sólo se pudieron recuperar fragmentos de La Divina Comedia, cinco fotogramas de kurosawa, una secuencia de un programa informático de BlueWab, una imagen monocromática de un cuadro de Rothko y la duración de las notas de, se supone, la ópera Aida. La noticia del fracaso arrastró al mundo a un estado de decadencia que descalabró la economía, removió gobiernos y reavivó odios entre pueblos. Sin embargo, no todo se había perdido y si un cristal presentaba información fragmentaria, quizás otro cristal se conservase íntegro.

Cada hora del acercamiento de Melannie a la tierra constituía un verdadero tormento. No se podía trabajar, no se podía dormir ni hablar acerca de otra cosa. Era imposible evadirse con drogas o diversión. La angustia incapacitadora ante la fragilidad de Melannie obligó a declarar el estado de excepción en muchos países. Cientos de personas llegaron a suicidarse víctimas del "estrés de la esperanza". En Amsterdam, la gente se reunió físicamente en las calles principales para procurarse estabilidad emocional. Algo insólito, reminiscencia de tiempos primitivos. Fue llamado "el retorno analógico de Amsterdam" aunque en rigor, no solo ocurrió en esa ciudad sino en más de ciento veinte.

Esta vez estaban preparados para escoltar la caída de Melannie y mantenerla a salvo de cuerpos orbitantes, moléculas, corrientes de aire y radiaciones solares. Esta vez, el cristal de hielo, a priori muy bien conservado, podría leerse y la información contenida dejaría de ser un mito y constituiría un Nuevo Renacimiento. O algo muy parecido prometían los canales de emisión multisensorial.

Pero además de los peligros atmosféricos que amenazaban la integridad de Melannie, estaban los grupos "anti" esperando en la tierra para dar al traste con las últimas esperanzas de recuperar los símbolos más sublimes de la cultura humana.

El colectivo más recalcitrante, autor del atentado a la lanzadera KTC, es el de los llamados "iconoclass". Una especie de revolucionarios transmodernos que se propusieron, al principio, extender la idea de que cualquier forma de adoración a una obra intelectual constituía un intolerable abandono de la racionalidad, ya que cualquier forma de creación humana era falsa, y su estudio y conservación, una pantomima brutal y pueril. Al principio no parecía más que una corriente juvenil que pacía sin problemas en foros de debate intelectual en un tono descreído y festivamente pedante.

Gradualmente, y conducidos por el carisma de "The bigger Bitch", el grupo abandonó esa línea cartesiana de la que sentían tan orgullosos y se pervirtieron sus tesis. Al corromperse éstas, se radicalizaron sus acciones y sorprendentemente pronto, en varios países del mundo tuvieron que exponer copias en los museos de arte, reforzar la seguridad en las redes informáticas y asignar escoltas a eminentes artistas y pensadores. Las medidas de represión más sofisticadas controlaban la plaga durante casi un siglo, pero no la sofocaron. El problema del terrorismo cultural llegó a ser la primera prioridad en algunos países del mundo, por delante de bloqueos económicos, reservas de cabezas de neutrinos, hambrunas y colapsos energéticos y medioambientales.

Por desgracia, los soportes tradicionales quedaron obsoletos a una velocidad vertiginosa a partir de la creación de redes informáticas no lineales y el producto de miles de años de civilización humana se guardó en esta red mundial, de acceso inmediato, rentables, eficientes, duraderas, y, o eso se creía, mucho más seguras que un soporte de papel o níquel impreso.

Resultó que "The bigger Bitch", en un solo golpe al que había aguardado con paciencia, arrasó con todos los artículos que poseían la etiqueta "art", "literature" o "music", así como los artículos que se derivaban en primer grado. ¿Cómo lo consiguió?. Nadie ha podido descifrar el enigma del programa que no dejó rastro tras su acción. Los expertos creen que actuó atacando muy indirectamente a los generadores de código, de arquitectura más primitiva y vulnerable. Estos generadores creaban los controladores según una misma base pero con variantes aleatorias y autoaprendidas. Uno de los controladores inyectaba a la red los sistemas de defensa, una especie de códigos muy efímeros que reparaban, eliminaban, actualizaban e informaban de errores. El virus consiguió que los controladores malformados interpretaran las etiquetas "art", "literature" y "music" como un agente patógeno con lo que la red se autoreparó erróneamente. Una especie de alergia de la información.

"The Bigger Bitch" no era el creador del virus después de todo, sino que resultó ser el virus en sí mismo, tal y como explicaban todos los artículos que aparecieron sustituyendo a los artículos desaparecidos. Nadie se explica cómo pudieron programar un bot con una inteligencia artificial tan altamente sofisticada en la época en la que se supone que se creó.

El hecho de que el carismático "The bigger Bitch" no fuera humano, sino un algoritmo de discurso concebido para hacer un barrido ideológico mundial, no desalentó a los "iconoclass" que se precipitaron rápidamente sobre los pocos "almacenes estancos de información" con una rapidez y contundencia imparables. Los almacenes no resultaron ser tan estancos después de todo, más bien se evidenciaron frágiles como una casa de barro.

Con la última tecnología de escritura en moléculas de estructura cristalina, se codificó toda la información que había sobrevivido en abundante y barata agua congelada. El tiempo invertido en esta operación fue aprovechado por las guerrillas de iconoclass para sabotear los últimos almacenes. Sólo una lanzadera, la KTC, pudo partir a tiempo con los cristales de hielo codificados. Escapó fuera de la atmósfera, fuera del radio de alcance de las redes, con un botín a bordo cuyo valor haría morir de responsabilidad al líder más templado. Por eso todo el proceso fue automatizado, sin más intervención que la informática. Error. La lanzadera explotó demasiado lejos como para poder ir al rescate de los cristales de hielo que quedaron fundidos con la explosión. Pero no todos. Un milagro hizo que "White Christmas" sobreviviera, aunque malherido. "La última esperanza", "El mesías", lo llamaron el día de Navidad.

– ¿Qué te pasa?, ¿porqué gritas?. ¡Abuela, abuela!. ¡Abuela!

"Parece ser que han sido proteínas. Han burlado los sistemas gracias a su parecido con la piel humana. El atentado lo reclama el comando nipón de iconoclass. Señoras y señores. No podemos seguir, suspendemos la emisión. "

Si se pudiera calcular la potencia sumada del grito de todos los seres humanos en ese momento, la implosión que obligó a redibujar los planos de las costas europeas en 2098 parecería el ruido de un copo de nieve al llegar al suelo.

Texto agregado el 10-01-2007, y leído por 159 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-02-2007 Genial eldiaquecai
10-01-2007 Hacía tiempo que no te leía. Voy a pasearme por algún otro cuento tuyo. Este resultó muy interesante hasta llegar al final. Es que no lo he entendido. Perdón. Lo releeré en otro momento, a ver qué es lo que se me ha escapado. Saludos. Selkis
 
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