| Para Jaime Medina y Leticia
 El hombre abre la puerta y ve hacia fuera, se detiene en sus pasos, inseguro de que hacer.	 Algo falta afuera pero no alcanza a atinar en lo perdido.
 Cierra la puerta y se da vuelta hacia la sala de estar, ahí se sienta y hace una suma mental de lo que afuera falta, ahí están la nubes y el cielo azul, están las aves.
 Decide levantarse y preparar un café y vuelve a la salita de estar sobresaltado porque en su memoria nada falta, aunque el presiente que le han robado algo, hace recuentos mentales, vuelve a caminar hacia la puerta y abre vacilante no hay nadie afuera, el silencio es firme y mudo, no dice nada, no suena.
 Vuelve a cerrar y decide que no se moverá de su casa hasta que no venga alguien a tocar la puerta, se retira hasta su habitación, se recuesta en la cama y cierra sus ojos, no alcanza a comprender lo que ha pasado, cae en un sueno pesado, sonando que estaba dormido sonando que se sonaba.
 Despierta y se levanta, se dirige a la puerta inmediatamente y la abre, como un espejo se ve de frente abriendo la puerta y se ve viéndose así mismo, cierra la puerta y aterrado se da cuenta de que el no es mas que el sueno de otro que suena en ese preciso momento.
 Jorge P. Guillen.
 Mississauga 2005-07-20
 
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