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Inicio / Cuenteros Locales / Abrakadabra / Las horas muertas.

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Siempre quise saber qué pasa en las horas muertas, entre las tres y las cinco de la tarde, las horas de la siesta.

Recuerdo que mamá no me dejaba salir de la casa en esas horas, decía que era peligroso para mí. Habían pasado cosas extrañas en el barrio, cosas malignas, decía mamá, que siempre sucedían entre las tres y las cinco de la tarde.

Creo que yo lograba escaparme algunas veces, pero no estoy seguro. Todo es muy confuso ahora. Además, como decía mamá, las horas muertas no dejan rastro en la memoria, por eso mismo, porque están muertas. La vida se interrumpe en ese tiempo. Eso decía mamá cuando yo le preguntaba por qué me encerraba en mi cuarto, todos los días, entre las tres y las cinco de la tarde.

Un día pusieron rejas en la ventana. Para protegerme, decía mamá. Ella creía que no estaba suficientemente seguro, ni siquiera encerrado en mi cuarto. Eso fue después que encontró aquel cuchillo sucio debajo de mi cama. No sé quién lo puso ahí, sólo apareció.

Un tiempo después, llegó esa mujer. Nunca me gustó su mirada. No me miraba con amor como mamá. Había algo malo en sus ojos, algo que me asustaba. Ella era la encargada de cuidarme para que no me pasara nada mientras dormía. Pero no me dirigía la palabra. Sólo se aseguraba de darme una pastilla, pocos minutos antes de las tres, y se sentaba en un sillón en mi cuarto, a leer un libro de tapas azules, mientras yo me quedaba dormido.

Un día decidí engañarla. Cuando me dio la pastilla, no la tragué y la puse debajo de la lengua. Después, mientras ella iba a buscar su libro para sentarse a leer en el sillón, escondí la pastilla debajo de la almohada mientras pensaba : “más tarde tengo que deshacerme de ella, para que mamá no la encuentre”. Esas son las últimas palabras que recuerdo, “tengo que deshacerme de ella…”, “tengo que deshacerme de ella…” Entonces el reloj de la sala tocó las tres campanadas, empezaban las horas muertas.

Esa noche vino mucha gente a casa. Mamá lloraba. Era extraño que estuviera tan triste por esa mujer que apenas conocíamos, la cuidadora.
Mamá la encontró muerta en mi cuarto cuando vino a despertarme. Alguien la había golpeado en la cabeza con el candelabro de bronce. El arma estaba todavía allí, cubierta de pelos y sangre. Lo único que no pudieron encontrar fue el libro de tapas azules. Debe haber sido un libro muy valioso para que la hayan matado por él.

Después de eso dejé de ver a mamá. Nos despedimos una mañana, cuando vinieron a buscarme unos hombres desconocidos. Mamá dijo que tenía que ir con ellos, que ella ya no podía protegerme, que aquí estaría más seguro. La pobre tenía miedo que la próxima vez la víctima fuera yo. Las horas muertas eran ahora realmente muy peligrosas.

Y aquí estoy desde entonces. Todas las tardes, antes de las tres, ellos vienen a buscarme para mi tratamiento. No sé en qué consiste, eso pasa durante las horas sin recuerdos. El resto del día estoy en este cuarto. Tengo una cama, una mesa y una silla. También tengo una foto de mamá que traje conmigo. La extraño mucho. Ayer recibí un regalo suyo, no sé por qué lo envió, tal vez era mi cumpleaños, no me acuerdo. Pero hay algo que no entiendo, ¿por qué me mandó un libro? ese, el de tapas azules, que está sobre la mesa.

Texto agregado el 26-03-2007, y leído por 500 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
17-09-2007 Que bueno! este es el tipo de cuentos que me gustan, de los que te hacen leer sin saber por donde vas, y dejan un final para sorprender y adivinar. TejeCuentos
22-05-2007 Muy Buen cuento, atrapante de principio a fin, pero me hubiera gustado tuviera un final inesperado. Por todo lo demas muy bien logrado. Saludos y mis *****. el_sonriente
08-05-2007 Excelente historia, me cautivó desde el principio. Mis felicitaciones para ti! galadrielle
03-04-2007 En las horas muertas... aquellas interminables siestas... Cuando salía el hombre del saco, era aterrador... Y si no, el coco, que se lleva a los niños que duermen poco... Bien llevado, bien narrado y bien acabado. Lo disfruté tremendamente. Felicitaciones. Hanneke
01-04-2007 Creo que tienes una idea, pero estás en un punto en que tu búsqueda de precisión te traiciona. Me gusta el minimalismo, pero se vuelve en contra cuando pasa convierte una historia de peso en un juego de prestidigitador. No sólo importa darle la información al lector sino crear una experiencia en torno a lo que quieres contar. Un abrazo. eride
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