Te duermes bien tranquila cuando tú lo deseas.
No mientas al decirme:
- ¡SI!

Péinate sin ninguna prisa ya el reloj ha detenido
todo el tiempo para el tuyo.

Cuando sientas sentirme con estas corrientes feas,
es mi pobre alma en fila tras todo a lo que yo le huyo,
y a tu aroma sin sentido sobre tu piel suave y lisa.

Tengo con tus manos, entre las mías, lo mejor
de todas las alegrías.

¡Salud!

No cortes más de lo que es, no lastimes tus sentidos
no cabildees con tu alma.

- ¿Como estas?
- ¿Cómo dormiste?

Enfréntate frente al retrato, de lo más nobles que tienes;
no escatimes en ese cerco que ya; yo, lo he terminado.

Me escondes tu cara, algunas veces, temprano;
tu faz tierna y adultera me lo cuenta.

¿Tengo en mi puerco ser
todo lo que pasó?


Cubres tu cuerpo con el viejo pantalón,
No el que te vino; sino con el que te vi.

Te pones en mi frente sobre el ojo izquierdo
lo que miro
y
muy seguro lo que ignoro.

NADA.