Bienvenido al peor día de tu vida. No te moriste, pero ojalá lo hubieras hecho. No fue un día en que te quedaste sin dinero o en el que cosa tras cosa te llevaron a la olla. No fue tan simple. El peor día de tu vida es aquel en el cual estás seguro que todo salió bien por fin. Que después de tanto tiempo de estar esperando a que se te acabara esa maldita racha de inmundicia crees haberlo logrado. Pobre infeliz. Llegas a un punto de tranquilidad que no tenías desde hace mucho tiempo. Y entonces todo se va a la mierda. Te piden un tiempo; la embarraste hasta más no poder. Así de simple llega el peor día de tu vida. Es ese en el cual todo se revela al ser lo contrario. Lo bueno se vuelve malo y lo malo se vuelve peor. Las ganas de seguir luchando desaparecen de ti. ¿Para qué seguir?
Igual no hay nada que hacer. Si fuiste lo suficientemente idiota como para que ese día llegara es porque te lo merecías. Sin compasión mereces ser destruido por el peso de las palabras malditas (tomen la forma que tomen) en las cuales cada una de tus acciones, concientes o inconcientes, son desgarradas una a una exponiéndolas como las pruebas de un juicio en el cual entraste siendo culpable y saldrás siendo cadáver. Todo te lo mereces, hasta ese pequeño sentimiento muy en el fondo que te dice que están siendo injustos contigo, porque ese sentimiento es el que termina matándote. Al final te das cuenta que no te creías inocente, simplemente te negabas a aceptar que eres tan basura como eres. Entonces ese pequeño diablo muestra su verdadera cara y es ese destruido ego tratando de salvar la poca dignidad que le queda. Pero la dignidad no sirve de nada cuando la culpa es innegable. Te vas a podrir en tu propio sufrimiento y tu propia autocompasión. La vida que llevabas será dada a alguien que si la sepa llevar y tú morirás solo, como debe ser. En ese momento el día se acaba.
Abres los ojos y ves el mismo techo que todas las mañanas te devuelve a la realidad. No todo es tan malo. Es momento de racionalizar el peor día de tu vida. Si no lo haces no podrás seguir. Así empieza el día de la resignación y el nuevo comienzo.