No te ubiques en la vista del sol,
ya es hora
que te resguardes de una sombra nocturna
que te adora,
brillas contigua a un alto crisol,
entre la flora
te sientas con una flor diurna
que no te atora.

No pretendo detenerte
con mis mandos al aire,
no tengo
y no quiero
lo que estas pensando.

Entre la ruina podrida
cubierta de humo,
me encontrarás como el día,
claro y abierto.

Construyes lágrimas con lágrimas
durante los días perdidos.
Tomando un fresco pozol,
para regresar al Martes que nos escondió
como escondidas están todas la ruinas
que hemos fundado.

Me he cansado de un nada
en la noche del día anterior,
aquella que conoces,
me mientes;
y en este momento:
Me niegas la última palabra
para reposar contigo.

Los indios conocieron el secreto
de los adultos contagiados, por lo inevitable,
ya esas ruinas han caído al gran vacío vago y profundo.
Y al clima que nos cubre con un destello de aerosol
calcinando todo a su vista, le tememos.

Concéntrate en lo que haces,
imagina la vida que llevarías
al subir el sol a las doce
cuando el amo dice: ¿Qué harías?

Las puntas de ellas están romas
- ¿Te acuerdas de esos lodos?
No critico el puro venir de las nubes
que con este frío que ya nos llegará
sea hoy, sea en el Martes que conoces
pero nos llegará y tocará.

Intento levantar con mi esfuerzo
las ruinas sobre una ruina destruida,
por ti;
por mí;
por los extraños que nos gritan.
Ya me ocupo de mis intrigas
unas olorosas,
el resto que importa.

Es la tarde más clara cuando te me acercas lentamente,
la disfruto con una mara de amores perdidos,
y el pendiente que te quitas es como las ases
del dado de una vida; si tu varías las ruinas que yo te presento.