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El niño se acercó al rosal, en busca de un pájaro (un ruiseñor tal vez) porque quería escuchar un canto. No le importaba si fuera un canario, o fuera un cuervo, el canto es lo que buscaba.

A falta de un ave (pues le llamaba la atención que pese a volar tan alto, las aves cantaban a las criaturas de la tierra) tuvo que conformarse con un grillo.

-¿Quién eres?- pues el infante jamás había conocido uno.
-El grillo (no sólo se jactaba de ser un grillo, sino que además era "el" grillo).
-Busco un ave.
-¿Qué es eso?
-Un ave es... un animal que... que... tiene alas y sabe cantar. A mi me gustan las aves, ¿porqué no eres un ave?
-Pues si buscas alas, estás en el lugar equivocado. Pero, si lo que quieres es canto, estás con el indicado.
-¿Los grillos cantan?
-Claro. También el agua, pero nadie anda por allí buscando su canto. No me explico porqué. Es más natural que el canto de un ave.
-¿Y podrías cantar algo para mí?
-¡Yo sólo canto cuando es tiempo!-pues le irritaba lo banal de una canción "dedicada".

Así que el niño tuvo que sentarse y esperar a que fuera el tiempo para cantar. Esperó tanto que casi estaba por irse, cuando el grillo, de un momento a otro le dijo:
-¡Ya es tiempo!

El niño, exaltado porque en el mismo día de haber conocido a un grillo iba a escuchar su canto se acercó lo más que pudo al rosal.

El grillo tomó aire, y entonó de su mejor repertorio el canto más hermoso que jamás haya escuchado un mortal. El grillo cantaba con tal encanto que no se fijó que alguien venía.

Un ave, que a lo lejos observaba, al escuchar el hermoso y (desafortunadamente para el grillo) estruendoso canto, pudo al fin distinguir a su presa.
De un solo bocado el ave arrancó del patíbulo de pétalos rosas al grillo: lo despedazó y se lo dio a sus crías, que, hambrientas, no se detuvieron a preguntarle "¿qué significa ese verso que cantó, qué significa mortuus in anima curam gero cutis?".

El niño se entregó al llanto, y su madre (al parecer amorosa) le consoló.

-Ya hijo, ¿qué pasó?
-Ese pájaro se llevó al grillo.
-No te preocupes, ese grillito debe estar en el cielo de los grillitos. No llores por él.
-No lloro por él. Estoy llorando porque canta muy feo, él no es como las aves,¿ sabes? Las aves son lindas, el grillo es feo.

Y así, dejó de llorarse (involuntariamente) a aquel noble grillo. Tal vez no era aún tiempo para que el niño entendiese el canto del grillo, o del agua. A él le gustaban las aves, esas cosas lindas que vuelan.

(Ah, y que además cantan, o al menos hacen el intento.)

Texto agregado el 17-02-2004, y leído por 360 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
19-02-2004 Linda y entretenida tu historia del grillo que se jodió por presumido. Un abrazo Pinocho
 
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