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Inicio / Cuenteros Locales / incesto_macabro / LAS SIRENAS ACEFALAS

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Hay un lugar en donde surgen y cantan sirenas sin cabezas, en realidad ni canto tienen pero expresan la realidad como eco, y no son más que el capricho de los dioses por torcer la mente de los hombres a quienes son enviadas. Están, ellas, navegando en los mares de la nada, hasta que la convención se arma en contra de nuestros futuros para desviarnos con sus espejismos mezclados con nuestros anhelos, y así seguir la gran trama de algún plan secreto, la real arquitectura de las cosas.
No hay mordazas, ni tapones de cera que desvíen sus cantos, difícilmente alguien pida clemencia, está armado para que el brillo de sus plegarias enmudezca las más secas tierras mentales y las olas que traen inunden las acequias y represas de los proyectos, transformando a los ojos un mundo ahogado en una especie de rara hermosa Atlántida.
Sólo aquellos con el hierro como brazo, el acero líquido en la sangre, el hielo en la mente y el escudo de la practicidad escapan al sortilegio, pero terminan inmersos en la pesadilla más cruel enviada, un sueño que lento corroe las sonrisas y vuelven la mirada hacia el momento en que en vez de luchar contra las sirenas huyeron del campo de batalla, mientras éstas reían y señalaban al infractor del ruedo.
Sólo una forma de defensa real nos dan estos macabros dioses, enfrentar y el riesgo de perder el rumbo en pos de un sueño eterno irreal, superfluo con facetas de un día sí y un día no; y a veces… un rato contra otro.
Es como ese árbol que nunca quisiste plantar y aparece de pie frente tuyo, lleno de vida, con flores y nidos de aves cantantes dentro suyo; de pronto los gorriones corren hacia ti a picotear tu rostro, a veces sólo a cantar cerca de ti y nunca a comer de tu mano; las hojas caen, mueren y vuelven a nacer, los frutos son amargos unos y dulces otros; sin embargo siempre es el mismo fruto, siempre el mismo gorrión y la misma hoja, aunque reflectada por mil o cientos contra nuestra fingiendo ser escogidas.
Y a un momento de risa le surge un llanto amargo de suicidio y otra sonrisa de inmensa felicidad, y el preso se siente vivo y libre, cautivo en ésta cárcel de espejos interactuantes. Donde se puede asir el reflejo y no dar con la realidad hasta que uno pestañea, y no está más.
Cual sería entonces el paso elegido, en diferencia del dado; si caminas cuando estás de rodillas y duermes cuando estás despierto, una ilusión frente a otra y a lados de varias otras, todas bailando al son de las sirenas que por no existir no son más que el chasquidos de los hacedores de sueños; y… ¿y cuando dejan de sonar? Ya no está, nadie, ni uno ni su propia sombra, ni la culpa, ni reproches, sino el vacío que deja una vida que sólo ocupó un sueño dentro de otro en una inmensa muñeca suiza, armando de a poco un rompecabezas eterno, donde todos son héroes para la sonrisa de los dioses.

Texto agregado el 06-02-2007, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


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