Cinco días encerrado y aún no encontraba la solución al acertijo. Es que su obra había sido un éxito por donde mirara, todo alrededor estaba a su gusto. Sin embargo aquella pieza, su construcción máxima no era lo que suponía; su estructura genética no le permitía ser igual a él, por más que intentara no podría dar vida. Sexto día ya y el cansancio comenzaba a hacerse notar, de pronto iluminado, recordó el nacimiento de todo: “la célula madre”. Así, le extrajo una costilla y la manipuló hasta crear el par con sus respectivas modificaciones. Comprobó que entre ambos podían reproducir, y agotadísimo, decidió descansar el séptimo día.