El mundo giraba en sí mismo, cada vez era más redondo y perfecto, pero luego se percató de la existencia de otros mundos, que giraban tan cerca, que comenzaron a afectar su recorrido natural, algunos eran lentos, otros rápidos, pero ninguno tan perfecto como aquel que se había perfeccionado solo. Pronto todo se convirtió en una masa pegajosa, de colores, sin rumbo fijo, e irremediablemente aquél mundo comenzó a hacer parte de los otros y entonces la perfección dejó de hacer parte de su vida, porque encontró algo más valioso LA FELICIDAD.