Leías: sobredosis de silicona a los 50, que no era nada al lado de las del versículo 20, esquina san Camilo
Comencé por recordar sus nombres y luego los teléfonos o simplemente quienes eran
Las notas de las croqueras no divisan un castillo bursátil flotando entre los lagartos con alas
Y un sinfín de betarragas hidropónicas que saben a sangre les lanzo en sus rostros para no verles más, para no tener que verles
Reescribía el guión de los perseguidos para hacerles vencer las tinieblas de una justicia discapacitada
Y encendía crucifijos por las almohadas de las amantes eternas

Luego… el frío no me dejaba continuar con mis quejidos sobre ese cuadernillo que habita bajo mi cama
Escucharía música italiana para ver si entro en calor –me pensaba-
Huía de los instantes a través de los destellos
Y escogía escuchar el doble de lo que hablaba
Para describirte muy cerca de ese par de oídos
Que las cosas importantes no se quiebran al caer
Y las repito repitiendo los repentinos repetidores de una repetición
Del canto de los cuentos cantados en canciones