Se levantó del sillón y con mucho esfuerzo tomó una larga espada que estaba de adorno en la pared. La giró tomándola del filo y la apoyó de forma tal que la empuñadura quedó acuñada entre la pared y el piso. Respiró hondo y mientras se dejaba caer sobre el frío metal que atravesaba sus entrañas, en aquella solitaria habitación se escuchó: - Mi amada... pronto estaré contigo.
FIN
Texto agregado el 03-03-2004, y leído por 163
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
30-06-2004
De acuerdo, este final tiene una acción literaría muy buena y darmática. musquy
04-03-2004
Ëste final es el mejor, literariamente hablando, pero yo no sé con cual me quedaría. margarita-zamudio
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