Ahora recuerdo un efluvio rimbibolante 
De palabras locas, de susurros obvios, 
De mirada rápida, de rocío inocuo… 
 
Hazme el amor de pronto, te pido, poesía, 
Entre los arbustos de tu senil perspicacia 
Harás de mí otra vez resultante perdida en tus remansos… 
Y no por porfía, ni por prestancia, 
Es que me quedaría a hablarte entre mis deshoras… 
 
Motívame el rasgarte y en trazos revisarte 
Aunque haya remanente permisivo (rimbibolam lam lam) 
Sólo he de besar tus mordaces brazos anfibios 
Por que me los tiendas y refrendes mi insolente lascivia  
Al violar las palabras y reformularlas fisuradas… 
 
Quiero no que pulas el recuerdo infame de mi eclosión  
Esa que carcomió el viento, que sacude la marea 
Esa que obstruye y levanta, ahoga y modela, 
Que por toda duda, broto como caracola ensordecida 
Sin respeto de orden natural alguno… 
 
Quiero no que rías, no que sueñes, 
Que pueda no yo, que rime no yo, sino mi cieno... 
Y angustiada en mi limbo infrazul revivo las hojas  
Telefónicas, atareadas y óxidas, 
Que te llaman rozando tu cara escara estancara; 
 
Lame el demonio la pústula absurda que quiere contagiar… 
Y su virus es demasiado débil… y su raza infecta demasiado transable. 
Háganse entre tus líneas puras infranqueables, 
Las reminiscencias de Aquel que te alimenta… 
 
Quédate en mis encías para ser gritada al viento 
Que te recoge 
 
Y flamea desde sus agitaciones fragmentadas 
Donde tus poros rasurados se restauran…  
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