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Inicio / Cuenteros Locales / lucgar1 / La carrera de las elecciones (Capitulo VII)

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Los organizadores ya estaban amarrados al mástil de la plaza principal. La gente comenzó a llegar lentamente.
Todavía era temprano, faltaban cincuenta minutos para dar comienzo a la esperada venganza.
Cuando solo restaban cinco minutos para empezar, Nikita se me acercó y me dijo excitada.

- ¿Viste, mi vida, la cantidad de gente que se dio cita para presenciar nuestro juego?. Deben ser cerca de cinco mil personas.

- Si, mi flor, estoy muy contento. ¿Cuánto falta para el inicio? – pregunté.

Ella consultó su reloj, me miró sonriendo y dijo.

- Nada. Ya es hora.

Me alejé un momento de ella para acercarme a los demás.

- Ya es hora. – les dije.

- Bueno, comencemos.

José Luis se puso de pié sobre una tarima que yo había preparado para la ocasión y se dirigió a los presentes.

- Señores…Señoras… - la gente pronto hizo silencio y le prestó su atención – Como todos ustedes sabrán, estas personas – señaló hacia el mástil – son los siete responsables de la organización de la carrera en la que fuimos burlados hace quince días atrás.

- Si, hay que matarlos – gritó un entusiasta desde el público.

- Ves que yo tenía razón. – me susurró Ricardo al oído.

- No, no los mataremos – respondió José Luis con voz clara y fuerte – solo nos reiremos de ellos como lo hicieron con nosotros.

Nikita fue la primera en tomar un par de huevos de la canasta en la que los habíamos transportado hasta allí, y los lanzó en dirección al mástil. Uno dio en la cara de Ferrero y el otro en la cintura de Capitani.

La gente empezó a reír y a entonar cánticos, parecidos a los de las hinchadas de fútbol, en contra de las personas amarradas al mástil y alentándonos a seguir con nuestra tarea.

Mientras les tirábamos tomates podridos, huevos, harina, y les cortábamos el cabello, suplicaban piedad.

- Basta, por favor, basta. – gritó uno de ellos.

- Solo nos quisimos divertir un poco, no creímos que iba a ser para tanto escándalo. – dijo otro.

- Lo fue. – contestó Ricardo y abrió un frasco con un líquido amarillento, lo vertió sobre la cabeza de todos los organizadores y comenzó a reír con fuerza. – Lo hice, les dije que sería divertido. – y se alejó sin para de reír.

La multitud se les reía en la cara y gritaba sus nombres.

- Chialvo, espero que te bañes antes de volver al trabajo, no debes tener buen olor ¡ja ja!- gritó y luego rió una persona que por lo visto era compañero de oficina de Chialvo, pero tampoco lo quería demasiado.

La fiesta continuó hasta el anochecer. Todos volvieron a sus casas, menos los siete que estaban amarrados, a los que les habíamos prometido volver a liberarlos al otro día.

Yo me fui a casa, esta vez debí acomodar y limpiar de verdad. Me recosté vestido sobre la cama y me quedé dormido.
Me despertó el sonido del timbre de la puerta de entrada, abrí los ojos, miré la hora y salté de la cama. Me había quedado dormido. Le prometí a Nikita que festejaríamos, pensé mientras caminaba hacia la puerta.

- ¿Qué te sucedió? – preguntó Nikita preocupada.

- Nada, me quedé dormido. Disculpame, mi sol.

- Vamos, toma una ducha para despabilarte.

Me bañe y enseguida estaba listo para salir con esa mujer que tantos sentimientos hermosos despertaba en mí.
Fuimos a cenar a un restaurante chino que habían inaugurado unas semanas antes y todavía no conocíamos. Nikita fue la que tomó la decisión, yo fui por no contradecirla. En realidad nunca me gustó la comida china, y menos tener que comer con dos palitos con los cuales es casi imposible terminar de comer antes de que la comida se enfríe. Sinceramente, prefiero una buena carne de vaca asada.

La cena, mal que mal, estuvo rica. Lo que la hizo mas placentera fue la conversación que mantuvimos durante ella.

- Mi amor – dijo ella – hay algo que todavía no he tenido tiempo de comentarte y me parece el momento apropiado.

- ¿Qué es lo que tuviste el atrevimiento de ocultarme? – contesté sonriéndole.

- Es una buena noticia, al menos para mí. Conseguí trabajo.

- ¡Que bien! ¿Dónde? ¿En qué? ¿Haciendo qué? – la atormente a preguntas debido a la emoción.

Ella había buscado trabajo durante un largo tiempo.

- En un jardín de infantes. Es una suplencia por tres meses, pero si la maestra titular no vuelve, y la directora está conforme con mi desempeño, el puesto es mío.

- ¡Que alegría! Hoy fue un día maravilloso. Hay que festejarlo a nuestro modo.

Pagamos la cena, que me pareció barata en comparación con la cantidad que habíamos comido y bebido.
Llegamos a su casa, preparé café y nos sentamos en la cocina.

- El café está exquisito. – dijo y me besó.

- Por supuesto, lo hice yo. – contesté sonriendo.

- Sentémonos frente al hogar. – propuso.

Seguimos conversando y cuando nos dimos cuenta del tiempo que había pasado, no lo podíamos creer.

- Ya son las cuatro y media de la madrugada. – le informé.

- ¡Uy! Yo me tengo que levantar a las siete de la mañana. No puedo llegar tarde a mi primer día de trabajo.

- Acompañame hasta la puerta. Me voy a casa.
Cuando nos despedimos, Nikita me tomó la mano y me dijo.

- Todavía no me contestaste. ¿Vas a venir a vivir conmigo?


Texto agregado el 03-04-2007, y leído por 132 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
24-05-2009 La venganza estuvo bien planificada y ejecutada, pero... me queda una duda: ¿se les olvidó soltar a los 7 del mástil? o me perdí de algo. Me parece una historia interesante y una narrativa bien conducida, sin embargo, todavía no estoy muy segura de la lección de vida real que quieres trasmitir en tu historia. Un abrazo. Sofiama
21-05-2009 :D Sigo Calvita
04-04-2007 jajaja que buena venganza ^_^ Mewpher
04-04-2007 sigo RocioNoboa
 
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