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EL PEQUEÑO GRAN VICTOR

Eran cerca de las diez de la mañana, y en la recepción de esa gran empresa que fabricaba productos de acero, se encontraba un muchachito pequeño que le decía a la recepcionista, “que quería hablar con el caballero que manda más en esa empresa”. Su estatura le impedía poder alcanzar a ver hacia donde estaba la señorita de la recepción, por lo que prácticamente se colgaba del mesón para que lo viera.

La recepcionista, al verlo tan pequeño, no lo tomó en serio pues pensó que estaba jugando, pero ante su insistencia ya se sentía algo incómoda. Solo atinó a preguntarle para qué quería hablar con ese caballero.

-“Necesito hablarle para que me de trabajo”-

Ella le indicó que era muy pequeñito para trabajar, pero le rebatió y le volvió a insistir.

Pasaban los minutos y la señorita de recepción, que ya estaba inquieta por este muchachito, debió atender a muchas personas que entraban y salían de la empresa.

Fue en ese momento cuando un funcionario que trabajaba en mi departamento de finanzas, se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y me lo fue a comentar a mi oficina.

Yo encontré bastante insólita la situación, me levanté de mi asiento y me dirigí a la recepción para ver quien era ese personaje. Y allí estaba, era un muchachito moreno, delgado, de unos ocho años que estaba apoyado en el mesón de la recepción esperando que le comunicaran con ese caballero por quien había preguntado.

Volví a mi oficina y tomé el teléfono y llamé a Paty la recepcionista. Le pregunté que quien era ese niño y que quería.

Ella me confirmó que el pequeño quería ir a hablar con el gerente general para pedirle trabajo, y que no se iría de allí hasta que lo atendiera.

Entonces le dije que lo hiciera pasar a mi oficina y le dijera que yo lo iba a atender.

Así lo hizo y el pequeño se dirigió al lugar donde le indicaron.

Yo salí a la puerta de mi oficina para esperarlo y al llegar le dije:

-“¡Buenos días joven por favor pase a mi oficina y tome asiento!”

El en forma muy educada, me saludó con un “buenos días”, me dio su mano y tomó asiento.

Yo me senté al otro lado del escritorio enfrente de él y le dije:

-¿Qué puedo hacer por usted joven? ¿Cómo te llamas?

- Víctor…

-Caballero, necesito hablar con el caballero que mande más en esta empresa para que me de trabajo.

Entonces le pregunté: ¿qué sabes hacer…? Y él de inmediato me contestó…

-Se escribir a máquina, se hacer mandados, soy ordenado,…..

Le interrumpí, pues me di cuenta que estaba ante un personaje muy especial e iba a lograr lo que quería pues lo veía decidido y muy perseverante, así que le dije:

-¡Pero hombre tu sabes hacer de todo y tan pequeño!, pero dime - ¿Por qué deseas trabajar?

Y aquí vino la respuesta que lo explicaba todo y el por qué de su insistencia.

-Caballero, me dijo, tengo que trabajar porque atropellaron a mi papá y se murió y yo soy ahora el hombre de la casa.

¿Y cuantos años tienes?

-Diez años.

¿Vas al colegio?

-Si, y me va muy bien.

¿Con quien vives?

-Con mi mamá y con mi hermanita y mi hermanito. Ellos son chicos.

¿Qué hacía tu papá?

-Caballero, él repartía leche en un triciclo y el otro día lo atropelló un camión.

¡Vaya, vaya, que historia tienes Víctor!

Sabes que todos los trabajos que tu sabes, ya están ocupados por otras personas.

¿Qué otra cosa sabes hacer?

-¡Ah… se lavar autos…!

Pero eres muy chiquito para eso.

-¡No caballero, yo me subo en un balde y alcanzo!

-Dime, ¿Y sabes lustrar zapatos…?

Si caballero. Y después de decir eso salió corriendo de mi oficina y se fue.
Salí de mi oficina y fue a recepción a preguntar si lo habían visto. La recepcionista me dijo que el pequeño había pasado corriendo y se fue.

Sorprendido volví mi trabajo y me olvidé del tema.

Habían transcurrido alrededor de dos horas, cuando de pronto siento que golpean la puerta de mi oficina. Miro, y estaba Víctor ahí afuera.

-Pasa le dije. ¿Qué te pasó?

-Caballero, es que fui a mi casa a buscar el lustrín para lustrar zapatos.

-¡Vaya vaya! le dije, a ti no se va nada. Pero traes el lustrín vacío. ¿Con qué vas a lustrar?

-Si hay que comprar betún y escobillas.

Entonces en ese momento fue que me puse mi chaqueta, salimos de mi oficina y lo llevé a un supermercado que estaba cercano donde le compré los betunes, las escobillas, y los paños para que lustre zapatos.

Lógicamente que Víctor quedó muy feliz pues estaba encontrando trabajo para ayudar a su familia.

-Víctor, dime -¿Dónde vives?

En un barrio pobre y muy peligroso.

Efectivamente vivía en una comuna de la ciudad que era de personas humildes y con bastante delincuencia, por lo que era muy peligroso.

Lo que siguió a continuación fue completar el sueño de Víctor. Hablé con el jefe de Recursos Humanos de la empresa, le conté del caso y le pedí que lo autorizara a lustrar zapatos, pero le exigiríamos que debía ir todos los días al colegio, tener buenas notas y así podría lustrar zapatos en la empresa después de su colegio. Le informamos que desde ese momento se le nombraba lustrabotas oficial de la empresa.

