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Inicio / Cuenteros Locales / Redwolf / Un lugar tranquilo

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Las luces y las sombras amenudo se confunden en los lugares menos esperados, al igual que las
personas son capaces de coincidir en los momentos mas insolitos de la vida.

El coche avanzaba lentamente por la carretera abriendose camino atraves de la nieve recien caida,
a medida que las cadenas destruian la nieve, un paisaje discontinuo por las luces de la noche iba
dandoles paso por el angosto camino. Sin duda no solia ser usado para otra cosa que no fuese el
transito de cabras, pero eso daba igual era un atajo seguro atraves de la montaña, y tras un cuarto
de hora el pequeño camino dio paso a una carretera bien padimentada.

-¿cuantos kilometros faltan para que lleguemos a la residencia?- pregunto Andrea sin despejar la mirada
de la luz de los faros.

-Una media hora, depende de como este la carretera, de verdad Andrea si lo que querias era tranquilidad hemos
elejido la temporada perfecta con este tiempo ¿crees que alguien se atrevera a venir?.

-Eso es justo lo que queria, un lugar tranquilo donde -rapidamente sin permitirle decir nada mas- Es tarde ya no,
¿que hora es?.

-Las 7 de la tarde aunque no lo creas, llegaremos a la hora de cenar si la tormenta no aprieta.

Tras la breve conversacion, la musica se apodero del coche sin que sus ocupantes argumentasen nada mas,
la luz se habia extinguido totalmente cuando llegaron a la residencia. Ante ellos, se encontraba el edificio
principal de piedra, una construccion que se había quedado encajada en el tiempo como si aquel lugar fuese
estático, y salvo por una antena todo lo demas seguía igual, lo que antaño fue una abadía se habia convertido
ahora en una residencia de estudiantes.

El cohce deambulo unos minutos atraves de la entrada hasta llegar a un garaje donde aguardaban dos coches mas.
Tras aparcar, Daniel y Andrea salieron del coche cada uno con sus maletas y comenzaron a andar hasta la entrada
principal, una vez hayi no tuvieron que esperar mucho tiempo, al cabo de unos instantes de tocar el timbre, una voz
con un acento un tanto peculiar les abrio la puerta. Tras ella el gran edificio de piedra descubria una cuidada ambientación
medieval, quizas incluso mejor cuidada que el edificio mismo, la misma voz que les abrio la puerta los saco de sus
observaciones nada mas verles:

- Buenas, soy Javier Navas el gerente de la residencia.

Texto agregado el 24-02-2007, y leído por 68 visitantes. (0 votos)


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