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GRITOS INTERNOS
I


Quiero romper un silencio
que me ata, desde el lejano
puerto en que un día partí,
y poder quebrar la tarde en gritos.

Con las canas que me venció
el justo camino campusano,
ha caído el pájaro martí,
y hoy pinto en colores negritos.

Sobre el bello sol volando a mis espaldas,
cánselo el grito que he amamantado
en los letargos momentos de sudor,
peregrino indiferente y sin sonidos pronunciar.

Sorbo todo lo que hay en las caldas,
junto piedras blancas, y bien matado
está el grito; que con el gran pudor,
cortó el silencio que me hubo de acariciar.

Las escarchas de mi alimento
me cortan un vástago intento,
y en el puerto que lloré dolor,
dejé hojas de un frío color.

Cuéntame del Boaco, donde nací,
Ya lejos estoy y me arrepentí
de dejar la poza; que ahí aprendí
a nadar y volar en un Do Re Mi.

Tengo sobre mi tercio pecho
una palabra que no me da derecho
a escoger y pedir un afrecho
que da y conoce; cuando me arrecho.

Ya la tarde de mí casa la observo,
desde la vista que sólo el ciervo
conoce, en el negro porvenir; que con sosiego
de un seco verano; mi vida sin delantal
me narra de mi querida tierra natal.

Escondo mis dedos mallugados,
por la sangre casi coagulada,
y la casta hembra se vale de vados
sin tener una verdadera balada
que me incita a bailar en un ventanal.

Busco la raíz para destrozar el lamento
que en soledad siempre he deseado
desde que niño fui en un lapso de luz.
La noche se aproxima a un paso lento
que tú y él a escondida han maleado
consiguiendo maldad y malicia entre-luz.

Ya tengo ganas de escribir mi historia
pero en la vida no solo una oscura gloria
me dará dinero y me quitara el nombre,
nombre que me causo delirio de hambre;
sin conocer mi austera, y negativa doctoria.

Dormí y desperté en el mismo puerto
que un día partí, para sudar la sangre, y aprieto
a los cocodrilos que lloran al escuchar un muerto
que les dará mas que nada un bajo acierto
de carne y piernas de un fusil prieto.

Las nubes sollozan en la primavera
de este invierno que ya difiere,
de soles y lunas en un claro de acera
donde muere la verdad, y le hiere
la mentira de una vida de paria.

El motor humano me acumula la negativa
historia; que mis profesores me enseñaron
en lo meses de estudio y libertad.
Ellos no reconocen la vida milagrosa con iniciativa
ni menos la traición del pupitre que escondió el rico ron
que disfrutamos en una mañana de diciembre en pubertad.


Ya he contado los pasos de la niña que me carga
entre lo brazos de un día de conteo
donde los muertos ya han crecido y la misma, larga
caminata me confunde de derecho y tanteo.

Solo en la vieja soledad que juntos perdimos
me consuelo de las cosas que mi corazón cuenta.
Como la vida se acaba en 75 años de lucha
la congruencia de la misma carta
es la que os cofunde en la alcoba,
donde ellos disfrutan de un horror de dolor,
quizás antiguo, quizás neo;
pero me convence de las verdades que escucho
con la trompeta,
el grito del hombre, el llanto de la marina.


.................. Continua.

Texto agregado el 23-03-2007, y leído por 116 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-03-2007 Es conmovedora como una crónica de lo vivido. NAIVIV
23-03-2007 lleva mucha tristeza pero un excelente poema todo un canto 5* neison
 
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