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EL TEMPO, REGALO DE LOS DIOSES.

Erato, profetisa de Pan, Musa encargada de la música tuvo que esperar largo tiempo y abandonar el Parnaso hasta que los ocurrentes adaptadores mediterráneos le diesen nombre al tempo generador de la melodía. Adagio, andante y presto reflejaron aquella adaptación del tempo musical en la serie, le dieron el cambio necesario a la monótona cadencia. No la inventaron como tampoco lo han hecho con otros muchos inventos, eran los japoneses de la antigüedad, con la diferencia que el toque especial y un nuevo nombre la hacían aparecer como algo nuevo, distinto a su material de origen. El pensar sobre el pensar, aquella meditación profunda y más allá de los límites establecidos les permitieron encontrar nuevos usos y funciones ¡ cuántos geniales creaciones han quedado ignotas y abandonadas por la falta de aceptación social!. Helenos, etruscos, cretenses, latinos y muchos otros son testigos de este fenómeno; Roma, en cambio, norma y permanece allende los siglos.

Se dice que biológicamente el hombre es más visual que su compañera femenina, aunque resulta extraño ver que la mayoría de los grandes compositores eran varones y hasta el genial creativo de las sinfonías era sordo. Algunos argumentan que la preponderancia del sentido de la visión sería herencia del mono, lo auditivo de otro mamífero, esto tendría efectos sobre todo en los dominios de Eros. Lo real del caso es que en ese dominio lo visual y lo auditivo sólo se concluyen satisfactoriamente con el tacto y olfato. Lo visual, en general, está sujeto en cierto modo a la voluntad del sujeto, el simple cerrar de párpados anula la visión, lo auditivo penetra sin el consentimiento de los sentidos, posee a todo lo que se le enfrenta, anula al sujeto, sólo queda la onda sonora que para frenarla debe recurrirse a un material exógeno a los sentidos y al cuerpo. El canto de las sirenas
se frenó con cera en los oídos. Lo auditivo implica oír, que en su derivación final de aubedere terminó en obedecer, lo sentido obedece a un comando que no se puede detener, la seducción es similar pero está sujeto al tempo.

La femina siempre ha utilizado el tempo inconscientemente en el arte de la seducción, pero lo ha perfeccionado hasta la consumación final del eventual cazador cazado, su epilogo es la casa de casado. La conquista y posesión es en realidad la toma virtual de alguien que ya decidió hace bastante tiempo entregarse, se realiza en el tempo, el conquistador sólo la obedece.

La relevancia del tempo no solo es aplicable a la música y a la seducción, tiene mayores aplicaciones en el actuar cotidiano, lúdico, deportivo y bélico. Lo monocorde es previsible en todo sentido, desde el inicio ya se sabe con certeza el siguiente movimiento. Quizá ante el uso constante de la fuerza para derribar obstáculos inmóviles sea práctico y útil pero para la interacción con un organismo viviente se precisa de un tempo. Los cazadores lo sabían muy bien y el guerrero también. En lo social, la aproximación monocorde a la dama de sus sueños provocará en ella un aburrimiento sin par y sólo una característica o atributo muy marcado hará la diferencia para una aceptación final. La guarnición bajará sus defensas momentáneamente pero quedará al descubierto ante futuros asedios similares, riesgo que debe tomarse en consideración para un ulterior actuar.

La cuestión que se plantea ante el empleo de lo monocorde es la necesaria relevancia de un atributo, pero ¿ qué pasa ante la falta de atributos?. No de aquellos que no hacen atractiva a la persona sino de aquellos que no la diferencian, no la especifican. Ulrich era el Hombre sin Atributos pero sus dones potenciales eran muchos, lo que lo salvaba o su suerte relativa era que vivía al inicio de la era de los Titanes, aunque la especialización ya se adentraba firme en toda conceptualización social. De un otium cum dignitae ya era imposible hablar desde el siglo XVIII, hoy eso es impensable, el negocio abarca todo dominio del quehacer humano.

El tedioso estudio y práctica del solfeo en aquellas clases de las añoradas Humanidades, en vez de las siempres reformadas Educación Básica y Media actuales, nunca pudo compatibilizar su uso con la realidad, no hubo una sistematización multidisciplinaria del tempo. Quizá la educación física era la única que insistía en su aplicación pero tampoco jamás lo relacionó con algo que debe ser tenido en cuenta teóricamente también. Nos asombrábamos de ver jugar a aquellos monstruos del fútbol con aquellos cambios repentinos de velocidades que descolocaban a la defensa más compacta, asimismo, se alababa profusamente al estratega que luego del ardite o la utilización de un señuelo o ataque ficticio por un flanco arremetía por el otro o de frente. Solamente era la aplicación del tempo, aquel nunca bien ponderado regalo de los dioses. El hombre de la antigüedad era más consciente de aquello ya que el reloj de arena reflejaba el flujo del tiempo en aquellos envases de boca cada vez más estrecha. Luego con el cambio al reloj mecánico, donde el tiempo se corta, y se reinicia monocordemente, se perdió su efecto visual y quedó solamente la impresión pero no su efecto.

En la actualidad se hace cada vez más urgente y necesario recuperar aquella dádiva subutilizada, en la época del negocio a todo trance la consigna es “time is money” y cualquier retardo o falta de velocidad se mira como un atentado contra la productividad y la eficiencia, lesiona gravemente el producto. En Oriente todavía se mantiene el culto a la práctica paulatina y a la realización por etapas. En efecto, no es una vuelta a la práctica medieval de aprendiz y maestro sino que todo lo contrario, a través del ensayo y error se va puliendo cada detalle hasta que la técnica se hace impecable y se realiza sin pensar, se deja uno llevar por la acción, el Zen refleja esto magistralmente en el arte del tiro al arco. Lamentablemente en Occidente eso no pasa, la velocidad con que se realiza la tarea es prioritaria no su calidad, luego quizá el ojo atento del supervisor dará cuenta de los defectos, pero éstos se contabilizan como falla del proceso productivo y no por la acción humana. El remedio para esto es la instauración de un sistema de control de calidad y no la revisión de la forma de actuar. Falta mucho tiempo para que le ganemos a Oriente en su forma de producir, ellos adaptaron su técnica rudimentaria a la metodología de occidente, la estudiaron y la han superado con creces. La brecha actual entre civilizaciones es enorme, el y la revitalización en Occidente del tempo quizá sea el puente unificador entre ellas.

Texto agregado el 01-05-2007, y leído por 89 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
27-10-2007 Me gustó. Con los ojos bien abiertos o recordando a través de mis palabras,el oído es el receptor de trozos que repito porque me gustaron. Saludos ketti
 
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