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Oportunidades.





Hay quienes aprovechan cualquier oportunidad para poder expresar sus ideas. Teodocio Fernández no siempre fue editor, eso está claro. Siendo un joven, tenía la costumbre de escribir, pero no quería que sus textos quedaran en algún cajón, él buscaba llamar la atención, así que aprovechaba cualquier oportunidad que tuviera para poder decir algo. Sin embargo, nunca le gustó hablar, se cuidaba mucho de hacer comentarios orales sobre cualquier cuestión, él prefería escribir. Ya es conocido el mal humor de este personaje y la intolerancia ante diversos asuntos. Sin embargo, hay que decir que su temperamento estaba bastante atenuado en ese entonces. Así pues, podemos pasar rápidamente al hecho de que cursando sus estudios secundarios, él usaba los exámenes como medios para esparcir su mensaje. Su metodología era: contestar las preguntas que se le formulaban –con cierta pereza, hay que decirlo– y, a continuación, procedía a agregar algún texto suyo. Ciertas veces improvisaba y ciertas otras llevaba preparado algo que le sirviera de ayuda de memoria.
Son varios los exámenes en los que Teodocio pudo dar a conocer su doctrina, no los comentaremos a todos aquí por razones más que aparentes, pero hubo uno de geografía que se destacó entre los otros, y el motivo de esto fue que los agregados extras superaban ampliamente al contenido de sus respuestas reglamentarias, pero no digamos más y vean esto ustedes mismos. Transcribiremos el examen en su totalidad sólo alterando las abreviaturas propias de un examen escrito.

Examen de geografía.


Cuestionario.

1. Hable sobre el relieve de la Europa mediterránea.
2. Enumere y explique brevemente las capitales del Mediterráneo.
3. Hable brevemente sobre San Marino.
4. Explique el turismo en el Mediterráneo.

Desarrollo.


1. Esta zona es, de las regiones europeas, tal vez la más diversificada de todas. Predomina aquí un relieve montañoso ya que los pliegues alpinos están próximos a la cuenca marina, desde la península ibérica al Bósforo.

Se me ocurren –y espero no ser inoportuno– una o dos cosas acerca de la literatura, mas advierto que será algo burdo y con escasa forma.
No soy yo quien tiene que decir lo importante que es tal actividad, sabemos que consumir literatura nos prepara para la vida y –en muchos casos– para la muerte, sabemos asimismo que escribir, para aquel que siente la necesidad, es inevitable. Así, estas cosas que sabemos las omitiremos y pasaremos a otro asunto. Mucha gente ha creído y cree que el localismo es una fuerte influencia en los escritores. Parece ser que un escritor se siente empujado, por decir algo, a escribir sobre el lugar en donde radica. Esto no sería un problema si quien escribe siente la sincera necesidad de contar a otros sobre lo hermoso y sublime de su tierra, pero, ¿si no es así? Entonces habría un problema, tendríamos un grabe problema si quien tiene en su cabeza ideas y conceptos que nada tengan que ver con las hermosas calles de su pueblo o con el encantador paisaje de su provincia, tuviera –por varios motivos– que resignar sus pensamientos a las políticas de terceros. Se me ocurre que estos libros están más pendientes de fomentar el turismo local, provincial o nacional, que de cumplir la función de la que antes hablábamos, o tal vez cumplan con esa función extraña que se ha convertido en una máxima: tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro (como si las tres tuvieran el mismo grado de dificultad).
Cierto es que hablar de la muerte no es de lo más feliz. Aseguran grandes escritores que muchas de las cosas que existen hoy están para apartarnos del tópico fundamental, la muerte. Alguna vez escribió Borges que hay quienes pretenden, y lo cito, “…limitar el ejercicio poético de las capacidades de la mente a algunos pobres temas locales, como si los argentinos sólo pudiéramos hablar de orillas y estancias y no del universo”. Cree un servidor que con eso está todo dicho. ¿Qué hubiera pasado si estos hombres se hubieran puesto únicamente a escribir en detalle sobre su tierra querida? ¡Por favor, no embromemos!
Otra cosa, quienes tienen la suerte de no verse afectados por esta euforia localista, caen en creer que la literatura, que los libros, deben hablar sólo sobre realidad. Si esto es así, ¿qué hacemos con los pensamientos que escapan a la realidad, o que la deforman? ¿Acaso los ocultamos?
No pretendo insinuar con esto que sólo habría que escribir fantasía o que siempre tengamos que terminar convocando a lo sobrenatural, pero se me ocurre que hay demasiados lectores como para acotar los textos a la realidad, ya que ésta puede muy bien escribirse sola. ¿Acaso la intervención de Apolo para que la flecha de Alejandro vaya a dar en el talón de Aquiles es realidad? ¿Acaso los tres reinos de Dante son ciudades especificas en un país real? ¿Y si Oscar Wilde no hubiera pensado en ese negro retrato que atormenta a Dorian Gray? Puedo entender que cada uno tenga determinados gustos literarios, pero no es necesario hacer esos gustos extensibles a terceros, ¿o sí?
Si lo antes dicho no sirve a la policía literaria, entonces podremos decir que: por ser el hombre algo real, también lo es su mente, y lo que salga de ésta debería tener la misma legitimidad que cualquier otra literatura. Alguno me dirá que no se siente identificado con tal o cual personaje fantástico ¿Es que tenía que ser así? ¿Acaso un hombre se sienta a escribir pura y exclusivamente para que algún fulano se sienta identificado? ¡Por favor, gente!
Ambrose Bierce escribió algo que viene al caso (más allá de que él no simpatizara con la novela en general), decía que: “La novela realista es al relato fantástico lo que la fotografía es a la pintura. Su principio básico, la verosimilitud, corresponde a la realidad literal de la fotografía, y la ubica dentro del periodismo; mientras que la libertad del relato fantástico no tiene más limites que la imaginación del narrador. Los tres principios esenciales del arte literario son imaginación, imaginación e imaginación.”
Veamos luego algo de lo que dice sobre la novela fantástica, él escribe: “Obra de ficción que no rinde obediencia al Dios de las Cosas que Son. En la novela, el pensamiento del escritor se encuentra atado a la credibilidad, como un caballo al palenque, pero en la novela fantástica se pasea a voluntad por todo el reino de la imaginación, libre, sin ley, sin rienda ni freno.”
Fue Lord Dunsany, señora profesora, quien alguna vez dijo que no escribía sobre las cosas que había visto, sino sobre las que había soñado.
Yo, ciertamente no creo que la cosa sea tan tajante y dudo que Bierce y Dunsany lo crean, el primero, al menos, aseguraba que si hay buenas novelas es porque ha habido grandes escritores que decidieron desperdiciar su talento en escribirlas. Esto último lo afirma haciendo honor a su conocido mal genio. Sin embargo, creo que se entiende la idea.

