| La sangre se filtra , se escabulle displicente,para permitir vida o muerte a su antojo;
 como despojos voraces y sin suerte.
 Nos esculpimos en el día, presurosos;
 para desintegrarnos noctámbulos y oscuros,
 en porciones que retrasan los sentidos.
 
 La savia corre, en la planta floreciente de tu pié
 amado y pisoteado por la gente,
 y se reduce a verdes desazones ,
 para siempre verdes.
 Se seca amarillenta en el coraje repetido y
 cabizbajo de tu simple despertar, amanecido.
 Se desploma gris, sin enervarse, inerte.
 
 El agua corre, por tus ojos celestes y sin brillo,
 como escuálidos mundos  diferentes y vulgares,
 y en cataratas de dolor y de paciencia se hace sed.
 Para tomarte,
 sin respiro, como un fondo blanco,
 y desaparecer
 
 |