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		|               El príncipe
 Unas veces, le largué a los corrales
 Con el sexo averiado a mis muchachos en dioses
 Por todo tedio y abandono, porque sí,
 Los largué a la desrienda de seductores incrédulos
 Con su voz arqueada sobre los alambres
 Los largué…la luna entera.
 
 Las tanzas en lo oscuro de las ferias y las cañas
 De lo alto me los vieron merecer
 Cada enagua que rozó aquellos cardos
 Y me los vieron dolerse en sus zapatos dilustres
 Me los vieron felices y no siempre sonriendo...
 
 Como alfileres dotados de un corazón valsearon
 Hasta los árboles que humedecen la brisa
 Y desprenden sus manzanas lentamente
 Sobre la piedras que aun susurran                      para nadie bajo el río
 Y las maderas de guitarra fueron nobles, pues ceniza
 Pero alfileres dotados de un corazón valseamos…
 
 Y así se fue el tiempo…cuando fui príncipe demilunio
 Del caserío prendebúhos…
 Bajo aquellos cielos finos y
 Con un pañuelo envenenado
 Le saltamos al amor contra los alambres.
 
 La leche es dulce. Y se termina.
 
 
 
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Texto agregado el 11-05-2007, y leído por 121 
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