2. Las capitales que encontramos en el Mediterráneo son las siguientes: Lisboa, edificada sobre colinas, es pintoresca y monumental; Madrid, está a 655 metros sobre el nivel del mar; Roma, fundada en el 753 antes de Cristo; Atenas, creo que ahí vivía Sócrates; Tirana, tiene buen clima; Estambul, fue fundada por los griegos en el siglo VII antes de Cristo.

Con el perdón de la señora profesora, el hecho de haber nombrado dos veces a Cristo me trajo una idea a la mente. Es bien conocido el mito de Adán y Eva que proviene de mitología hebrea. Según cuenta el Génesis en la Biblia y según lo muestra Miguel Ángel en El nacimiento del hombre de la Capilla Sixtina, Dios creó al hombre en el sexto día de su obra, todo lo hecho anteriormente sería el escenario para esta gran obra de teatro que es la humanidad, o al menos eso creyeron algunos. Digo “sería” porque en principio la Tierra no estaba destinada al hombre, sino el Paraíso. Pero continuemos, el primer hombre fue Adán, y de su costilla se creó a la primera mujer, que fue Eva. A estos dos seres les estaba consagrado el Paraíso y todas sus delicias, siempre que prometieran que nunca osarían probar los frutos del árbol de la Ciencia, este árbol le entregaba el conocimiento del bien y el mal, lo cual ya daba al hombre la capacidad de decidir. Esta prohibición era el precio por la comodidad, la ignorancia (“la ignorancia es una bendición”). Así, la libertad quedaba subordinada a la seguridad.
Ahora bien, Eva fue tentada por la serpiente para que probara una de las manzanas del árbol prohibido y luego (ella) tentó a Adán. Por este Pecado Original dios expulsó al hombre del Paraíso imponiéndole los siguientes castigos: a la mujer la condenó a parir con terribles dolores y al hombre lo condenó a tener que trabajar duro por su alimento. Dios nunca perdonará al hombre por este pecado, ésta es su ira eterna.
Lo que me llamó la atención de esta fábula es lo siguiente: partamos de la base de que Dios, según se dice, es un ser perfecto y luego deduzcamos que la sentencia de un ser perfecto nunca puede ser retractada ya que fue dictada en un estado de perfección. Por lo tanto, dicha sentencia también sería perfecta. Lo que dice un ser perfecto, es perfecto también. Consideremos luego que el contenido de esta sentencia perfecta es la ira eterna de Dios hacia el hombre. Ahora bien, Jesús es el hijo de Dios y Dios mismo hecho carne, lo que ya es extraño, ya que un ser hecho de carne y hueso tiene que devenir indefectiblemente. Sin embargo no es lo que me interesa, sí me interesa en cambio el mensaje de Jesús. Cristo tiene la piedad infinita y el amor eterno para con el hombre, y su padre tiene la ira eterna. Uno de estos dos seres es perfecto, y es Dios. Cristo es de carne y hueso, así que no es perfecto ya que deviene como todo lo que está hecho de materia. O sea, que si cierta parte de la humanidad sigue a Cristo, a estado siguiendo al tipo equivocado, ya que su mensaje se contrapone al de Dios.
Y si dijéramos que Dios y Cristo son el mismo ser, estaríamos admitiendo que no es perfecto ya que cambió de opinión en cuanto al castigo del hombre.
Esto sería así si lo tomamos en el sentido dogmático en que lo trata de poner esta religión. Pero también se le puede encontrar el lado bueno a esta alegoría. Podría ser un sentido relacionado con el derecho y las libertades y garantías de los hombres. Sería esto una nobleza de parte de un ser que nos castiga, pero a la vez nos manda a un defensor para apoyarnos y para que no estemos desamparados. O bien podría ser la posibilidad que tenemos de cambiar de opiniones y de tomar decisiones distintas y mejores cuando nos equivocamos en nuestra sentencia. Si el propio Dios se dio cuenta que se equivocó y mejoró su sentencia, cómo no lo haremos nosotros. Esta religión tiene su sabiduría si está bien interpretada, tiene una bondad que muchos no han sabido encontrar, en cambio han decidido realizar masacres.

