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La mujer de mi vida

Con el calor llegó junio y su hueco tres asientos por delante. Terminaron las clases en la facultad y apurábamos en los últimos exámenes, las repescas. Era tan aplicada, no las necesitó, yo entraba de los primeros en aquellas pruebas de consolación, aunque no las preparara, qué más daba, me sentaba muy atrás, los cuidadores me fusilaban a miradas por este comportamiento, acaso me veían con aspecto sospechoso de copiador. Desde esa atalaya admiraba el pase de las chicas, pero no acudió y se acabaron.
Qué torpe era, pero no importaba, gracias a esa patosería usted me miró por primera vez, aunque no fueron sus ojos por lo que me ganó. La culpa la tuvo la manzanilla. Llegué tarde, como siempre, y no pude evitar dar aquel espectáculo, no fue aposta se lo juro, lo demuestra el rojo que manchó la cara el resto del día. Eché un vistazo por la mirilla, Don Ramiro pintorreteaba la estructura y morfología de una mitocondria en la pizarra, silencioso entré en el aula a hurtadillas como un ladrón, bajé furtivo las escaleras laterales de anfiteatro, deslizando sobre cilios en lugar de piernas y quién se iba a fijar en el bolso desparramado, la pirueta de sevillanas de carpeta-castañuelas fue innovadora y el estruendo final una mascletá que puso en pié la clase, un partigazo mayúsculo, usted se ofreció a recolectar los restos del varamiento, la casualidad llevó su pelo acariciar mi cara y ese olor a manzanilla tan rico. Lo confieso, me enamoré de usted a golpe de epitelio olfativo y papilas gustativas saboreando su infusión de cabellos. Ah, aquellas rondas de preguntas y su voz, Felisa, qué bello nombre, fui feliz durante ese curso con sólo mirarla, sus andares, esas risas, en las improvisadas tertulias escucharla era bálsamo, y si usted defendía su condición yo apretaba los dientes, cuando se le posaba tristeza y sentía su dolor las lágrimas me corrían, añurgado de congoja, siempre apostado detrás de mi silencio, no veía la hora de contarle, pero yo no tenía ninguna práctica entonces, mis pocas palabras se anulaban en su presencia, y me sentía tan poquita cosa, así que no declaré mi amor por usted, no supe.
Comenzó el curso con nuevas promesas planeadas y esperé, la esperaba aparecer por aquella puerta del aula o encontrármela en los pasillos, tal vez sentada tomando un café, en la biblioteca o viajando hacia la universidad en la línea 55, donde algunas veces coincidimos, la buscaba, incansable… En el segundo cuatrimestre comprendí que por alguna razón mayor usted ya no estaba matriculada y aguanté como pude hasta el verano, me enteré por sus antiguas compañeras que se había casado y abandonó sus estudios, la noticia me supo insoportable, entonces tomé la decisión, reuní algo de valor y gané un dinero de temporero para la estudiantina. Lo preparé con meticulosidad, me despedí de los amigos, envié una carta dirigida a mi familia donde explicaba las razones y otra para usted, sin destino, pidiéndole perdón.
La luz se apagó dulcemente como una velita agotada y desperté en la camilla, ya fuera del quirófano, lo más duro vino luego; las sesiones hormonales y los cambios, pero sobretodo los de dentro…Ya no hizo falta otra caída como aquella para provocar un revuelo en clase, las minifaldas y mis pinturas de uñas la llenó de carnavales.
Felisa, me alegra tanto que usted haya venido esta noche, perdone este sudor; el traje de cola, el maquillaje, la peluca y los focos son como una sauna, sigue usted igual de bella, a la luz de esta lamparita roja, acérquese, sigue usando ese mismo champú. Ya lo ve, aquí estoy, la mujer de mi vida, haciendo burlas a la hipocresía, enamorando cada noche, por unos minutos, cantándoles historias de amor para hombres tímidos que saben llorar, buscando ese hombre sensible que sepa tratar a esta mujer, aprendiendo a ser feliz. ¿Y usted? ¿Es feliz?

Texto agregado el 29-02-2004, y leído por 794 visitantes. (13 votos)


Lectores Opinan
26-01-2006 Qué fuerte, inesperada resolución, cuánto amor, tanto tanto amor, que es capaz de forzar a un mimetismo para alcanzar la forma, la silueta, la esencia, de esa mujer que modificó su vida. Cuánto amor. Me brota un "excelente" que se repite hasta el cansancio. neus_de_juan
04-11-2005 Sorprendida gratamente. Me encanta cómo escribes. anyglo
16-06-2005 Carajoooooo....es que no tengo ni palabras para decir ahora mismo lo que me hisciste sentir.. Huumm me empieza a molestar que siempre que te leo, me dejes sin hablar.. ¿es una táctica de esas tuyas?, ajjaa...pues te funciona!!!... me intrigas, me intrigas y me intrigas Sr. Cardon.. un susurro* susurros
28-04-2005 que maravilla de historia...me ha encantado¡¡¡...un beso eloisa
12-01-2005 qué puedo seguir diciendo? sigue impresionandome el manejo ágil de la pluma y las historias que dibuja ondina
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