Los ojos de Víctor brillaron y solo dijo.

-¡Gracias caballero…!

Fue así como ese pequeño que llegó a buscar trabajo, se transformó en un experto lustrabotas, a pesar de que al principio, manchó con betún las medias de algunas damas y los calcetines de algunos varones.

Fue pasando el tiempo y se hizo muy querido en la empresa por todos, pues contaba historias de su vida que eran increíbles, dibujaba muy bonito, y siempre se las ingeniaba para lograr lo que deseaba. Además efectivamente en el colegio le iba muy bien, pues traía su libreta de notas donde abundaban los seis y los sietes.

En el colegio donde estaba estudiando lo preparaban para salir como contador, y el quería llegar a trabajar a la empresa que le dio trabajo como empleado.

Entre las cosas que hizo para ganar más, fue que comenzó a llamar por teléfono a los jefes de personal de otras empresas del sector, para que lo autorizaran a lustrar zapatos.
Y así fue como de pronto se perdía un tiempo pues tenía muchos pedidos que atender.

Fue transcurriendo el tiempo, pasando de curso, aprendiendo tareas nuevas, teniendo muchas personas que lo querían y lo llevaban a pasear. Hacía siempre preguntas increíbles, como:

-Caballero, ¿Por qué hay gente que tiene tanta plata y otra que es pobre?

Solo atiné a decirle que seguramente algún antepasado de esas familias (abuelos, tatarabuelos, etc.) trabajaron muy duro, formaron un capital y lo dejaron a sus hijos, quienes lo están aprovechando y seguramente cuidando para que perdure en el tiempo para ellos y sus hijos, nietos, etc.

- En todo caso Víctor, todo lo que tú quieras en la vida lo puedes lograr o conseguir, pues Dios con su gran sabiduría puso todo a disposición de los hombres para su felicidad. Todo lo que tú desees lo puedes hacer realidad y está ahí para que tú lo consigas. Depende solo de ti, de la actitud que tengas hacia la vida, de que te eduques, de que te esfuerces, y lo lograrás.

Otra pregunta extraña fue:

-Caballero, -¿Por qué las olas del mar son redondas?

-¡plop…!

Un día alguien comentó que habían visto a Víctor en un programa para niños en le televisión, donde lo habían entrevistado y había contado algo de su historia.

Por un tiempo se perdió, pues estaba dedicado a terminar sus estudios y así fue como un día recibí un llamado telefónico.

-¡Aló, buenos días, habla Víctor…!

¡Hola Víctor, cómo estás, que gusto escucharte!

-Muy bien, y sabe que terminé mis estudios y necesito hacer la práctica. ¿Usted cree que la pueda hacer allá en la empresa?

-Víctor, trae la documentación que se requiera para esa práctica y preséntate el lunes acá y yo te conseguiré hacerla en el departamento de contabilidad.

Y así fue como Víctor realizó su práctica de contador en forma exitosa. Y luego tocó la casualidad que por llegar el período de vacaciones, siempre se necesitan reemplazantes, hizo un reemplazo en mi unidad de finanzas y ya comenzó a familiarizarse con la empresa como funcionario.
Terminó ese reemplazo y luego encontró trabajo en una empresa radial, donde estuvo por más de un año, y curiosamente dos días antes de terminar ese contrato, me llama nuevamente por teléfono para comunicarme ese hecho y que si habría algún trabajo en la empresa.

Al escuchar el llamado me di cuenta que Víctor estaba predestinado a trabajar en esta empresa, pues justamente yo estaba despidiendo a un funcionario que cumplía contrato y fue el momento justo para contratar a Víctor.

Actualmente trabaja muy bien en el área de finanzas. Realizó cursos de informática y hoy es un casi analista, armador de equipos y programador.

Ha logrado ser un gran apoyo para su familia y ha refaccionado su casa, ampliándola él mismo con un tío constructor. Se compró un automóvil y se ve que aspira a más y lo va a lograr.

Todo esto que se ve tan increíble y bonito, tiene su lado complicado y es el hecho que Víctor ha sido muy enfermizo, su salud no lo ha acompañado bien, producto de que no tuvo una buena alimentación cuando pequeño y de allí su estatura menuda. El ha hecho siempre todo lo posible por normalizarse pero por un caso u otro le ha sido difícil. Como es un luchador, sabemos que lo va a lograr y va a llegar muy alto, pues su lema es “el que quiere puede”.



(Historia basada en un caso real)

Alfildama - Guillermo Gaete

09 de mayo del 2007
©

Texto agregado el 11-05-2007, y leído por 201 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
16-10-2008 Que linda, que ejempo de vida, que bueno encontrar un Víctor asì, un triunfador, bien por le tocayo. calebbrong
28-10-2007 Hermosa historia muy bien contada. margarita-zamudio
20-05-2007 es emocionante esta a le perfecion tu texto te felicito me gusto mucho5* neison
19-05-2007 no pude evitar emocionarme al leer la historia, es muy bella... lluvia de estrellas para ti rene_parra
17-05-2007 Una historia demasiado linda y escrita de un modo muy bueno. Saludos, un beso Ursulita
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