Son muchas las palabras que rondan a nuestro alrededor y que tienen como protagonistas a las PERSONAS.
Cuando además, nuestra profesión nos permite analizar de primera mano a las personas y sus reacciones ante la vida, resulta muy curioso cómo a veces LA HERMOSA DIVERSIDAD HUMANA, se homogeiniza y en ocasiones elimina la alegría y felicidad interior que brota de las personas que se descubren y descubren el mundo y sus posibilidades.
Como maestra de niños-as y jóvenes, estoy empezando a percibir una cierta reducción del aroma que dejan las emociones positivas a nuestro alrededor.
Dar las gracias, demostrar nuestro afecto al otro, decir lo que piensas esperando que el otro te ayude a encontrar una respuesta mejor al intento de comprender mejor el mundo y sus mecanismos.
Me estoy empezando a cuestionar, muchas cosas:
¿Por qué lo jóvenes con demasiada frecuencia se niegan a demostrar sus emociones positivas?
¿Por qué tienen tanta desconfianza ante las propuestas adultas que se le ofrecen desde sus familias, maestr@s, profesorado,...?
¿Por qué tienen miedo a decidir y cuando lo hacen no quieren ser responsables de sus decisiones, buenas o malas?
¿Por qué no respetan y a veces incluso no se respetan a ellos mismos?
¿Qué les decepciona y por qué no actúan en multitud para transformar las cosas negativas de este mundo que no les gusta?
¿Por qué se da, con demasiada frecuencia, la pasividad ante cuestiones que demandan urgentemente una actuación y, en cambio, se salta con un exceso de violencia y agresividad ante otros asuntos que no tienen relevancia real en LA VIDA?
¿Por qué se da en ellos una oda extrema a los DERECHOS y se reniega al último nivel de importancia los DEBERES?
¿Por qué...?
Son tantos...
Recientemente en un artículo periodístico, leí que familias y profesorado desean EDUCAR, pero el problema estaba en descubrir en qué valores hacerlo, cuando los valores humanos deseados van, en demasiadas ocasiones, en dirección opuesta a los expuestos por los MODELOS SOCIALES y CULTURALES de los medios de comunicación y del mundo de la ECONOMÍA (el gran DIOS de esta sociedad)...
Lo único que se me ocurre es proponer un ejercicio sencillo:
¿Qué nos ocurriría si en lugar de mirar a nuestro alrededor, nos planteasemos mirar a nuestro CORAZÓN, contemplarlo y descubrir qué es lo que realmente necesita?
¿Qué ocurriría además, si esa reflexión la compartiesemos con los demás de forma pacífica, tranquila, relajada y con actitud abierta a la búsqueda conjunta de una solución constructiva?
En definitiva, amigos y amigas, creo que mientras no dejemos de hacer nuestras, necesidades superfluas que otros nos imponen y que no surgen de nuestras propias, reales y verdaderas necesidades(con un fundamento trascendental para nuestras vidas), no lograremos dar respuesta a todos esos POR QUÉ que surgen de "PARA QUÉs" y que buscan "ALGO" que nuestros futuros ciudadanos-as, con demasiada frecuencia, no logran encontrar...