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y eso, eso de esconderse bajo ese viejo cajón durante tanto tiempo hace que me pique todo el cuerpo, pero todo lo que empieza dicen que debe terminar, por suerte terminó pero algo diferente empezó. tuve que salir de ese lugar y era tan extraño que me daban ganas de volver a mi cajón, lo malo era que ese había sido mi mas querido sueño, y ahora, ya hecho realidad, lo odiaba con toda mi alma. tuve que callar pues todo me salía mal. cuando me colocaban alimento sobre una mesa, debía usar una hierros para comer, no podía usar mis dedos como antes. eso era salvajismo, cochinada. tuve que aprender a usar esos cubiertos, pero, al cabo de una semana, escapé. salí de esa casa en la cual viví tanto tiempo y encontré tantas cosas. conocí el odio, el amor. la mentira, la verdad. el dolor, la alegría. el hambre, el placer. todo conocí afuera de mi cajón. estuve viviendo con una señora que era especial. era muy vieja, y yo era joven, alto, al menos mas alto que muchos que paseaban por mi lado. me llevó a su cuarto y me mostró su cuerpo sin ropa. la toqué con suavidad, tal como me enseñó. la besé en la boca así como me dijo. todo hice con ella, hasta me indujo a penetrarla con mi cola que tenía entre las piernas y que siempre usaba pata orinar. eso me gustó pero mas le gustó a ella. nunca se cansaba de aullar como los perros, y de sobarse con mi cuerpo. también me bañaba, me vestía y me llevaba a pasear. pero todo cansa y yo me cansé de esa mujer, a pesar que aún me faltaba conocer cosas de ella. vi que una manada de hombre y mujeres gritaban por las calles, llevaban cartelones con letras y dibujos en ellas. fui a su lado y me sentí como absorbido por sus sentimientos. no podía decir no, sino sí a todo. si decían: pásame a la a; yo repetía: a. y así... todo iba bien si no fuera porque llegaron los hombre de la ley y me arrastraron a palos hasta otra caja, pero esta era de rejas y podía ver un poco lo de afuera. me sentiría mejor sino fuera de que había mucha gente a mi lado. y todos me golpeaban sino les daba lo que pedían. llegué a ser obediente con todos, hasta que pasó una semana y trataron de sacarme. yo no quise, pero ellos me empujaron hasta echarme afuera de la caja de rejas... y allí estaba de nuevo, solo, siempre solo, solo con mis ideas de cajones, cajoncitos, cajonazos, cajitas, cajillas, y todos del mismo color de mi primera caja, es decir, de color negro. nunca pude encontrarla. vi muchas cajas pero todas estaban ocupadas. por suerte vi una de esas cajuchas cerca de un río. me sentí como en el cielo y entré en ella. y desde ese día no salgo mas que para comer y mirar el día que viene y se va. dentro de mi caja de madera y que es bastante cómodo, conocí a mucha gente que buscaba calor alrededor de una fogata. les miraba con duda y recelo. pero una vez me les acerqué y sentí el calor de la fogata. tanto me gustó que quise vivir siempre a su alrededor. he vivido tanto tiempo cuidando la fogata, el calor, que me dieron la tarea de cuidar, encender, apagar, esconder cada fogata que elaboraba. un día no vino nadie a ver la fogata. eso me hizo sentí que ya debía hacer otra cosa. volví a mi caja y me puse a pensar duro y parejo, quería saber el porqué la gente tiene conductas incoherentes, por qué tengo tantas ganas de no escuchar sonido de cada persona. muchas preguntas me hice pero jamás encontré respuestas. una mañana vi que el cielo clareaba y una persona se acercaba a mi caja. era una mujer bastante joven. me pidió si podía vivir con ella. no le respondí pero igual entró a mi cajita. viví mal. no deseba a nada cerca de mi. pero, al cabo de un tiempo, me fui de ese lugar... el tiempo paso y me volví un anciano. gustaba dormir en los parques. descubrí un lugar en donde se podía comer y dormir con unos pocos centavos. acepté esa nueva vida y encontré un lugar dentro del cuarto que me tocaba. era un viejo colgador de ropa. entré allí y me sentí como si estuviera en en vientre materno. nunca mas volví a salir de allí. mis amigos me colocaban comida, una bolsa para vaciar mis cochinadas y nada mas. no era tan malo, pero no era lo que soñaba, por suerte, pues, nunca mas tuve sueños, nunca mas, y nunca mas hice caso a mis deseos mas lindos, tan solo quería estar en un cajón y lo logré... aunque no fuera de mi total gusto ni tuviera un aliento mas de vida....



San isidro, marzo de 2007

Texto agregado el 09-03-2007, y leído por 222 visitantes. (1 voto)


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