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La Otra Media Naranja

En el país de las medias naranjas nadie tenía pareja. Cuando llegaba la primavera, todos los habitantes salían a la plaza central a buscar un compañero, a mirarse con las otras mitades esperando alguna mágica señal que les dijera que podían ser uno, pero esa señal nunca llegaba. La historia se repetía año tras año, primavera tras primavera, hasta que cierto día, justo antes del inicio del ritual, una joven mitad de naranja intentó recordar alguna pareja que ella hubiera visto juntarse, y no lo consiguió. Intentó entonces buscar en sus memorias de niñez, en las historias que le narraban los ancianos, y tampoco encontró ninguna pareja conocida.

Nuestra decepcionada mitad de naranja pensó que todo eso era una vieja y estúpida leyenda, un mito inventado hacía mucho tiempo y que sólo los imbéciles podían creer que algo así podría ser cierto. Dejó entonces de buscar pareja, y eso fue suficiente para que viera a la siguiente mitad de naranja que pasaba frente a ella como lo que siempre buscó, como su complemento, su futura pareja. Quizá fueron los ojos con los que nuestra amiga miró a la otra mitad, o quizá si existiera magia en esos encuentros, sólo podemos afirmar que bastó que nuestra amiga dejara de buscar tan desesperadamente aquello que deseaba para que lo encontrara, de hecho siempre había estado allí.

En el momento en que sus miradas se cruzaron ellos fueron uno. Nadie los vio juntarse para ser uno, y una vez que lo consiguieron, el resto de las mitades dejó de verlos. Ellos (él, la nueva y completa naranja) vieron que el mundo estaba lleno de seres completos, de naranjas enteras como ahora era él (o ella, si prefieren) y que las mitades, en su continuo afán de encontrarse, no eran capaces de verlos.

Aunque aún no lo sabía, para nuestra amiga media naranja recién comenzaba el reto más duro, mucho más difícil que encontrar a su otra mitad, era el seguir viviendo como una naranja completa durante el resto de su existencia.

Jota

Texto agregado el 13-01-2007, y leído por 306 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
11-06-2007 Tu buena prosa de siempre y tu estilo inconfundible. Linda historia de medias naranjas, de gentes que se buscan para completar su yo. Noguera
17-01-2007 Me ha encantado, me gusta la idea de no buscar sino encontrar, cuando menos te lo esperas, a la vuelta de la esquina. Me gusta la forma de decir que tienes. m_a_g_d_a2000
16-01-2007 Alegórico, JOta, me gustó.... chantal-deveraux
15-01-2007 voy a tener aquí la respuesta de lo que tantas veces me he preguntado...jaja!genial! adnara
15-01-2007 !Qué cierto es!, tanto buscamos que la mayoría de las veces no la encontramos y cuando llega hay alguien más en su lugar. omenia
15-01-2007 ay ay ay... linda historia! tiene un gusto a inocencia que encanta... besos.lau. aruald
14-01-2007 Muy buena alegoría la tuya, con la que has sabido dar en el clavo, sin olvidar ese estilo tuyo que es un deleite para el lector... churruka
13-01-2007 *'S Aytana
13-01-2007 Cuando lo leí, también recordé la frase del principito. Conmovedor, mi amigo. Mis sinceros 5*. leobrizuela
13-01-2007 El texto es breve, pero la parábola podría resumirse en la frase que tanto se repite: "Cuando menos te lo esperas, salta la liebre". Y también retomando una frase de Saint-d'Exupéry: "Lo esencial es invisible a los ojos". Por otro lado, el tiempo de las naranjas es el invierno. No sé cómo influyen en ello las diferentes latitudes. Un saludo. endormi
 
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