Sofia recorre una a una las recamaras, buscando un lugar para esconderse, un refugio para no sentir la furia del hombre.
Un armario viejo es el indicado, pero no tiene cerrojo, esconderse entre la ropa no bastará, sabe que siempre es así, sin escapatoria, un solloso sale de su boca, sin poder evitarlo, oye sus pasos, viene corriendo por el pasillo, el final se acerca, por fin descansará de la pesadilla,
-Ayudame Dios mio, no aguanto más-
Desde la puerta el hombre grita, los insultos le hacen saltar, sus golpes en los muebles le hacen sollozar.
Un silencio se apodera de la pieza, ya no hay insultos, ni golpes,
-es una trampa- piensa livida
-ayuda-
sofia cree escuchar un murmullo. abre poco a poco la puerta y ve al hombre que la ha torturado por meses tirado sin resuello, con la cara ceniza y los ojos desorbitados, con las manos en el pecho y un gesto de dolor.
-Por fin justicia- dice en voz alta
-ahora pides mi ayuda, hace un momento me gritabas que me odiabas-
Sofia patea al hombre, éste se contrae de dolor
-Y si muere?- se pregunta sofia
-vivire libre, sin golpes, sin humillaciones, seré feliz- vuelve a patearle, él ya no pide ayuda, sus ojos se empiezan a cerrar
-te pudiera salvar, y lo sabes, pero al final, esa para tí, sería mi obligación, salvarte para que sigas torturandome, pero no lo haré, solo llamare a quien puede ayudarte, si llegan a tiempo o no, esa es decisión de Dios-
Sofia llama a emergencias y se sienta a esperar a su lado
El hombre ya no respira, sus ojos se han quedado abiertos
-me sentire culpable después?, no lo se, pero al menos me siento aliviada ahora,-
acerca su cara a la de él,
-no, no puedo sentir culpa, no se oyen sirenas, creo que la decisión esta tomada, ADIOS.