3. Aunque no niego que hubiera preferido hablar sobre el Vaticano, voy a limitarme a una breve descripción del estado republicano más antiguo de toda Europa. San Marino está constituido por un territorio de 61 kilómetros cuadrados y por 22.000 habitantes, su economía se basa prácticamente en el turismo así que es de imaginarse que tendrá algún que otro hotel. Su origen data del siglo cuarto, cuando en Roma era emperador Diocleciano. Justamente, el nombre del lugar se debe a que un cristiano –Marino– tuvo que huir del imperio (algunos dicen que por altercados con el emperador) para llegar a ese lugar y fundar una colonia cristiana.

A veces me sorprende la forma extraña que tienen las personas de olvidar o, aun recordando, hacer caso omiso del pasado. ¿Cuántos fueron los cristianos que tuvieron que sufrir las terribles persecuciones de los romanos? ¿Cuántos los judíos que tuvieron que ser víctimas de la esclavitud? Los hebreos necesitaron de varios héroes –Sansón entre ellos– para poder liberarse del yugo de los filisteos. ¿Cuántos musulmanes conocieron la furia de aquellos católicos caballeros templarios? ¿Nos olvidaremos acaso de las cacerías de brujas, de los tribunales inquisidores o de las conquistas de América? Mucho antes de todo esto, los amorritas eliminaban a los sumerios. ¿Y acaso dejamos de hacerlo alguna vez? Muchos prefieren culpar a pocos, es prácticamente una fórmula matemática, pero no, de ninguna manera. No es por la avaricia de unos pocos que la humanidad paga, es por la avaricia y la fetidez de pensamiento de cada uno de nosotros. O qué, no me parece que los grandes asesinos hayan salido de otro lado del que salimos todos. ¿Tan difícil se les ha hecho comprender a Jesús? Aparentemente sí ya que hacemos exactamente a los otros, lo que no nos gustaría que nos hicieran. Es verdad, alguno me dirá que no todos son así, y yo concedo eso, pero, ¿acaso alcanza en la enorme historia del mundo? Recuerde profesora, el Homo Sapiens eliminó de la tierra al Neanderthal.

4. No la sé, no estudié. Pero, ¿qué es esto que nos hacen leer? ¿Qué pretenden? Los verdaderos libros están ahí afuera, esperando. Es ahí donde quiero ir, no aquí. No quiero estar en la gran picadora de carne. ¿Acaso nos salvaremos por saber cuáles son las capitales del Mediterráneo o su turismo? No hay salvación señores, quédense ustedes, a mí déjenme tranquilo. Sepa, profesora, que no está en estos pupitres lo que busco. Me voy.

Antes dije que este examen era particular, y la razón es que fue el último examen que dio Teodocio en su vida. Vemos que es alguien bastante temperamental, podemos notarlo en cómo se va encendiendo a medida que avanza el examen, y yo mismo lo he notado examen tras examen, año tras año, y, posteriormente, edición tras edición. ¡Qué tipo raro!

Texto agregado el 03-05-2007, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


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