No creo que en las difíciles trovas que

sean tan inútiles de enamorar al perdido, en

las noches en que el silencio canta a su gusto,

te di una de ellas, y a mi me enamoro.

Afierro lo que sea para buscarte

en cada una de esas letras que nunca

lograré aprenderme, ni menos bailarla

en vista de todos; y abrazado los dos.

Sobre el oleaje en que se mueve el buque

enrumbado de nuestro litigio, y en bien

resguardo; busco de tu paladar justo

para no descubrir el viejo moro.

La escucharé para marcarte

la cerca que el odio brinca

y gritaré al suelo para jalarla

a tus grande ojos, casi pardos.

Eterno amor que se confunde en el

secreto que estamos juntando

sin poder percibir; lo errores

de las letras, no las pausas de los puntos.

Ven danzando a tu ritmo, bien lo conozco,

y me veras con una música en mis manos

que sólo para ti escribo sin que nadie sepa

el estribillo y que porque te canto.

Será esa canción la mía,

buscando entre las tinieblas

donde poseer la tuya;

para esconderla en un baúl;

lleno de sorpresas y de azahares.




Quiero bailar este son de recuerdos

entre los ojos que no sollozan,

al escuchar la sofocante tonada

que junto conocemos, en intimidad.