Caminaba con manos
vestidas de desnudez y rotas de pesares.
El abrigo que me cubría iba a tono
con mi triste estado ...
Desde el cielo caían gotas de placer
pero yo quería más;
moría por una lluvia
y no esta leve humedad...
insaciable, buscaba
beber con labios febriles
las dádivas celestes
hasta irme de bruces contra la impaciencia...
Soñadora por excelencia,
sacudí mis rodillas lastimadas
y fui tras el callejón más cercano
donde me encontré con la Tejedora de destinos ...
ella me dijo muy sabia- no te apresures,
mantén la calma-
y seguí avanzando
sin rumbo claro,
sentada en los bancos de plazoletas vacías
veía transcurrir la vida...
hasta esa tarde de Febrero
cuando en medio de mis divagaciones,
como una idea y su concresión
nos encontramos para hacer un alto
ahí donde el rocío se hace cómplice
de las citas de los amantes ,
en la constelación más cercana
al planeta de mis desvelos.